DUELE,
SÍ QUE DUELE
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Solo
quien ha perdido un hijo (a); ha vivido la muerte sin haber muerto”.
Escribo este artículo simplemente, porque quiero externar
mis sentimientos y compartirlos con quienes así lo deseen!!!.....Gracias.
La muerte es una parada
traumática de nuestro existir, y nunca terminaremos de tomar conciencia de
nuestra propia mortalidad y siempre la sentiremos como algo que no debe llegar;
a pesar de que no existe en el mundo ni un solo ser humano en el mundo, que no
crea en la muerte y cuando esta llega, y cuando lo hace, además de la
desesperación, el dolor y la angustia; lo que más repercute en nuestro sentir,
es esa situación tan intensa, tan fuerte de ese desprendimiento súbito, de
todos los vínculos humanos establecidos durante nuestras existencias.
El dolor es un sentimiento
dominante, perverso, rudo, insensato, desatinado; cuando se sufre ante la
enfermedad y ante la muerte. Pero al fin, el mismo sufrimiento y el dolor
esconden sabias reflexiones en los quebrantos de la vida; y es definitivo que
el sufrir y el dolor transforman y erosionan las vivencias pasadas, los
recuerdos y las memorias.
Por eso a un mes de tu
partida Pablo de mi corazón, me dieron muchas ganas de escribir este artículo
en tu memoria, en todo lo que nos dejaste en vida y en todo lo que te faltó por
regalarnos de ese noble y alegre carácter que te caracterizaba y esa
disposición tuya por ayudar como pudieras. Así, sin más adornos fuiste.
A tu Mamá, mi hermana
Mary, quiero decirle que el sufrimiento y el dolor que lleva por tu partida,
son los sentimientos que la acompañarán de diferentes formas en el continuo
caminar de su vida; algo que solo quien lo sufre, lo siente.
Es bien cierto que para
los que nos quedamos, la vida sigue, y aun cuando no se puede vivir con la
amargura por siempre, también es cierto que algo cambia; y es ese propio dolor
que de tan intenso, agudo, penetrante, tan profundo, te hace entender que para
quienes sufren la pérdida de un hijo, es lo que más se parece a la propia
muerte.
En cuanto a mí, Pablo
querido, no has dejado ese lugar que tenía siempre reservado para ti. Pero también
tu ausencia me ha vuelto a dejar un doble dolor, al revivir la partida de tu
tía Editha. ¿Qué dolor me dolía más, la ausencia de mi hermana o el dolor de tu
Abuelita por la pérdida de su hija?
Tardé mucho tiempo en
darme mi tiempo para entender y aceptar desprenderme de ese duro impase. Otros
tiempos, otras circunstancias; y hoy regresa a mi vida el dolor de verte abrir
tus alas y volar, y el dolor del dolor de tu Mamá.
Pablo de mi corazón, te
extraño tanto, aun cuando sé que estás gozando de la presencia del Padre, quien
te recibió con los brazos abiertos para arrullarte en ese hermoso y plácido
“Sueño Eterno”.
Los quiero mucho Mary,
Sergio y Pablo!!!....Luzma….