LA LEY DEL TALIÓN
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Bienaventurado
el que, dejando aparte su gusto e inclinación, mira las cosas en razón y
justicia para hacerlas” San Juan de la Cruz
En un tiempo ya lejano,
cuando las comunidades no tenían visión de lo que podía ser lo que hoy
conocemos como Estado, y no existían los Tribunales de Justicia para solucionar
los conflictos de cualquier índole, incluyendo los que tuvieran de por medio la
vida, los miembros de dichas comunidades, tenían plenas facultades para tomar
la justicia por sus manos, y aplicaban sin ningún temor la Ley del Talión, “Ojo
por ojo y diente por diente”.
Al paso del tiempo, se afianzó
el Estado, y cambió el arcaico sistema de justicia personal, que sin ningún
tipo de restricciones aplicaba “su ley”, con lo que frecuentemente se incurría
en excesos y abusos, al extender el deseo de justicia (venganza), hacia
personas ajenas a los hechos, pero que por lazos familiares o de amistad
estaban involucrados; así que, en –aquellas justicias-, era muy común que
pagaran justos por pecadores.
El Estado empezó a
intervenir, para corregir estos abusos y para imponer de manera regulada las
formas de actuar y las penas, prohibiendo drásticamente y sancionando severamente
a quienes continuaban con la “tradición” de hacer justicia por su propia mano.
Ahora los países modernos
tienen toda una estructura de Tribunales y Ministerios Públicos, para que las
desavenencias o pleitos se resuelvan mediante un procedimiento justo (juicios),
en los que muchas veces son auxiliados por la fuerza pública (policía).
¿Pero qué ha sucedido, para
que de una forma tan abrupta estemos regresando al pasado? Cuando los
ciudadanos pierden la confianza (como en el caso de Guerrero), en el modelo de
justicia existente o en la forma de aplicarlo, es simple y sencillamente porque
el sistema no garantiza ni la paz, ni la tranquilidad, ni el bienestar de los
ciudadanos (obligación sin excusa de todo gobierno), y empieza a rondar la
peligrosa idea que la única manera de restituir el derecho que se ha lesionado
es –haciendo justicia por su propia mano-, y ahora estamos siendo testigos cómo
esta práctica, ha retomado una extraña fuerza en varios estados del país, pero
especialmente en Guerrero.
A casi ya dos meses de la
manifestación del primer grupo de autodefensa en Ayutla de los Libres, Gro., se
han propagado (como virus) en muchos municipios más y por lo menos en 4 estados
del país, en los cuales algunos pobladores decidieron tomar la justicia por
mutuo propio, azotados por una ola de violencia e inseguridad ya insoportable
de vivir y de permitir, ante la pasividad de las autoridades para tomar cartas
en el asunto.
¿Qué reclaman los miembros
de esas comunidades que se manifestaron como verdugos? ¿Por qué se les critica
tanto? ¿Por qué no entender que amén de la forma ya de por sí difícil de sus
vidas con tantas carencias y rezago, estaban enfrentando una injusta violencia
que ponía en peligro su integridad, su dignidad y sus vidas y de sus familias de
por sí pisoteadas, ante la complacencia de las autoridades?
Tomando en cuenta que no
estamos despegados del resto del país (aunque el estado sea libre y soberano),
que somos parte de un todo, y que supuestamente estamos bajo la transformación
y el desarrollo, que nos coloca ante el umbral de una nueva época de la
historia según el Pacto por México, un nuevo modelo incluyente lleno de
anhelos, de emancipación, de liberación de la servidumbre, de integración
colectiva, de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más
humanas ¿Cómo es posible que no sea prioridad la dignidad de las personas?
Justo ayer 20 de febrero, se
celebró el Día Mundial de la Justicia Social, promovido por la ONU, obviamente
con el objetivo de promover la igualdad entre todas las personas para evitar
cualquier tipo de discriminación o violencia que lacere su integridad como ser
humano.
A través de estos sucesos, podemos
deducir que un gobernante que no le prodiga a su pueblo todo tipo de
satisfactores para vivir mejor, definitivamente no está cumpliendo a cabalidad
con su misión, y no tiene claro el significado de Justicia Social.
Llegando a este punto,
después de un escueto recorrido por la -“justicia” del estado de Guerrero-, me
da mucha pena ser testigo de la retahíla de palabras que han intercambiado el
gobernador Ángel Aguirre Rivero y el Coordinador de los Diputados Manlio Fabio
Beltrones, respecto a este tema.
Aquí la verdad no es
cuestión de tomar partido, sino conciencia; ni tampoco tiene caso subirse a un
ring para que las personas entrometidas se -medio maten- para ver quien tiene
la razón. Sinceramente no es nada agradable ver que dos “personalidades” de la
política actual, se arrojen suciedad como si fueran arrabaleras. En alguno de
los dos debería haber cabido la prudencia para que esto no sucediera.
A cada uno le corresponde
cumplir con su papel, y cada uno sabrá en su conciencia si lo ha hecho a carta
cabal. Lo que sí es un hecho, es que Ángel Aguirre como gobernador, tiene que
dejar a un lado ese modo –tan peculiar- de gobernar, cobijando siempre sus
errores con cortinas de humo, en el eterno “aquí no pasa nada”, cuando sabemos
que sí pasa, y siempre buscando en quien apoyarse para su defensa y para los
aplausos.
Los grupos armados de
autodefensa, (aquí y en China) sí son un peligro para el estado y para el país,
permitiendo una retrospectiva y un contagio letal que se sale de contexto del
buen gobierno; amén que es un problema que no se debe tratar con tanta ligereza
como lo ha venido haciendo el gobernador Aguirre Rivero. ¡Vale la pena
reflexionarlo!