miércoles, 25 de septiembre de 2013



 
ECONOMÍA RETRO

Luz María Sánchez Rovirosa

“Aún estamos muy lejos de que nuestro sistema financiero beneficie cotidianamente a la inmensa mayoría de los mexicanos” Agustín Carstens. (23/septiembre/2013)

 

Nos ha faltado el esfuerzo por mucho tiempo, para poder hablar de lo que es correcto y de lo que es incorrecto -y si lo hemos hecho-, con demasiada frecuencia hemos evitado externarlo.
Gobiernos con Irresponsabilidad, egoísmo, corrupción, violencia, injusticia, con un comportamiento como si las decisiones no tuvieran consecuencias, crímenes sin castigo, recompensas sin esfuerzo, derechos sin responsabilidades, territorios sin control, mucho del antagonismo de las virtudes de la naturaleza humana tolerados, perdonados, e incluso incentivados por los mismos ciudadanos.
Los fuertes embates de la naturaleza golpearon a México, en un momento en el cual la temida crisis financiera se nos manifiesta nuevamente –lujosamente ataviada de recesión-. La pregunta que se repite una y otra vez al paso de los años, al paso de los meses, al paso de los días, al paso de las horas es ¿Por qué el gobierno de Peña Nieto se empeñarse en instaurar una economía retro (al estilo PRI), si nos ha ido tan mal?
Para no irnos tan lejos en la historia de los deslices económicos priístas, el gobierno de Luis Echeverría, trabajó al amparo de préstamos millonarios, que terminaron en un considerable aumento de la deuda pública, con la fatal consecuencia de una devaluación del peso de tres dígitos obviamente, con un grave deterioro en la economía de los mexicanos.
Pero entonces llegó boom petrolero como una tabla de salvación para una economía que se había perdido en un destino incierto; sin embargo, fueron demasiadas las generosas ganancias que se obtenían del crudo y que en ese (y en cualquier momento), se tenían que haber utilizado con respeto y prudencia, cosa que no se hizo, por el contrario, fueron dilapidadas en un mar de corrupción.
El auge petrolero fue como la espuma (tan pronto sube, tan pronto se esfuma), pues los precios del oro negro cayeron brutalmente, trayendo consigo nuevamente la desgracia e incertidumbre económica a la población, aumentando considerablemente la pobreza y la marginación. La deuda se acrecentó en miles de millones de dólares; y por supuesto y  como era de esperarse, la devaluación volvió a hacer acto de presencia, amén que para cerrar con broche de oro, el gobierno de José López Portillo, nos golpeó nacionalizando la banca y culpando a los banqueros de la tragedia económica ante la sociedad.
Para López Portillo fue imposible defender el peso como “perro”, pero él sí se quedó con La Colina del Perro y muchos bienes materiales más. Así que cuando tocó el turno a Miguel de la Madrid, la inflación se le fue por los cielos, al sobrepasar el cien por ciento; y el endeudamiento alcanzó niveles tan peligrosos, que no se encontraba, ni se ha encontrado aún, la salida.
La solución (a corto plazo), fue solicitar ayuda financiera a organismos internacionales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) accedió a otorgar los préstamos al gobierno de México, pero a cambio de privatizar empresas públicas y obtener el dinero necesario pagar dichos créditos.
Sin embargo estas –vicisitudes económicas- dieron un giro de 180 grados con la llegada al poder de Carlos Salinas de Gortari. Si bien su toma de protesta se dio dentro de un marco de crisis política y económica, más pronto que tarde, se afianzó al poder con su eficiente trabajo en contra de la inflación, que a poco comenzó a dar resultados con un “pacto” llamado –antiinflacionario-, que logró quitar 2 ceros al peso frente al dólar. Por ello el -incipiente neoliberalismo económico-, resultó alentador y llenó de confianza a una sociedad que estaba harta de vivir lastimada por gobiernos irresponsables.
Pero las señales negativas de ese estilo de gobernar, se empezaban a vislumbrar ante la inminente privatización de cerca de 300 empresas públicas, entre las cuales estaba Teléfonos de México (hoy convertida en Telmex que cooperó bastante para crear a uno de los hombres más ricos del mundo: Carlos Slim); así como también se modificó el artículo 27 Constitucional (mismo al que le tiene echado el ojo Peña Nieto), en este caso, para que los campesinos –pudieran vender sus tierras-, por supuesto a los grandes acaparadores (extranjeros), con las nefastas consecuencias que todos conocemos.
Con la llegada del TLC, se elevaron los índices de popularidad del Presidente Salinas por la creencia de que México estaba ingresando en la modernidad y el desarrollo; sin embargo (y para variar), Salinas cometió varios errores (por ambición y corrupción), que sin duda propiciaron el desplome de la -sutil recuperación económica-, hundiéndonos nuevamente en una crisis que se agravaría por el llamado –error de diciembre- (efecto tequila), durante los inicios del mandato de Ernesto Zedillo.
“El gobierno de Enrique Peña Nieto propuso incurrir durante el ejercicio fiscal de 2014 en un déficit presupuestario de 3.5% del PIB (1.5% si se excluye el generado por la inversión de Pemex), una cifra que no se daba desde hace 24 años”.
“También anunció que este año cerraría con un déficit de 2.4% de PIB (0.4% excluyendo inversión de Pemex), revirtiendo así una de las primeras 13 decisiones o promesas que anunció el día que asumió la Presidencia de la República: que presentaría un Paquete Económico 2013 con cero déficit presupuestario”. (Nota ADN Político).
¿Cómo podemos tener confianza en este “nuevo” gobierno? Si ésta se gana y se fortalece con actos de honestidad, congruencia y generosidad. La confianza se nutre de hablar con la verdad, con justicia, realismo y recto juicio. Con transparencia y sobre todo de respeto a la dignidad del prójimo. ¡Vale la pena reflexionarlo!
 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

"DON MANUEL"




 
“DON MANUEL”

Luz María Sánchez Rovirosa

“Dios siempre perdona, el hombre a veces; pero la naturaleza nunca”. 

Los humedales son hábitats protegidos y están calificados como delicados. Son lugares sumamente inestables, sobre los que no se aconseja la construcción, especialmente aquellas edificaciones que provoquen residuos contaminantes y/o peligrosos.

Un humedal es exactamente la zona de transición entre el medio acuático y el medio terrestre que la circunda. También se conoce como la zona cambiante en cuanto a sus niveles y áreas de influencia, particularmente entre lluvias y sequias.

Querer ganarle tierra al humedal con rellenos y escombros, es convertir la naturaleza en un problema de orden social. La mayoría de las zonas en Acapulco que padecen por las inundaciones en épocas de intensas lluvias y ciclones, son precisamente porque están construidas indebidamente sobre humedales y manglares, y amén del grave deterioro que provocan a la biodiversidad de esas superficies, cantidad de viviendas sufren las consecuencias del agua pluvial y tienen graves afectaciones en estos tiempos.

En el estado de Guerrero y en Acapulco, donde existen grandes zonas de humedales y manglares, se hace necesario y de manera urgente, tomar medidas legislativas que ayuden a delimitarlos y no permitir más construcciones, sobre todo de casa habitación.

Las autoridades aquí en el puerto, que desafortunadamente dieron más licencias de edificación en esas áreas, fueron Alberto López Rosas y Zeferino Torreblanca (aun cuando los demás tienen su muy buena intromisión en el tema), quienes abrieron las puertas a la saturación de condóminos -de lujo- y de otro Acapulco, otra ciudad en aquella zona denominada Diamante, sin importarles la conservación de la flora y la fauna, pensando siempre en el potencial económico para generar actividades –productivas-, sin poner en riesgo -su supervivencia-, y no la de los demás.

El pasado viernes en la noche, ya se empezaban a sentir los fuertes vientos de Manuel, que raudo se desplazaba hacia las costas surianas del Océano Pacífico; anunciada como una de tantas tormentas que se presentan cada año por esta época, precisamente llamada -tiempo de ciclones-. Pero al mismo tiempo la noticia que atraía la atención, era la del Huracán categoría 1 Ingrid, que coqueteaba con Manuel, desde el otro lado, es decir, desde el Océano Atlántico.

Nada nos avisaba, no había alerta que previniera la presencia de un fenómeno que tuviera tanta potencia y pudiera afectar trágicamente a la población. Nadie se imaginó (tristemente después de la experiencia vivida por el Huracán Paulina hace 16 años), que al despertar (quienes pudimos hacerlo) y después de haber sentido durante la madrugada del sábado 13 de septiembre, esas rachas de viento con torrentes de agua; que nuevamente hubieran golpeado despiadadamente al estado de Guerrero y al puerto de Acapulco (otrora la perla del Pacífico), y se encontraran semi destruidos, luego de que grandes corrientes pluviales, piedras de muchas toneladas, tierra desgajada y arrastrada, cayeran devastando todo lo que encontraban a su paso.

¿Cuántos días antes, las autoridades (locales) estaban informadas que por la conjunción de los dos fenómenos, el país sería atacado de manera histórica, y pudieran haber prevenido esta tragedia?

¿Qué es lo que primero van a hacer las autoridades después de la devastación? Como siempre, un recuento de los daños y nuevamente un censo de los asentamientos que se encuentran en zonas de riesgo, los cuales, ellos sin ningún pudor permiten; y que como siempre, dejan constancia de la rapiña y abandono gubernamental.

No existen simulacros de evacuación en las colonias y zonas de alto riesgo (que en principio no deberían estar allí), muchas escuelas han dejado de ser (por nombramiento) -refugios temporales-, tal vez por no tener seguridad en sus instalaciones (otro grave problema), y hace decenas de años que las autoridades (en turno), no han tenido voluntad para llevar a cabo acciones decididas para desalojar las viviendas que se asientan en cinturones muy peligrosos. Muy por el contrario al paso del tiempo, han aumentado.

Pero el más grave problema es que la gente olvida, parece que no existe la memoria, pasan los años y no se guarda el recuerdo de las tragedias anteriores, de las cuales mucho, pero mucho, tendríamos que aprender.

El peligro siempre será inminente, ya que la pérdida de la memoria colectiva junto con la eterna omisión de las autoridades, no permitirá advertir con tiempo, la magnitud de estos fenómenos naturales, los cuales sí nos avisan, cómo y de qué forma llegarán.

Como diría Octavio Paz, quien calificó la pérdida de la memoria colectiva, como “un fenómeno psicológico y social de extraordinaria complejidad; en el cual al perder la noción del pasado, se pierde la noción de la sensibilidad en el presente” ¡Vale la pena reflexionarlo!

miércoles, 11 de septiembre de 2013

¿REFORMA FISCAL? LA POSIBLE



 
¿REFORMA FISCAL? LA POSIBLE

Luz María Sánchez Rovirosa

“El hombre justo no es aquel que no comete injusticias, sino aquel, que pudiendo ser justo no quiere serlo”.

 

El impuesto es eso, algo que se impone y por lo mismo, nunca ha sido del agrado del ciudadano pagarlo. En ningún país del mundo pagar impuestos es fácil y México no es la excepción; pero cumplir con ellos como nos lo pide el deber, siempre abona al bien común. Por desgracia, la fórmula de qué y cómo recaudar, así como la de cómo y en qué utiliza el gobierno ese gasto, es lo que genera conflictos, molestia, desconfianza, pero sobre todo evasión de los ciudadanos.

Las primeras manifestaciones de tributación en México, de acuerdo con un escrito de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, aparecen en los códices aztecas. De allí los impuestos han pasado por una serie de vaivenes históricos, que se fueron refinando hasta llegar a lo patológico, como en el caso de Antonio López de Santa Anna, quien decretó una contribución de un real por cada puerta, y cuatro centavos por cada ventana de las casas. Decretó, también, un impuesto de dos pesos mensuales por cada caballo gordo y un peso por cada caballo flaco; además, un peso al mes por la posesión de cada perro. Ocurrencia similar hoy la de Luis Videgaray con las mascotas y sus alimentos.

Así que hablar de los impuestos, es hablar de una amplia gama de posibilidades financieras para la recaudación, según el criterio, juicio sensatez, norma, pauta, canon, concepto, o las ocurrencias de cada administración. Pero los tributos son sin duda alguna, uno de los temas más importantes y más escabrosos de cualquier gobierno en turno, pues es a través de ellos, como se obtienen la mayoría de los ingresos públicos para costear las necesidades colectivas del país.

La capacidad de pago de los impuestos, debería ser un principio fundamental basado en criterios de equidad y de justicia distributiva para atender las cargas públicas; pero desafortunadamente y aterrizando en la realidad de nuestros tiempos, cualquier combinación de los impuestos y aumento en los ya existentes, definitivamente tendrá un “efecto nefasto”, sobre la ya mermada economía de la clase media, quien es el desangrado contribuyente cautivo.

Reflexionando, una verdadera reforma fiscal, no deba ser la que más convenga al gobierno, sino la que sea posible para el pueblo. Una reforma que se base no en cobrar -más caros- los impuestos a los contribuyentes cautivos, sino en lograr que paguen los que no lo hacen.

Lo que vemos en este “intento” de reforma fiscal es el reflector por medio del protagonismo gubernamental, de crear proyectos sociales de alto impacto político como el seguro de desempleo y la pensión universal, sin tomar en cuenta la el costo que esta medida, pueda impactar a las insanas finanzas públicas. Por eso, más que visible a los ojos de las autoridades, una verdadera reforma fiscal (o hacendaria), es la que debe ampliar la base de contribuyentes, ya que existen en este momento aproximadamente 29 millones de mexicanos que viven en la informalidad, y a quienes Enrique Peña Nieto les brinda un sinfín de incentivos para traspasar la puerta de la formalidad; lo cual me parece muy injusto, ya que con esa flexibilidad, mil veces preferirán quedarse evadiendo impuestos, que los pocos beneficios que pagarlos, les traerá.

Por esta grave razón (además de sacrificar a los ciudadanos cautivos). En México nuestra recaudación es por demás raquítica, en comparación con otros países quizá más prósperos, pero quizá no. En nuestro país el gobierno federal apenas recauda (cuando nos va muy bien) el 11%, y en otros países, la recaudación llega a ser en promedio, del 30 al 49% de su Producto Interno Bruto (PIB).

Nuestra conciencia cívica nos dice, que pagar impuestos es un deber, pero desafortunadamente no siempre los mexicanos (cautivos) percibimos que esas contribuciones (obligatorias) sean algo que le dé mayores beneficios a México y en consecuencia a los mexicanos.

Incapaces las autoridades de escuchar cualquier argumento que no sea el suyo, se dedican a compensar sus fallas recaudatorias con el uso irracional de nuestro recurso agotable y no bienamado petróleo, para mantener un aparato burocrático fijo y en constante aumento, pero escasamente productivo, y con un valor agregado bastante cuestionable.

Así como cada vez que se les da la gana, las autoridades modifican la Constitución (según ellos en favor de nuestra democracia), así cada sexenio se modifica el sistema tributario, pero siempre al principio y al final, -como el monje loco-, “nadie sabe, nadie supo”, en que se usan nuestros impuestos, si no existe ni siquiera, una transparencia fiscal real.

¡Cómo podremos llegar a construir un país próspero y sin violencia? ¿Quién se atreve a imponer una convivencia pacífica a una sociedad (no toda), que no practica un código de ética social, ni profesional? ¿Qué futuro podemos esperar de este gobierno, que no respeta a la sociedad y sus necesidades? ¡Vale la pena reflexionarlo!

miércoles, 4 de septiembre de 2013

FÁBULA DE LA RANA Y EL ALACRÁN



 
FÁBULA DE LA RANA Y EL ALACRÁN

REFLEXIONES

Luz María Sánchez Rovirosa

Una vez en la tierra de Shien-Lon llovió intensamente durante muchos días seguidos. Las semanas transcurrían bajo el intenso aguacero derramando gota a gota el paso inexorable de las horas. Llovió tanto que el gran río Yang-Tse llegó a desbordarse inundando como un mar todas las comarcas vecinas.

Sólo quedaban sobre el nivel de las aguas algunas colinas bajas y aisladas, que formaban pequeños remansos entre el turbulento correr de las aguas.

Pronto también aquellos pequeños promontorios quedarían anegados y todos los seres vivientes en esos refugios se ahogarían.

En una de esas pequeñas islas rodeadas por un mar de aguas marrones y lodosas había quedado atrapado un alacrán. De repente, el arácnido vio a una rana nadando alegremente en el agua.

Sigilosamente se le acercó y le dijo -Oye ranita me podrías llevar sobre tu espalda hasta tierra firme? Por favor si no me salvas moriré ahogado-. La ranita miró al alacrán y muy seriamente le respondió –No, no puedo llevarte porque si subes sobre mi lomo me picarás y moriré-.

Ay ranita cómo crees, sálvame prometo formalmente no picarte con mi aguijón. La rana asomó su verde cabeza fuera del agua y dijo: -No, no me fío de ti me picarás eres un alacrán-.

No respondió el alacrán, no te picaré, lo juro; además si te pico yo también moriré. Anda, sálvame, y puedes tener mi palabra de honor de que no te picaré.

Al fin la ranita convencida dijo acepto tu palabra. Y así fue como el alacrán montó sobre el lomo de la rana y ambos se dirigieron nadando hacia la salvación.

La rana vigorosa daba amplias zancadas sobre la superficie turbia del agua. Sus fuertes patas traseras impulsaban a ambos en dirección de las tierras altas, dejando una estela de espuma ondulante.

Estuvieron nadando varias horas, hasta que ya empezaba a distinguirse sobre el brumoso horizonte la oscura línea que anunciaba las verdes colinas de Lushan, aquellas donde el agua ya no podía llegar y que serían la salvación del alacrán.

Y así, iban bogando a través de aquel inmenso piélago interior cuando de repente la rana sintió un fuerte dolor en la nuca. Era un dolor agudo, lacerante, adormecedor que enseguida le provocó entumecimiento y comenzó a estremecerse.

El veneno corría veloz a través de sus venas paralizando sus miembros y confundiendo sus sentidos. La ranita se dio cuenta de que el aguijón del alacrán había penetrado en sus carnes inoculando el letal veneno.

Ya en el último instante de lucidez la ranita alcanzó a musitar -Alacrán ¿por qué me has picado, la tierra firme aún está muy lejos hora moriremos los dos? Y  mientras ambos se hundían irremediablemente en el agua, el alacrán alcanzó a decir “perdóname ranita no pude evitarlo, soy un alacrán”.

Moraleja:Lo único a lo que nadie puede traicionar es a su propia naturaleza”.

En esta moraleja se encierra una gran verdad que es aplicable a los seres humanos. Gran dificultad está viviendo México en estos momentos, y todos los mexicanos con sentido común, hubiéramos querido escuchar un informe o un mensaje, del que se pudiera rescatar un “reflejo” de voluntad presidencial, que nos hablara de un cambio en las formas y prácticas tradicionales del Partido revolucionario Institucional (PRI).

Ciertamente que “reflejo” no es sinónimo de certeza, y mucho menos de garantía de voluntad política, pero definitivamente hubiera sido un dejo de esperanza, como el que finalmente se había tenido al principio. Así que este escueto mensaje, solo fue un espectro de “luces” y sombras, con aciertos (algunos importantes), pero con un gran porcentaje de desaciertos y omisiones.

Palabras más, palabras menos, y por lo que se logra entender del acartonado discurso presidencial, hasta el momento se ha elegido para el país el mal menor, pues de lo contrario, la pobreza, la miseria, la injusticia y la crisis serían más graves y se habría demandado de todos los mexicanos un sacrificio mayor. La pregunta en el aire sería ¿sobre qué modelo de desarrollo y en qué concepción de nación se han implementado dichas iniciativas tan bondadosas? 

Cierto es que las decisiones (aparentemente) no se han hecho a espaldas del pueblo, pero también es cierto que a la luz de los efectos que han provocado, pareciera que no se consideró (ni se considerará) a fondo, todo el costo que tiene y tendrá para millones de personas que sufren las consecuencias de esos acuerdos.

Pero a la sociedad que hoy, dócilmente unos y a fuerza otros al igual que la ranita, está aceptando llevar a cuestas a este devastador partido, pensando todavía en la salvación, a pesar que ya están sintiendo el dolor del aguijón en su espalda (en su deteriorada economía), entonces, tal vez si no se ahoga, se dará cuenta, que el PRI (alacrán) llevaba preparada su barca y sus remeros para su seguridad, dejando de lado a los mexicanos y deslindándose (como vacuna) de todo mal que lo señale.

No existe un nuevo PRI, el que hoy gobierna, sigue navegando con sus convicciones deterioradas y añejas. El PRI no va a cambiar, porque contra su naturaleza, sencillamente no puede. La rana es México y el PRI es el alacrán. Ya viene la reforma fiscal, -más temprano que tarde-, nos va a volver a picar. ¡Vale la pena reflexionarlo!