lunes, 25 de noviembre de 2013

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO


 
 
 
 
LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO

Luz María Sánchez Rovirosa

“La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió”. Francisco De Quevedo

¿Quién es Ernesto Cordero Arroyo? Su currículo dice que es licenciado en Actuaría por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y que cuenta con una maestría en Economía por la Universidad de Pennsylvania. Fue director General de la Fundación Miguel Estrada Iturbide. Director de Administración Integral de Riesgos en el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), y subsecretario de Planeación Energética y Desarrollo Tecnológico en la Secretaría de Energía.

Al inicio de la administración de Felipe Calderón Hinojosa, fue Subsecretario de Egresos en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), cargo que ocupó hasta enero de 2008, cuando fue nombrado secretario de Desarrollo Social. El 9 de diciembre de 2009, el presidente Felipe Calderón lo designó como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

En el ámbito académico, ha impartido cátedra en Microeconomía, Macroeconomía y Estadística en el ITAM, y fue profesor de Economía Internacional en la Universidad de Pennsylvania. En la Universidad Panamericana fue maestro de Econometría Financiera y, en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) fue catedrático en Econometría.

La mayoría de los mexicanos hasta la administración pasada, nos venimos enterando quién es (aparentemente) Ernesto Cordero. En septiembre de 2004, Cordero renunció al puesto que ostentaba como subsecretario en la Secretaría de Energía (SE), para iniciar con Felipe Calderón Hinojosa la aventura de su carrera rumbo a la candidatura presidencial, acompañado por un grupo muy reducido de jóvenes panistas, que integraban el círculo de confianza del suspirante de aquellos años. 

A mediados de 2010, ya se escuchaba la voz por los corredores políticos, de que -Ernestito le traía ganas a la silla grande-, pero el funcionario titular de Hacienda, en ese entonces, lo negó en reiteradas ocasiones, argumentando que aunque tenía aspiraciones, estaba “cumpliendo con una altísima responsabilidad al frente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público”. Poco más tarde admitió “querer meter algunos goles”. 

Curiosamente, además del apoyo de la familia Calderón-Zavala y los panistas comprometidos, abnegados y convenencieros, Ernesto Cordero también tenía (y me imagino que todavía la tiene) la aprobación de la familia Mouriño. La madre del fallecido Juan Camilo Mouriño (quien fuera Secretario de Gobernación y gran amigo tanto de Calderón como de Cordero), externó: “yo quiero a Ernesto para Presidente” 

Ernesto Cordero y Juan Camilo Mouriño, se conocieron cuando Vicente Fox tomó protesta en la Cámara de Diputados, como el primer presidente de México de la oposición (PAN), el 1 de diciembre del año 2000. Desde entonces –los amigos trabajaron arduamente- para impulsar la candidatura de Felipe Calderón, quien entonces se encontraba (en las encuestas) muy por debajo de Santiago Creel, quien también tenía la fijación de ser presidente. 

La figura de Ernesto Cordero, cada día ha ganado más espacio tanto en la vida de México, como en los medios de comunicación nacionales e internacionales; ya que con ojos de “cordero a medio morir”, melodramática y fervorosamente -repite una y otra vez- (ayer querer ser presidente de la república, y hoy ser presidente del PAN, con toda su alma).

Hay que estar pendientes, pues a pesar de aquellas “notables y desafortunadas” declaraciones (que olvidamos), como aquella famosa en la que aseguró que las familias mexicanas, no sólo podían vivir con 6 mil pesos, sino pagar vivienda, coche y colegiaturas; o la sublime que pronunció ante empresarios, en la cual dijo que “México había dejado de ser un país pobre, aunque no dejara de tener un gran problema de pobreza". (A pesar de todas sus burradas), hoy van subiendo sus expectativas. Pero insisto en que hay que tener puesta la mirada en el corderito y sus declaraciones, que tienen el arte de irritar, como su mejor estrategia. 

Ernesto Cordero tiene arte con las matemáticas, es impresionante el dominio con el que maneja los números y cifras, como buen (e inteligente) actuario. Sin embargo, su carácter impulsivo e irreflexivo, es de preocupación para muchos, cuando tuvo la intención de ser presidente de la república, como también hoy lo es con la necedad de ser dirigente del PAN, justo en estos momentos cuando México necesita la cordura, no a Cordero.  

Pero las cosas (internamente) se están poniendo “color de hormiga”, porque la campaña de Ernesto Cordero para la dirigencia del blanquiazul, se está cocinando con ingredientes de terror, en un partido que está partido, y afirmó que cuando salga la convocatoria para renovar la dirigencia del PAN, formalizará su decisión de participar en la contienda, y que de llegar a la misma, planteó iniciar una nueva etapa, para su partido no sea comparsa del gobierno federal (como lo mantiene Madero), y exponga con claridad su línea política de verdadera oposición.

Ahora bien, que Gustavo Madero no se desgarre las vestiduras si ve -fuego enemigo-. Que le haga caso al señor Cordero y que se vaya, porque México ya no aguanta su doblegada, oprimida, dominada, domada, apocada y humillada política de dirigente del partido que se supone es de oposición. Además ya es tiempo que entienda él y Josefina, que no sólo de PAN vive el hombre. ¡Vale la pena reflexionarlo! 




 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL COMERCIO DE LA MUERTE




 
EL COMERCIO DE LA MUERTE

Luz María Sánchez Rovirosa

“Los hombres son tan simples y unidos a la necesidad, que siempre el que quiera engañar encontrará a quien le permita ser engañado”. Maquiavelo.

Mientras tanto llega el momento del cambio verdadero, escuchamos una y otra vez al presidente, gobernadores, alcaldes, legisladores, líderes, etc., que llegó la hora del empleo para todos, economía sustentable, desarrollo humano, igualdad de oportunidades, democracia, transparencia, seguridad ciudadana, prevención del delito, gobierno con rostro humano, puertas abiertas, gobierno sensible, atención al reclamo social histórico, palabra de mujer, becas, medicinas, seguridad social, no vender nuestro patrimonio nacional, no más muertes relacionadas con la pobreza, esperanza, transformación, apoyo al campo, desarrollo urbano, agua potable, etc. Nos preguntamos ¿Cómo y qué van hacer (los políticos de hoy), para obtener los remedios de los males en un país prácticamente en Guerra?

Para empezar la pobreza, no es una cuestión de deficiente, poco, casi nada o nada de bienestar (así se manifiesta), pero la pobreza es la incapacidad para conseguir bienestar, debido a la ausencia de medios para lograrlo (responsabilidad del gobierno proporcionarlos). Así que no es posible que los actores políticos, puedan valorar tan alto la vorágine demagógica de sus propuestas, iniciativas, reformas, etc., sin tener en cuenta sus efectos, porque es una hipocresía, una mentira, una maldad y una inmoralidad.

Con todo respeto, no hay mejor indicador de que un gobierno ha fracasado o está fracasando en su gestión, que cuando la avalancha humana los bombardea con marchas, plantones, reclamos; miles de peticiones; y cada acción de rebeldía, cada petición representa una frustración, una necesidad y un problema que el gobierno, sus instituciones, sus funcionarios y el erario público (incorrectamente aplicado), no han podido y tal vez no puedan resolver.

Por eso no deben quitar el ojo del reglón, en el que la sociedad, el pueblo cuando padece hambre y miseria, cuando el analfabetismo y la ignorancia cierran las puertas para obtener un ingreso suficiente y digno, cuando se han debilitado los soportes que ofrece la fuerza física y moral, muchas personas, viejas o jóvenes, hombres y mujeres, ceden a la tentación del llamado del narcotráfico, o crimen organizado.

Entonces, quizá el pueblo verá su vida cómoda y con medianas o buenas ganancias, pero habrán caído en una nueva y cruel servidumbre, y quedarán atrapados para siempre por la red del narco- terror, y del comercio de la muerte.

Los narcotraficantes, son individuos en grupos que integran una red –perfectamente bien organizada- (tal como su nombre lo dice), que cuentan con el poder del dinero, las armas y en muchas ocasiones con la complicidad de (algunas) autoridades.

El crimen organizado llega a concentrar tanto poder, que fácilmente superan la capacidad de resistencia de personas o grupos, y en algunos países hasta de los gobernantes. Su móvil es el lucro y han encontrado increíblemente la fórmula –mágica- de multiplicar rápidamente el dinero y el poder.

Los narcotraficantes son el producto de un mundo que aplaude a quien triunfa en los negocios sin importar los medios; y cuando se aplaude a quien gana aunque sea robando; por qué no aplaudir a quien –se gana la vida-, a costa de la salud y la vida de otros, esos otros que las autoridades, los gobiernos y al fin tantas veces la sociedad, no quieren ver.

Y así surgen los nuevos amos, los nuevos dueños de la necesidad de la gente que nada tiene y que al final, nada pierde. Los amos, que con los atentados, secuestros, crímenes, y masacres, rompen el tejido social y crean un ambiente de terror e inseguridad, como el que estamos viviendo en México.

Estas organizaciones sembradoras del pánico, ya (sin exagerar) son dueños de un alto porcentaje de la población del país, que con su liderazgo económico, político y social han llegado a construir una nueva forma, un nuevo estilo de poder en México, y en muchos países (quizá demasiados).

Cuando se tiene muy poco, o no se tiene casi nada, o nada, se busca un escape de la miseria, pero cuando se vive en la abundancia, también el aburrimiento, el hartazgo y el hastío, empuja a ser humano a buscar nuevas formas de poder y de placer. O cuando en suma no se le encuentra sentido a la existencia por cualquier motivo, muchas veces las personas infortunadamente se introducen al laberinto del narcotráfico, que es un callejón sin salida. ¡Vale la pena reflexionarlo!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿ACAPULCO PUEDE ESTAR DE PIE?



 
 
 
¿ACAPULCO PUEDE ESTAR DE PIE?

Luz María Sánchez Rovirosa

“Si asumimos una actitud de humildad, crecerán nuestras cualidades” Dalai Lama.

 

Tenemos bien presente (porque cada día se nos recuerda), que Luis Walton recibió (hace poco más de un año), un Ayuntamiento -sin liquidez para cumplir-, es decir, un Acapulco de 10 sin el uno. Sabíamos que recibía una alcaldía severamente endeudada y con una grave crisis financiera, que ha ido en aumento.
 

Esas fueron las trabas de inicio, pero sería bueno recordar también, que cuando Luis Walton decidió contender por cuarta ocasión por la presidencia municipal de Acapulco (por la ambición del poder, y en vía de la gubernatura), él sabía perfectamente bien la clase de toro que tenía enfrente, y aun así quiso entrarle a la corrida.

El presidente municipal y los fantasmas a su lado, se comprometieron a -trabajar por Acapulco-; cumplir con su compromiso ante la comunidad  y ser transparentes en el manejo de lo que suponía, sería sólo en el principio los escasos recursos públicos. Pero hoy, lamentablemente vemos que aquellas palabras y aquellos escasos recursos, se borraron.

Así que en el inicio continuado, había con sinceridad un pronóstico de una nueva era para un Acapulco lacerado, del cual el anterior alcalde, el anterior gobernador y el actual ídem, sin ningún disimulo dejaron y están dejando al puerto batallando con una seria crisis financiera, una espantosa inseguridad y un deterioro lastimoso de la ciudad. Y viendo las cosas en el estado en que están sin que Walton y su corte sepan qué hacer, tendrán que pasar muchos años, y muchos otros -alcaldes inteligentes-, para devolverle la dignidad al puerto y a su gente.

Vemos a Acapulco en el deterioro que se encuentra, esperando un Acabús que parece no llegar, mientras se rompe (una y otra vez) el concreto hidráulico, conectan y desconectan los tubos de agua, que deja sin el vital líquido a miles de hogares (hasta por 4 meses consecutivos) y después parchan con un material de ínfima calidad sin que a ninguna autoridad se le antoje explicarnos absolutamente nada al respecto; así como las cloacas recién puestas pero ya sin tapa (más de un mes), que son un peligro mortal. Monumentos y esculturas que de la noche a la mañana desaparecen, los camellones desvencijados, y con unos bodoques salidos (para el paso peatonal (¿?)), que han sido culpables de cientos de golpes y ponchaduras de llantas. Sintiendo una desolación inmensa al ver lo que otrora fue el Centro de Convenciones de Acapulco, en la profunda oscuridad, de un hermoso lugar convertido en un pueblo fantasma.

Y ante toda esta atrocidad, me asalta la duda de que no tengamos una nueva oportunidad de ver un cambio y por ende progreso. La pregunta se me atora en la garganta porque quiero, quiero de verdad ser optimista pero francamente no puedo ¿Cómo pretendemos un cambio, si para renovar se necesita precisamente un cambio? Y con todo respeto en Guerrero y en Acapulco hemos sido testigos que los escombros se reciclan una y otra vez, es decir, vemos exactamente las mismas y desvencijadas estructuras, con lo y los mismos dentro de ellas.

Y estoy hablando, porque simple y sencillamente todavía quiero beneficiarme de la duda, esa duda que emerge de la inseguridad (comprobada) de saber que personas –no gratas- se instalaron en una comuna que ha quedado a merced de muchos de ellos, que bien conocen el “tejemaneje” de todos los asuntos, que ya en otra (o en otras) ocasiones han pasado por sus manos. Por ejemplo ¿qué hace Enrique Pasta presidiendo un evento con Walton, cuando sabemos cómo quedaron las finanzas de la SEG, cuando él fue sub secretario con Zeferino? No, no y no puede ser.

¿Y después de todo, qué pacto o conjuro hizo Zeferino y Cía, con el gobernador y con Walton, que incluso introdujo a Fernando Donoso en la Secretaría de Seguridad Pública del DF, con Mondragón y Kalb, para que lo cuide con nuestros impuestos, y para que hoy carguemos nuevamente a sus ilustres acompañantes, como la lápida del Pípila? ¿Será una pesadilla de la cual quiero despertar?

Con mucha sinceridad, manifiesto que en algún momento de mi vida, le tuve mucha fe a Zeferino como gobernante. Pensé que el estado de Guerrero y Acapulco (del que ya había sido alcalde), se iban a convertir en un prodigio de belleza, de igualdad, de justicia y por ende honestidad.

Fe ciega a un querido amigo de muchos años, que tristemente olvidó -rostros no viables-, que olvidó la fidelidad, que olvidó los apoyos recibidos, que olvidó a tantos que le servimos de escaño para salir del desprecio y el ahogo como -incipiente político-, de parte de los otros “políticos”, a los cuales triste y finalmente emuló.  

La herencia que Zeferino legó al actual gobernador Ángel Aguirre, fue una aberración, que en un principio era rescatable. Pero cuando las cosas en el estado están tan complicadas y fuera de control, la visión a corto, mediano y largo plazo para este gobierno también complicado (política, financiera y socialmente), tenía que haber sido puesta en otro horizonte, en el cual la corrupción, la impunidad, la inseguridad, la conveniencia, el egoísmo, nepotismo y la insensibilidad de una administración que no debería haber permitido la oportunidad a toda la gente, de brincarse la línea que separa lo humano de lo inhumano. ¡Vale la pena reflexionarlo!