jueves, 20 de febrero de 2014

LAS DESPENSAS








 
LAS DESPENSAS

Luz María Sánchez Rovirosa

“Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo” Facundo Cabral

Pobreza es una palabra que de mil maneras se utiliza en nuestro lenguaje; pero al mismo tiempo es una palabra tan desvalida, que no tiene el impacto ni en el idioma, ni en las acciones justas para abatirla de la humanidad.

No hay necesidad que sucedan desgracias naturales como terremotos, huracanes, tsunamis, o accidentes que provoca el hombre con su falta de respeto a La Madre Tierra o campañas electorales, para hablar de pobreza en los medios de comunicación, pero sobre todo en los planes de desarrollo que todos los gobiernos (sin excepción), deberían contemplar siempre.

Los políticos en lugar de todas sus demagógicas manifestaciones electoreras, deberían sentir cada día del año con el mismo fervor, cómo la gente se muere de hambre; cómo cada día se mueren cientos, miles de niños, sin tener ni agua ni comida. La pobreza en el mundo sobrepasa por mucho, lo que la razón permite, al ver cómo invierten y se gastan cada año miles de millones en armas, que solo sirven para provocar y acrecentar el grave problema de la depredadora raza humana.

Adelgazando la geografía mundial, sin detenernos (por el momento) en la nacional que es muy delicada también, aterrizaremos en este lánguido estado de Guerrero, en donde las injusticias cada vez son más impudorosas y sin ninguna excusa (por más que traten) que le sirva al gobierno de justificación.

El Coneval asegura que el 70 por ciento de la población guerrerense, es pobre, pero en mi humilde opinión creo que se queda corto; y que es clara muestra del fracaso de los gobiernos –actual y anteriores-, revestidos del color que sea, con sus equivocadas (¿?) políticas sociales asistencialistas, y no con proyectos productivos reales, que le permitan a los ciudadanos subsistir y generar sus propios ingresos, para incluirse en el progreso del estado y del país.

Recordemos como en la historia reciente, hastiados y lastimados por un gobierno municipal del PRI (como de costumbre), la gente anhelaba (por los siglos de los siglos) un gobierno que no hablara de esperanza, sino de posibilidades; razón por la cual se le dio la espalda al tricolor (y a sus influencias), y la gente se abalanzó sobre una nueva (pero peligrosa) estrategia del Sol Azteca, al darle su banderola a un vapuleado aspirante extricolor (por su propio partido), y entonces surgió aquel hombrecillo de revoltura colorina llamado Ángel Heladio Aguirre Rivero.

El ejecutivo actual, ganó el gobierno de Guerrero principalmente con la fuerza (en aquellos momentos) de Marcelo Ebrard, quien le aconsejó repartir sin ton ni son, –una supuesta tarjeta de débito-, llamada “La Cumplidora”, que por supuesto cumplió con su único y exclusivo cometido, que fue comprar el voto.

Venimos a parar en estos penosos recuerdos, porque una vez más Guerrero está en el –ojo del huracán-, ya que precisamente a consecuencia de dos devastadores fenómenos de la naturaleza de nombre Ingrid y Manuel; quienes en septiembre pasado, se dieron la mano atravesando de este a oeste o viceversa la parte angosta de la república, devastando parte del sur, incluido este estado.

Y llegando al hecho, en muy recientes fechas, se sacó a la luz pública una situación muy “singular”, porque -de casualidad-, se encontraron (no muy bien) guardaditas miles de despensas que se mandaron a Guerrero exclusivamente para los damnificados del desastre, como muestra de solidaridad de otros países, estados, asociaciones y particulares.

La escena de la rapiña y el uso indebido de las ayudas externas, se repite incansablemente (aunque las autoridades digan otra cosa), y sobre todo cuando tenemos enfrentito los períodos de las campañas electorales para el 2015, y es cuando como por “pandemia”, a cualquier especie de aspirante a los atributos políticos, le sale como a los tiburones, doble y hasta triple dentadura.

El caso de las despensas guardadas, denigra a la sociedad y al mundo, cuando hay tanta hambre, tanta necesidad; muy, muy poca ayuda y muy poco respeto. Por eso las reptilianas declaraciones del contralor del estado, son ridículas, increíbles, detestables y patéticas, sobre todo, porque vienen de Antonio Arredondo –quien es doble compadre- del gobernador Ángel Aguirre Rivero.

En primera el contralor Arredondo en su verborrea, señala que los productos no fueron acaparados desde el mes de septiembre. ¿Entonces sin perdón del cielo, desde cuándo se acostumbra guardar los alimentos en vez de repartirlos a quiénes más los necesitan, o los alimentos antes de repartirse, se embodegan; para qué o para quién?

En segundo lugar el contralor Arredondo no tiene idea de lo que significa perecedero. Todo alimento es perecedero porque caduca y se daña, es decir, tienen fecha de caducidad más larga o más corta, según el embasamiento o el enlatado, que hoy en día se cuida mucho por cuestiones de calidad y seguridad (para las empresas también). Hay obviamente alimentos a los que llaman perecederos, como las carnes embutidos, huevos, verduras, frutas, etcétera, que por ser frescos se descomponen rápido y por eso deben consumirse casi de inmediato.

Ahora bien, los granos y cereales que vienen empacados en bolsas de plástico, aunque no sean perecederos inmediatos, en el clima de este estado, los gorgojos y demás bichos, se encargan de ellos, sobre todo con lo pulcramente que están almacenadas las despensas en las bodegas, nada más y nada menos que del DIF estatal.

¿Cuántas bodegas pulularán por todo el estado? El murmullo de la gente que como juglares se dedican a cantar hoy –corridos-, iban diciendo que personajes (¿?) muy cercanos al gobernador, andaban pidiendo prestadas bodegas, para almacenar los alimentos y surtirse de ellos para sus campañas, y dejando sin comer (a veces hasta morir de hambre), a miles de personas. No y no es justo. ¡Vale la pena reflexionarlo!

miércoles, 12 de febrero de 2014

LA LEGIÓN Y LA CANONIZACIÓN






 
LA LEGIÓN Y LA CANONIZACIÓN

Luz María Sánchez Rovirosa

“No hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón”. Juan Pablo II. 

Marcial Maciel Degollado, nació en Cotija de la Paz, (Michoacán, México) el 10 de marzo de 1920. Su madre, Maura Degollado Guízar, quien era sobrina del Padre Rafael Guízar y Valencia, inculcó a sus hijos la piedad y la caridad cristianas, educándolos para apoyar las necesidades materiales y espirituales de los demás.

Pero ¿qué impresionante inmensidad cruzó entre su niñez y la vida elegida por Marcial Maciel? ¿Un puente agrietado y tiznado por el humo negro de las velas con las cuales miles de legionarios, es decir, la elite católica, iluminaban al “Padre”? ¿Un puente de proezas deformes y expectativas desviadas?

¿Dónde se perdieron la piedad y la caridad cristianas que tanto se afanó su madre en inculcarle? ¿De qué persecución hormonal o genética se hizo acreedor el señor Maciel durante su gestación, que lo marcaron para inclinarse de tal modo a la concupiscencia?

Ante un tema tan intrínseco y delicado, nos podemos acercar a ese principio, donde se debe poner en claro la diferencia entre pedofilia y pederastia. Ambas definiciones se suelen confundir, pero la gran diferencia radica en la acción. Esa denigrante acción que consuman cada día millones de desviadas personas, y que en este específico caso, llevó al fundador de “Los Legionarios de Cristo”, a cometer un grave crimen, que aquí en la tierra, en la iglesia humana, se quedó (y al parecer) se quedará impune por, los siglos de los siglos.

La pedofilia es la atracción sexual que una persona adulta siente hacia los niños o adolescentes, pero es sólo eso, atracción, algunos pedófilos nunca pasan a la acción; a diferencia de los pederastas que siempre culminan esa aberrante agresión, que conlleva a la práctica sexual con un menor de edad. Se concluye entonces, para entender bien, que todos los pederastas son pedófilos, pero no todos los pedófilos son pederastas, es decir, el pederasta es la persona que traspasa la fina línea de recrearse en la observación, para trasladarlo a un plano físico.

Hoy la vida de Marcial Maciel, como en la de tantas vidas en tantas órdenes de la -jerarquía católica- (y no católica), vuelve a poner el dedo en la llaga, poniendo en entredicho el compromiso de ser sacerdote; y expone ante el mundo, todo el nauseabundo poder que virtuosamente ejercía sobre miles de personas (de diferentes contextos), a las que les vulneró su vida para siempre, gozando (para variar) de los beneficios del tráfico de influencias de políticos y empresarios, así como del imprudente, grave y criminal silencio de la Iglesia Católica (Vaticano), lugar en el cual se sabía (y se sabe) perfectamente, tanto de las aberraciones de Maciel, como de miles de sacerdotes de todo el mundo, con la misma forma de actuar.

¿Quién era Marcial Maciel Degollado, un “legionario” del Regnum Christi, un violador de los cánones de la  Iglesia Católica y de las leyes del mundo y un asqueroso ladrón de inocencias y sueños infantiles por antonomasia, que increíblemente intentó en vida, ser distinguido como un santo?

Se reabre (¿?) este capítulo que no ha sido cerrado (por más que el clero se ha afanado), porque tenemos enfrente la canonización de Juan Pablo II, el próximo 27 de abril; y cuesta trabajo aceptar y entender (por más méritos celestiales), cómo se hizo acreedor de tan alta distinción de manera tan pronta, si cobijó hasta el final de su vida, la vida de aquellos que con sus desenfrenos y debilidad por la carne, destruyeron otras muchas vidas.

Indiscutiblemente, el daño es muy grande, comparable con un acto terrorista que cultiva sentimientos de desprecio hacia la humanidad; que se manifiesta en una patología de venganza y desesperación del daño sufrido en sus propias vidas, dejando siempre la incertidumbre del futuro.

Efectivamente, todo ser humano es imperfecto, es pecador y por lo tanto, nadie puede lanzar la primera piedra. Pero no todo ser humano mata, abusa, viola o destruye vidas.

Dios, que sí es nuestro Padre, ama a los pecadores, pero no el pecado. El señor Maciel ya fue juzgado por Él, por sus pecados; y como pecador, justo estará donde tiene que estar.

Aquí abajo tristemente, su crimen se quedó sin justicia, en un caso que hubiera tenido una defensa absurda. Perdonamos a los que nos ofenden, porque también ellos perdonan nuestras ofensas; y porque el perdón es ante todo una decisión personal, una opción que tiene el corazón, y que va contra el instinto espontáneo de devolver el mal por el mal. Y como ejemplo Divino, sencillamente tenemos aquel, que se invocó desde la cruz: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). ¡Vale la pena reflexionarlo!