“PAMBA
A SAMY”
Luz María Sánchez
Rovirosa
“Lo más atroz de las cosas
malas de la gente, es el silencio de la gente buena”
Recuerdo hace muchos años, (como
si la estuviera escuchando de nuevo), la historia de Samy víctima de acoso
escolar (bullying), con mucha, demasiada violencia que terminó (como casi
todas), fatalmente. El relato inmerso en aquellos tiempos, no dista ser
diferente de lo que hoy seguimos siendo testigos sobre este tema.
Samy, un muchacho de 14
años, que lo marcó el destino (hijo de refugiados polacos, después de la
Segunda Guerra Mundial), repudiado simplemente (a decir del agresor), por ser
diferente, es decir, por profesar otra religión y otras costumbres, aun cuando
la escuela en cuestión, era laica.
Su agresor, quizá lo escogió
por azar y cualquier motivo era bueno. Lo estigmatizó para hacerlo sufrir
insanamente, durante su triste estadía en la escuela.
Con una facilidad
impresionante, puso a todo el salón de clase en su contra (al estilo
hitleriano), y muchos (sin valor para liderar semejante situación), encontraron
en esa –oportunidad- un goce interno lastimándolo.
Cuando el adolescente que
presidía las agresiones les gritaba “pamba a Samy”, todos se lanzaban, no solo
a golpearlo, jalonearlo y escupirlo, sino a romperle sus cuadernos, lápices y
libros; a lo cual el maestro titular del grupo (secundaria), simplemente se
limitaba a decirles: “que gachos” (sic).
Esto lo sufría Samy dentro
de la escuela, pero de regreso a casa, en el tranvía Valle, en México D.F., justo
en la antigua glorieta del Riviera (famosa por su difícil tránsito); la -fiesta
seguía- y entonces a la voz de “pamba a Samy”, los que viajaban en ese medio de
transporte (incluso los que no eran sus compañeros de salón), se le aventaban y
le tiraban sus pertenencias a la calle por los vidrios del tren en movimiento.
Y uno se pregunta: ¿Qué ser
humano puede aguantar una historia escolar diaria así? Pues bien, Samy no la
aguantó.
La violencia entre
estudiantes, es un grave problema que tiene consecuencias muy costosas para la
sociedad. El llamado “Bullying”, es una situación muy común en los planteles públicos
o privados (mientras más grandes las escuelas, más se da), sobre todo en los
niveles de educación básica y secundaria; pero las investigaciones de expertos
señalan, que este grado de violencia puede continuar durante toda la vida.
México ocupa a nivel
mundial, el primer lugar en casos de bullyin; se estima que en nuestro país, de
cada 10 estudiantes, 7 pueden ser (al mismo tiempo) víctimas, agresores y
testigos; por esta razón cuando el bullying se da desde el preescolar, es muy
frecuente que continúe durante los siguientes niveles y que muchos niños y
jóvenes que padecen esta situación, lleguen a cometer suicidio, se conviertan
en criminales, violadores, incluso lleguen a ser asesinados por sus compañeros (como
en el reciente caso de Tamaulipas).
En días pasados (“después
del niño ahogado, el pozo tapado”), el gobierno estatal de Guerrero, envió tres
iniciativas al Congreso (para su análisis), para sancionar el bullying. Con
estas iniciativas (que ojalá los diputados las analicen rápido y
concienzudamente), se busca dar protección a los derechos de los niños, y por
primera vez dentro de este marco, se da inclusión a los adolescentes.
Dice el procurador (Martínez
Garnelo) que se trata de impulsar tres leyes “especiales”, cuyo objetivo es
adecuar los instrumentos legales, para sancionar el acoso escolar, así como
brindar protección a los derechos fundamentales de los niños, niñas y
adolescentes (dentro y fuera) de las escuelas.
Los niños, niñas y
adolescentes, saben perfectamente lo que significa bullying, aunque (lógicamente)
no saben cómo lidiar con esta situación por si mismos; tanto en el papel de
víctima, de agresor o de espectador.
Pero ¿qué tanto sabemos los
adultos (padres, hermanos, docentes, gobierno y sociedad), sobre este delito
para ponerle un freno?
Por supuesto que como toda
situación indeseable, el bullying se puede prevenir desde los hogares, y por
supuesto dentro de las escuelas, capacitando a los maestros, para que se hagan
responsables y sepan manejar adecuadamente esta situación, en todos los casos.
¿Pero uno se pregunta, si el examen para evaluar a los maestros (que tanto le
ha costado a la educación), incluye temas de tal envergadura?
La intervención del
gobierno, familiares, docentes y sociedad, es la única vía posible de prevenir
el bullying. Tenemos que ser conscientes, que el acoso escolar (no atendido) puede
llevar a extremos muy peligrosos, bastante ayudado por la televisión, que se ha
convertido en un arma fatal, para hacer del bullying un estereotipo a seguir.
¿Por qué no utilizarla justo para lo contrario?
Estos problemas no deberían
existir, nacemos iguales en derecho y dignidad. ¿Por qué es tan difícil llevar
a cabo lo que nuestras leyes nos otorgan, fuera de sus textos? El bullying es
un delito que hay que combatir día a día, y la solución empezará cuando los
responsables nos sintamos comprometidos a evitarlo. ¡Vale la pena
reflexionarlo!