REHENES DE LA INGOBERNABILIDAD
Luz María Sánchez Rovirosa
“Mi filosofía me hace vivir contento con la seguridad de que el testimonio
de mi conciencia, persuaden que he procurado llenar mis deberes”. Francisco de
Paula Santander
Da tristeza –como de costumbre- observar un estado
devastado por la pobreza y la violencia; un Acapulco sucio y descuidado. Un
estado y un puerto, que esperaban ansiosos (como siempre), las promesas y las
buenas intenciones que hasta el día de hoy, no se han cumplido y que con un
-poquito del pesimismo acostumbrado-, no se cumplirán.
Pero lo más grave de que las cosas se sigan dando así,
es que todos los días cuando leemos los periódicos, nos encontramos con las
mismas noticias de cómo la violencia sigue generando muerte, desapariciones, desolación
y desasosiego; así como atónitos leemos también las mismas declaraciones de las
autoridades, mentirosas, falaces y vacías.
Más allá de la simpleza con la que el gobierno
interpreta la violencia y la narcoviolencia, y por más que se trate de suavizar
esta brutal expresión ante la sociedad, el gobierno debe hacer conciencia, que
frente a este serio problema su primordial función es garantizar a toda la
sociedad el derecho de vivir en un estado de orden y paz pública, con policía estatal,
municipal o comunitaria, con militares, o con lo que ellos decidan, porque si
no, los grupos hartos, fastidiados, molestos, cansados, abrumados, etc., seguirán
buscando esa paz, esa justicia por su propia mano, rebasando la función
obligatoria de todo gobierno.
Pero hablando de declaraciones incoloras e indoloras,
ayer sí me quedé espantada y sin habla, ante la respuesta del presidente
municipal Luis Walton Aburto, sobre Ayotzinapa.
A pregunta expresa de un diario local sobre los 43
jóvenes desaparecidos, el alcalde respondió (sin duda alguna) con la firme
convicción de la “reencarnación”, ya que comentó “Espero que aparezcan vivos,
los 43 muchachos, que perdieron la vida”. Desafortunadamente el presidente
municipal, no ahondó en el tema, y nos quedamos con la curiosidad de saber,
convertidos en qué, espera que regresen los normalistas.
Es muy lamentable que las autoridades no reflexionen
antes de pronunciar las palabras. Creo (porque quiero creer), que su intención
fue buena, pero ¿de qué manera está tan disperso de su puesto y su obligación,
pensando en la contienda que sigue, que ya no le es posible codificar el
pensamiento con la expresión? Pero ¿qué tal de bueno es para abusar de sus
influencias para quitarle el trabajo a la gente buena? Sin palabras.
Para concluir este tema, siendo testigos –vivientes-
de candidatos nobles y humanos, que se convierten en gobernantes déspotas, hoy
los acapulqueños somos rehenes de un cuadro de ingobernabilidad, que ha
afectado seriamente (desde antes del evento del 26 de septiembre del presente),
a todas las esferas del quehacer cotidiano, de la tranquilidad y confianza de
la mayoría de un pueblo (en este caso) que votó por él.
Pasando al nivel estatal, me gustaría cuestionar al
gobernador –suplente, interino, o de transición- Rogelio Ortega ¿si no ha
reflexionado que en este breve lapso de administración (que no de gobierno,
porque no tiene tiempo); tenía que avocarse primordialmente a tratar en su
máxima expresión a recuperar la paz perdida y a hacer uso del diálogo, no de un
monólogo desteñido (y que no se ve), para calmar los ánimos del agravio sufrido
por los normalistas de Ayotzinapa y sus familias, de quienes dice conocer muy
bien su –ideología-?
Y por último llegando al terreno federal, también me
gustaría saber ¿por qué, tanto el presidente Enrique Peña Nieto y su consorte
la ex actriz Angélica Rivero Hurtado, se dirigen al pueblo –tan enojados y tan
molestos-, para responder a los cuestionamientos que con todo derecho los
ciudadanos mexicanos (por quienes con sus votos, hoy tiene el poder), les podemos
hacer.
Se entiende que el Ejecutivo Federal tenga derecho a
externar su temor, pero de ninguna manera tiene la facultad para regañar al
pueblo, de la forma en la que recientemente lo hizo, y mucho menos que su
esposa, quien (aunque de forma honoraria) está al frente del DIF, institución
descentralizada, efectivamente, pero que al fin maneja recursos públicos, es
decir, de nuestros bastante altos impuestos, salga con el ceño fruncido en un
video, dando una –cuestionable información- sobre la adquisición de su –pequeña
mansión-. Con todo respeto, las cosas no son, o por lo pronto ya no son como
antaño; es decir, ya no somos rehenes de la ingobernabilidad. ¡Vale la pena
reflexionarlo!