DON FILOMENO MATA Y LUIS WALTON
Luz
María Sánchez Rovirosa
“La dignidad no
consiste en nuestros honores, sino en el reconocimiento de merecer lo que
tenemos”. Aristóteles.
En el número 200, correspondiente al domingo 8 de mayo de 1887, Filomeno
Mata dedicó una edición especial de su periódico “Diario del Hogar”, al triunfo
del General Ignacio Zaragoza (en Puebla de los Ángeles), quien el 5 de Mayo de
1867, derrotó a los invasores franceses, con lo cual obligó a Napoleón III
abandonar sus proyectos de crear un gran Imperio Mexicano.
El artículo provocó la molestia de muchos colegas, que inmediatamente
lanzaron ataques a don Filomeno, llamándole entre otras cosas -traidor y revolucionario-;
a lo cual respondió: “Revolucionario es una característica que deben poseer
todos los hombres que deseen ver a la patria engrandecida y completamente libre
de tiranías, porque la palabra "revolución” no quiere decir revuelta,
“revolución” significa el progreso, significa la evolución de las ideas, la
transformación del pensamiento que jamás debe ser estático, fijo o inmóvil”.
Polémica periodística sostenida por Filomeno Mata (una de las más
interesantes que registra la historia del periodismo en México), que duró
varios meses, hasta que los editorialistas de “El Nacional”, “El
Observador", y de otros periódicos de la época, carecieron de argumentos
para rebatirlo. Sin embargo poco después, serían esos enemigos de pensamiento,
quienes lo denunciarían como instigador del pueblo, para derrocar el régimen
del General Díaz.
Al finalizar el año de 1887 el General Porfirio Díaz -decidió quedarse una
vez más en el poder-. Todos los periodistas aceptaron apoyar esa reelección
menos uno: Don Filomeno Mata, quien ese día llamó a sus redactores y les
planteó la situación. Los que estuvieran dispuestos a continuar con él,
contarían con su eterno agradecimiento; los que prefirieran marcharse podrían
hacerlo. Cada quien era libre de pensar como mejor les conviniera y de escoger
el camino que creyeran más justo, y Don Filomeno Mata, no sería quien estorbara
su libertad de pensamiento y expresión.
Entre los que se quedaron a su lado, firmes en sus convicciones de hombres
libres y honestos, de periodistas auténticos y no de aduladores, se encontraba
Ignacio Manuel Altamirano, que (como costumbre de este país), más tarde habría
de padecer las consecuencias de su firme decisión.
Sale
a colación este interesante tema, como un breve prólogo para introducir al
artículo sobre la censura a la libertad de expresión, que es un derecho humano,
señalado en el artículo 19 de La Declaración Universal de los Derechos Humanos
de 1948; considerada también dentro de las constituciones de los –sistemas
democráticos- (como se supone México).
De
este derecho, se deriva otro importantísimo también: la libertad de prensa. Este
derecho es definido como un medio para la libre difusión de ideas para la auténtica
participación política (Democracia); de allí, que esta libertad, es la
exposición y discusión de los informes, ideas y convicciones, con el único fin
de obtener el conocimiento y la verdad, dentro de normas implícitas de
conducta, que aseguren siempre respeto mutuo. (En este caso, entre periodistas
y autoridades).
Así
que es muy importante considerar la madurez política de las autoridades, para
que garanticen la libre expresión y la libertad de prensa, así como la difusión
del pensamiento y de la opinión de quienes ejercen el periodismo, sin más
censura que las dispuestas en La Constitución.
La
censura política existe, cuando un gobierno trata de ocultar, distorsionar, falsear
la información o en su defecto, cuando ganan los privilegios de una persona
sobre otra.
El
gobierno en su momento, tiene el poder y muchas veces lo ejerce injustamente,
con algunas de sus distorsionadas formas de actuar: que son el bien ponderado
soborno, también conocido como “chayote”, el encarcelamiento, incluso el
asesinato, y en el caso de Luis Walton, arruinando carreras.
Don Filomeno Mata, fue un personaje a quien se reconoce como un “periodista
incómodo” (obviamente, para el gobierno), que en la última etapa del régimen porfirista,
estaba tan acostumbrado a ir a parar a la cárcel a causa de la publicación de
sus escritos, que sabedor que sus comentarios iban a irritar al gobierno, ya
tenía hecha la maleta, para visitar la prisión otra vez. Hoy, las cosas en el
país han cambiado, pero desafortunadamente no lo suficiente, para librar a
México de su tortuoso proceso de democratización.
P.D.
Y “por si las dudas”, como Don Filomeno Mata, ya tengo lista la maleta atrás de
la puerta, porque como dice en el bello poema “Espinelas” mi admirado Díaz
Mirón: “Humillarme, ni ante aquel…” ¡Vale la pena reflexionarlo!