miércoles, 20 de mayo de 2015

LA MEMORIA FALSA





LA MEMORIA FALSA

Luz María Sánchez Rovirosa

“El que habla en exceso y sin cordura raras veces pone en práctica lo que dice. El hombre noble nunca teme que sus palabras superen a sus obras”. Confucio.

En el orden exclusivamente profesional, la memoria humana es la función cerebral resultado de conexiones sinápticas entre neuronas, mediante la que el ser humano puede retener experiencias pasadas

La memoria es un proceso psicológico, que sirve para almacenar información codificada. Esta información puede ser recuperada, unas veces de forma voluntaria y consciente y otras de manera involuntaria. Pero p
osiblemente lo más importante de esta maravilla de la naturaleza para cualquier ser humano, es su capacidad para almacenar vivencias y experiencias, para de ellas poder atesorar recuerdos, corregir errores y beneficiarse en su vida actual y futura.
 
Los mecanismos que rigen el funcionamiento de este grandioso proceso humano, funciona con tal grado de perfección que la persona (en su sano juicio), apenas es consciente de que todas sus acciones y su comunicación verbal, dependen del correcto trabajo de su memoria; sin embargo y desafortunadamente la memoria falla, ya sea de manera momentánea y circunstancial o de manera permanente, debido a innumerables sucesos físicos, tal como enfermedades degenerativas como el Alzheimer, por factores genéticos; la demencia senil o accidentes vasculares, etc.
 
Pero en este caso que hoy me aflige y a propósito de campañas y elecciones, existe un fenómeno llamado memoria falsa, que se define como una serie de recuerdos de detalles o eventos que no sucedieron o que son distorsionados si es que realmente ocurrieron, es decir, la memoria humana es tan sensible, que es completamente vulnerable (por diferentes circunstancias), a cambiar o tergiversar la información que almacena.
 
La memoria, es un tema complicado, delicado y profundo, incluso para los investigadores y expertos en el tema, pero lo que sí es un hecho común y corriente, es que cada quien recuerda lo que quiere recordar, y olvida lo que quiere olvidar.
 
¿Pero por qué tomar este tema tan complejo como preámbulo del artículo? A días de que concluyan las campañas con la realidad en las urnas el 7 de junio, todavía nos podemos percatar, que algunos de los candidatos para todos los puestos que están en juego, padecen -el síndrome de la memoria falsa-, que llega a ser tan grave, que raya en lo patológico y compulsivo. Y así los vemos, en un trajín de convencimiento a los electores con una serie de mentiras, que patéticamente ellos las manejan como su verdad, porque –de verdad- se la creen.

Hay dos casos específicos para ilustrar y muy bien esta afirmación: Luis Walton Aburto y Zeferino Torreblanca Galindo. Como ciudadanos responsables, debemos estar muy pendientes sobre en la capacidad de gestión de estos candidatos específicamente, porque ellos ya ostentaron el “poder”, es decir, ya tuvieron la oportunidad de gobernarnos o más bien de demostrar el “cobre”, y esto es un importante indicador de su calidad o de su rapacidad como políticos.
Las historias de estos dos –personajes políticos-, no la vamos a platicar aquí, porque la mayoría de los que no fuimos beneficiados durante sus gobiernos por derecho propio (porque así lo marca nuestra Carta Magna y porque pagamos puntualmente nuestros impuestos) dentro del -bien común-, que es a lo que se tendrían que haber avocado, sentimos en carne propia el rigor, el desprecio, la soberbia y la pesadumbre, de haber sido usados como ciudadanos, para el beneficio personal de los susodichos y de sus anexos, dejando un estado y un municipio con su geografía y la mayoría de su gente devastados.
Entonces la -tenebrosa pregunta surge-: ¿Qué diablos están haciendo como si nada en campaña, repitiendo mentira tras mentira como “cuchillo de palo”, taladrando las mentes de la gente buena con “maravillas” que nunca  existieron, ni existen, ni existirán, pero que ellos a base de fabricarlas en sus mentes y memorias perversas y engañosas, se convencieron que fueron reales, y junto con sus –privilegiados allegados-, lo sostienen y lo re sostienen.
¿Qué podemos esperar de estas dos personas que despedazaron o terminaron de despedazar el barco del estado de Guerrero y del municipio de Acapulco, el cual hoy, cínicamente quieren nuevamente timonear?
Amén de la capacidad para gobernar, no podemos dejar a un lado, las cualidades que las personas interesadas en gobernarnos deben de poseer, tal como son la calidad moral, entiéndase, la honradez, la transparencia, la humildad, la entrega personal; reflexionando que son simple y sencillamente administradores (por un tiempo) del dinero público, es decir, del pueblo única y exclusivamente para el bien común, y que están allí para servir dignamente a la sociedad, a esa misma, que los lleva a ocupar ese distinguido y privilegiado lugar, desde donde se pueden evaluar los acontecimientos sociales, políticos y financieros de cualquier ciudad. Y aunque quizá suene repetitivo, Luis Walton Aburto y Zeferino Torreblanca Galindo, por experiencias fallidas, no inventadas, no la tienen. ¡Vale la pena reflexionarlo!

jueves, 7 de mayo de 2015

"A QUIEN LE QUEDE EL SACO...QUE SE LO PONGA"





“A QUIEN LE QUEDE EL SACO…QUE SE LO PONGA”

Luz María Sánchez Rovirosa

“Lo cortés no quita lo valiente” Refrán popular.

“La soberbia es un deseo desordenado de sobresalir; “la elevación defectuosa del apetito", nos dice Tomás de Aquino; y no es muy difícil detectar que la felicidad que busca el soberbio, la mayoría de las veces está en manos del aplauso ajeno y del alago, por lo que tiene una base y un soporte muy débil.

¿Pero por qué la introducción sobre la soberbia? Porque deseo enrolar en este complicado tema a la crítica, acción que es relacionada frecuentemente a la polémica, ya que muchas veces al hacerla, se produce un desacuerdo entre dos o más opiniones.

Llegando al punto que hoy me ocupa y me preocupa, algunas personas sostienen, que en especial la crítica política generalmente es un argumento adverso que daña a los actores y por ende la sociedad de un país, de un estado, de un municipio o de una comunidad, y en algunos casos, sostienen fervientemente, que atenta contra el orden público.

Pero pese a todos estos argumentos, la crítica política es un mecanismo indispensable, que permite debatir los asuntos de interés común en su más amplio sentido; siendo muy necesario dentro de un -sistema democrático-, donde la participación de la sociedad no debe restringirse únicamente a ser simples ciudadanos sin voz (pero curiosamente sí con voto); sino una sociedad con civismo y con iniciativas de contribución, mediante su opinión en la gestión pública.   

Me sumerjo en este peligroso mar de la política (hoy en franca actividad), ya que todos los candidatos al puesto que sea, están tratando de dar su mejor cara a los ciudadanos, quienes ya sea por costumbre, por necesidad, o porque la esperanza es lo último que muere, los siguen según sus preferencias partidistas, y los cobijan tratando de que entiendan que estarán con ellos hasta el final, es decir, hasta que obtengan el triunfo anhelado.
 

Un candidato cegado por la soberbia, con un ego inflado, no escucha y no es capaz de aceptar críticas ya sean constructivas o no, por lo tanto, es obvio que no va a corregir las fallas o el rumbo de su campaña si acaso ésta va por mal camino, y él no lo advierte.
 

Penosamente, un candidato que se escuda en la soberbia, definitivamente es por la ausencia en su estrategia política; es decir, aquel candidato que va de acto en acto, diciendo lo mismo, sin tener un plan o programa, no llegará a realizar una campaña exitosa. Si no tiene un discurso diferenciado, si hace actos de campaña sin ton ni son, sin planear, actos que son simples acarreos o actos de simulación, y se lo señalan, tendrá que recurrir imperiosamente al orgullo y a la soberbia como herramientas de defensa.
 

Desde que los postulantes están tratando de acceder a cualquier -jerarquía de poder-, saben perfectamente bien que como personas públicas, trabajarán en un quehacer público, y lo más importante es que lo harán con dinero “público”, es decir, dinero del pueblo (vía tributos) al que sirven o servirán; tienen que entender que no toda la gente va a estar de acuerdo con sus propuestas, o en su caso, con la forma de ejercerlas.

Puede uno estar muchas veces de acuerdo y otras no al simpatizar con algún candidato de forma civilizada, pero no entiendo por qué se enojan tanto algunos políticos y casi siempre sus porristas, cuando se les hace una crítica, que no sea para agradarlos.

Cualquier análisis serio del panorama político de nuestro país, hoy especialmente en el estado de Guerrero y en el municipio de Acapulco, debería hacernos reflexionar que la inclinación genuina por algún participante en períodos de excitación mental, es decir, en tiempos electorales, no deben ser, para adular al preferido o denostar al no querido, por purísima conveniencia. Y con la pena, a quien le quede el saco, que se lo ponga. ¡Vale la pena reflexionarlo!

P.D. Alguien me puede contestar con cordura: ¿Cómo es posible que Benito Manrique Contreras, hoy –presunto- responsable del homicidio de Braulio Zaragoza Maganda quien fuera secretario estatal del PAN, estuviera postulado como segundo síndico en la planilla de Zeferino Torreblanca, para la alcaldía de Acapulco?