miércoles, 30 de diciembre de 2015

¿EL AÑO NUEVO, ILUSIÓN O ILUSIONISMO?







¿EL AÑO NUEVO, ILUSIÓN O ILUSIONISMO?


Luz María Sánchez Rovirosa


“Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo” Facundo Cabral.



¿La participación ciudadana qué podría hacer (además de comités y consejos con intereses particulares), para lograr sacar al estado de Guerrero del atraso, la pobreza; de la marginación social, política y económica, de la corrupción; de la violencia e inseguridad en que se encuentra sumido actualmente?

Hablar de un mexicano, de un guerrerense, de un acapulqueño participativo, estoy convencida que sería lo óptimo, lo ideal y lo correcto; si el gobierno lo permitiera; y si la ciudadanía sintiéndose tomada en cuenta no se politizara. Pero como desafortunadamente esto es cada día más difícil (por no decir imposible), hoy casi al declinar el 2015, hablaremos de la ilusión.

La ilusión es la esperanza puesta en alguna cosa positiva, como un sueño, un sentimiento de alegría, en un proyecto que de verdad deseamos que se realice, que se cumpla. Y la ilusión óptica (ilusionismo), es una imagen mental engañosa provocada por la imaginación o por la interpretación errónea de lo que perciben los sentidos. Muy diferentes, pero al final, ambas son ilusiones.

Las comparaciones con el pasado (para algunas personas) que tienen el convencimiento de que cualquier época anterior fue mejor; quizá no sea lo más sano; sin embargo, igual pero de atrás para adelante ya lo reza el refrán que dice: “nunca segundas partes fueron mejores”.

Así que de vez en cuando, hablando de ilusión y de ilusionismo político, específicamente en este caso que nos atrae, es decir, en los nuevos (¿?) gobiernos del estado de Guerrero y del puerto de Acapulco, el primero del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y el segundo del Partido de la Revolución Democrática (PRD); no hay más remedio que cotejar y reconocer que en estos tiempos tan avanzados en tecnología y en contraposición a otros que ya son historia, se cometen las mismas barbaridades, injusticias, esclavitudes y se protagonizan salvajadas, robos, engaños, delitos y tonterías igual que antes, pero con aires de “sofisticación”.
 
No hay necesidad que sucedan desgracias naturales como terremotos, huracanes, tsunamis, o accidentes que provoca el hombre con su falta de respeto a La Madre Naturaleza, o campañas electorales, para hablar de pobreza y marginación, pero sobre todo para hablar y llegar a la acción de los planes de desarrollo que todos los gobiernos (sin excepción), deberían contemplar siempre.

Los políticos de todo color, tiempo y lugar, en vez de todas sus demagógicas manifestaciones (sobre todo electoreras), deberían sentir cada día, de cada año con el mismo fervor, cómo la gente se muere de hambre; cómo cada día se mueren cientos, miles de niños, sin tener ni agua, ni comida, sin atención médica, ni medicinas, sin educación, sin Derechos Humanos, es decir, sin ser tomados en cuenta.

La pobreza en el mundo sobrepasa por mucho, lo que la razón permite, es aberrante ver, ser testigos y cómplices, cómo demasiados países invierten y se gastan cada año, miles de millones de dólares, de Euros y también en pesos, en armas, en drogas, que solo sirven para provocar y acrecentar la grave patología de la depredadora raza humana.

Adelgazando la geografía mundial, sin detenernos (por el momento) en la nacional que es muy delicada también, volvemos a aterrizar en este lánguido estado de Guerrero, en donde las injusticias cada vez son más impudorosas y sin ninguna excusa (por más que traten) que le sirva al gobierno de justificación.

Así que después de tanta –lujuria política-, y supuestos y envilecidos –intentos de transición-, en la actualidad, nuevamente con un gobierno priísta encaramado en la “silla del estado”; el cambio, la democracia y toda ilusión, es un lujo que no se puede uno dar, porque no ha lugar a la participación natural y cívica de la gente, ya que el ilusionismo político que tan bien manejan los gobiernos tricolores, ha devenido en una economía que no está encaminada al bien común.

¿Cuándo será el tiempo de los rebeldes, no el conformismo y la inercia del tiempo que nos tocó vivir? Falta de un buen gobierno, falta de ética, de moral, de valores, de dignidad, de honestidad, de humildad, de humanidad. Falta de preparación, de estudios, de cultura, pero curiosamente no de imaginación para la manipulación y el engaño.

¿Será posible que no exista alguna manera para que volvamos a ilusionarnos y para que la democracia sirva para gobernarnos y no para que nos encadenemos al ilusionismo político? ¡Vale la pena reflexionarlo!


P.D. De corazón les deseo, que este año por llegar nos conserve la esperanza de que un mundo mejor, si es posible. FELIZ AÑO 2016.

sábado, 26 de diciembre de 2015

NAVIDAD Y POLÍTICA





NAVIDAD Y POLÍTICA

Luz María Sánchez Rovirosa

“Que en estas fiestas renazca el amor y la luz de la esperanza, y que la esperanza se transforme en maravillosa realidad”.
“La justicia es Divina, la injusticia somos nosotros”

Hoy quisiera dividir este artículo en dos partes; ya que no se puede dejar de lado la cotidianeidad del estado de Guerrero y del puerto de Acapulco, de frente ya ante la temporada navideña y vísperas de año nuevo, con la llegada tan esperada de los vacacionistas. La segunda parte obviamente tiene por objetivo hacer una reflexión ante estas fiestas religiosas, sociales y para mucha gente de un merecido descanso y esparcimiento.

Empezaré por hacer una breve remembranza del reciente desenlace de las contiendas electorales, y podemos estar seguros (dando el beneficio de la duda), que el intento de política tanto del estado de Guerrero como del municipio de Acapulco, sin duda tendría en algún momento, buenas intenciones.

Pero ante todo este grave producto de -manipulación mediática y desinformación ideológica-, tiene un carácter cada día que pasa, significativamente más negativo para la vida del estado y del puerto; donde diariamente se destroza la propiedad pública y privada; donde el desaliento social lo provoca desde las mentiras, las promesas incumplidas, el desdén, una amenaza, un susto, hasta un secuestro, un atentado, o un crimen, incluso (si así lo deciden) político.

Y en ese marco (con especial definición) político ¿Dónde encaja la miseria, la pobreza, la carencia de lo indispensable para el medio sobrevivir de la mayoría de los habitantes de Guerrero y de Acapulco siempre en los últimos lugares de progreso y del respeto a los Derechos Humanos? O dicho de otra manera: ¿Qué se considera en estos lares cómo una injusticia social: matar o dejar morir?

La clase en el poder trata de jugar con la psicología de las personas, con sus sentimientos, con sus emociones y decepciones, con el único fin de encauzar (a donde les conviene) cualquier signo de descontento; diluir y desviar la atención del impacto de cualquier -violencia estructural-, sin mencionar jamás en la miseria de su retórica, las consecuencias que persiguen con su egoísmo político.

¿Repugnancia, miedo, pánico, por lo que va a suceder, conociendo lo sucedido? Los actores políticos que danzan alrededor de este melancólico estado, nunca han hecho ningún esfuerzo por fingir respecto a sus intereses bien definidos (y ni Héctor Astudillo, ni Evodio Velázquez son la excepción).

Para concluir con la parte política porque lo amerita, y dirigido al gobernador y al presidente municipal, la Carta Magna, reconoce el derecho de todo ciudadano a la Libertad de Expresión (con mayúscula), por ello, alzo la voz para decir que a la sociedad civil organizada o no, sí nos corresponde participar y opinar sobre el destino de nuestro estado (incluido Acapulco), como productores y proveedores del financiamiento público (que los gobernantes y servidores públicos demasiadas veces olvidan); porque ya nos cansamos que nos ninguneen los políticos prepotentes.  ¡Vale la pena reflexionarlo!

Pasando al siguiente tema, la Navidad, aun cuando para muchas personas es un tiempo de fiestas y entusiasmo (justificado); significa primordialmente para otras, ese manto protector que envuelve al mundo durante estos días, en que se recuerda el nacimiento de Jesucristo. 
Celebramos como cada familia lo acostumbre o sea su tradición de esta época.  Lo importante es encontrar el equilibrio entre el verdadero significado de la Navidad y las fiestas sociales. 
La Navidad (y siempre), es una oportunidad para contemplar el gran misterio de Dios, quien hecho hombre vino a salvarnos. La celebración de la Navidad nace en algunos de nosotros al reflexionar sobre este hecho, aun cuando participemos de las fiestas y compartamos los regalos,  el árbol, las luces, los adornos y el pesebre, una rica cena, para crear también ese ambiente de oración y buscar el encuentro personal con Dios por medio de Jesús. Podemos y debemos conservar el hermoso sentimiento de la esencia de la Navidad. 
En esta temporada abundan las sonrisas, los abrazos fraternos, los buenos deseos, la solidaridad, el ambiente de paz y tranquilidad, pero sobre todo el perdón y el amor. Y a pesar de que no hay una explicación científica para los cambios que experimentan las personas en estas fechas desde el punto de vista emocional y psicológico, asombrosamente el -Espíritu de la Navidad-, es un estado de ánimo al que se llega, debido a la predisposición de ser feliz ante la esperanza de que al inicio de otro año, siempre encontremos algo mejor. 

P.D. Con mis sinceros deseos de paz y armonía, pero sobre todo salud, para todos ustedes y sus queridas familias. FELIZ NAVIDAD, Dios les bendiga!!!  

domingo, 13 de diciembre de 2015

"VIVE GUERRERO UN NUEVO MOMENTO" ¿DE VIOLENCIA?







“VIVE GUERRERO UN NUEVO MOMENTO” ¿DE VIOLENCIA?

Luz María Sánchez Rovirosa

“Tener miedo es uno de nuestros sistemas de protección. No sentirlo es tan peligroso como vivir dominado por él”.

Sentir miedo en Acapulco hoy en día es una desagradable costumbre que se extiende cada día más entre la población: basta con abrir la puerta de tu casa. Ya no es necesario caminar por una colonia desierta por la noche, para saber que corres peligro y sentir miedo. Ya no se necesita que un grupo de individuos con aspecto amenazador se interponga (en coche, moto o a pie) en tu camino y que sientas el aterrador “no hay escape”.


El miedo es un sentimiento inherente al ser humano y muchas veces moldea nuestra vida diaria, porque adquiere mil caras y se extiende a todo tipo de situaciones. En el caso de una desmesurada violencia sin control y que se prolonga demasiado, produce un miedo y una ansiedad tan intensas, que se corre el riesgo de convertirse en algo peligroso y patológico.

Sin embargo, muchos pensarán que exagero, ya que es difícil definir el miedo, porque es una sensación, pero muchas veces un sentimiento justificado que se experimenta por haber sufrido, ya sea en carne propia o con alguien muy cercano, experiencias tremendas que nos evocan ese pasado, que tantas veces nos eriza el cabello.

Sin duda alguna, se puede admitir que en Acapulco los hechos violentos nos han rebasado, pese a que el gobernador Astudillo tiene otra impresión ya que en recientes declaraciones señaló: “yo creo que ha habido problemas, pero también hay operativos que han ido más a fondo, el caso de los operativos en escuelas es muy importante, el dato que tenemos es que hay cien escuelas, se disminuyó a 30 escuelas inseguras, el resto están resguardas y protegidas, operación que se está haciendo, si ustedes observan esta parte en algunas partes ha disminuido, el asunto es que es lamentable lo ocurrido al director de Recursos Humanos, y que hasta el momento se había mantenido libre de incidente, cuando menos en la zona turística” (sic).

Discrepando de las extrañas declaraciones del gobernador Héctor Astudillo (porque son miles las muertes lamentables); desde hace ya tiempo y con curiosidad, he venido observando que los hechos violentos que nos agobian y que nos agobian mucho, no son exclusivos del crimen organizado, sino aun cuando efectivamente esta violencia puede derivar de esas acciones delictivas, ya se manifiesta claramente una patología criminal diferente, y que es propia de la injusticia, el oportunismo y de la impunidad.

Este es un tema muy controversial que amerita por parte del gobierno un serio debate de altura con personas expertas; (y que Osorio Chong, solo escuche), con el fin de que las políticas públicas a implementar en contra de esta violencia que nos abruma, puedan ser las adecuadas y eficientes, en cuanto a seguridad; pero sobre todo, para que los actores del gobierno (federal, estatal y municipal), no se estén gastando la “pólvora en infiernillos”.

Con mucha tristeza vemos a Acapulco sumido en un profundo deterioro y sintiendo una desolación inmensa, al constatar que lo que otrora fue el puerto más hermoso del Pacífico, se ha convertido en un pueblo fantasma.

Y ante toda esta atrocidad, me asalta la duda de que no podamos tener una nueva oportunidad de ver un cambio y por ende progreso. La pregunta se me atora en la garganta porque quiero, quiero de verdad ser optimista pero francamente no puedo ¿Cómo pretendemos un cambio, si para renovar se necesita precisamente un cambio? Y con todo respeto en Guerrero y en Acapulco hemos sido testigos que los escombros se re usan como parches mal pegados, y la basura se recicla una y otra vez; es decir, vemos exactamente las mismas y desvencijadas estructuras -con lo y los mismos “actores” dentro de ellas-.


¿Cuántos años tendrán que pasar, cuántos alcaldes, cuántos gobernadores, para devolverle la dignidad al puerto y a su gente? Una aberración que siempre en un principio es rescatable; pero cuando las cosas en el estado y en el puerto de Acapulco están tan complicadas y fuera de control (política, financiera y socialmente), la visión a corto, mediano y largo plazo para estos nuevos gobiernos la tenían que haber puesto en otro horizonte, en el cual la corrupción, la impunidad, la inseguridad, la conveniencia, el egoísmo, nepotismo, la insensibilidad y la injusticia de una administración, nunca más debería permitir y permitirse brincar la línea que separa lo humano de lo inhumano. Juzgue Usted. ¡Vale la pena reflexionarlo!

viernes, 4 de diciembre de 2015

DESPEÑADERO Y AGONÍA











DESPEÑADERO Y AGONÍA

Luz María Sánchez Rovirosa


"Sólo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores." Benjamín Franklin.


-77 largos años deberían haberse cumplido-, desde la consolidación de la -Expropiación Petrolera-, bajo el mandato del entonces presidente de México Gral. Lázaro Cárdenas del Río. Hoy su homólogo Enrique Peña Nieto, justo en la mitad de su camino (que ya perdió), parece haber olvidado también, la cantidad de veces que reiteró (en muchos lugares, incluido el extranjero), que PEMEX no se iba a privatizar, ni a vender; pero los (acertados) subliminales que rodearon a la iniciativa y después a la reforma energética, nos hicieron pensar (y pensar bien), que así iba a suceder, y infortunadamente, así sucedió.

Desde la fecha de la Expropiación Petrolera, 18 de marzo de 1938 (derivada de la implementación de la Ley de Expropiación y del artículo 27 de la Constitución Mexicana), en México habíamos vivido orgullosos de nuestro petróleo, primeramente por las ganancias que nuestro codiciado “oro negro” otorgaba a la nación y que eran muchas, tantas, que prácticamente el país vivía de ellas, a pesar de la insaciable ambición y el abuso de los gobernantes y de los líderes sindicales.

La energía es prácticamente lo que mueve el desarrollo económico del mundo, y México, no es la excepción; la energía está relacionada con toda la esencia de la vida cotidiana. La energía en México, no es sólo hablar de petróleo (como crudo), o hablar de PEMEX (como empresa). La energía es simple y sencillamente hablar de todo, de los usos y consumos que afectan o privilegian la vida de todo país.

Por ello ha sido imposible entender los sueños guajiros de una tropa (en beneficio propio), de extravagantes y extraños miembros; para una sociedad (en su mayoría), temerosa (con razón), que desde entonces hasta hoy, habla, comenta y lucubra sobre la privatización de PEMEX, es decir, de la venta de nuestro patrimonio nacional, sobre todo, a la Iniciativa Privada extranjera.
Por supuesto que entrando o no en razón, hoy ese hecho es una realidad sin posible margen de error; ya que son demasiados los intereses, económicos, políticos y de poder, que genera el petróleo para los gobernantes en México, conociendo su intrínseca historia.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto (en crítica constructiva), se encuentra en una grave situación, justo a la mitad de un rumbo que lamentablemente extravió. Podemos hablar que (quizá), lo más relevante que hasta hoy ha tenido su -nefasto gobierno- y que tanto le festejaron, fue el poder de manipulación de sus asesores (vía bono financiero), para meter al aro a los partidos (o a sus jefes) de oposición y lograr que “blanditos” ($$$) firmaran -El Pacto por México-, una auténtica vacilada que en rebelión (no sabemos a ciencia cierta, por qué), los “Panaderos”, los “Chuchos” y anexas, un día sí y otro también, le dan la espalda.

De esta falsa y mediática estrategia, se suponía que partirían todas las líneas que le darían vida a este gobierno y que “movería a México”, que hoy, en la mitad de su quehacer y a pesar de los inválidos esfuerzos, se “despeña” y agoniza.

Faltan muchas cosas por mencionar, otras muchas por venir. ¿Qué nos depara el destino, una real intención del presidente Enrique Peña Nieto y su equipo de administrar bien (lo que es su obligación) y de transformar México? ¿O tan solo una simulación con altos beneficios mediáticos y propios, pero poco sustanciales (para variar), para el pueblo de México?


Más allá de los obtusos discursos del presidente Enrique Peña Nieto; más allá de las expectativas maravillosas que él ha descrito (que se las cree) y que aún describe; más allá de la diferencia entre privatizar y vender, que no sabe cómo explicar; hay una cuestión demasiado importante a la cual el ejecutivo no se ha referido, y a la que debemos prestar mucha atención ¿Qué vamos a hacer los mexicanos sin nuestro petróleo? ¡Vale la pena reflexionarlo!