“NI QUIERO, NI PUEDO COMBATIR LA POBREZA EN GUERRERO”
Luz María Sánchez Rovirosa
El villano trata bien a quien lo maltrata, y maltrata a quien bien lo trata. Anónimo
“Ni
quiero, ni puedo, ni debo combatir el narcotráfico” Zeferino Torreblanca.
Muchos
ciudadanos nos preguntamos una y otra vez ¿Por qué siempre cuando un candidato
o ex gobernante llega o está por llegar –a las alturas-, se les adorna como
árbol de Navidad de centro comercial; y por qué se esperan hasta que los
gobernantes se van, para sacarles los trapitos al sol? La respuesta aunque
parezca sencilla, se pierde en un laberinto de complejidad.
Desafortunadamente
las cosas no son tan fáciles para los que vivimos en el patio de atrás de la
casa de los gobernantes. Las canonjías que disfrutan los que son, ya fueron o
serán inquilinos (en este caso) de Casa Guerrero, sí que las hacen valer; más
aparte el fuero que les permite disponer del poder y del dinero manejado a su
antojo, encarando con tal cinismo los desperfectos que dejan, que hasta
pretenden volver.
Hoy
cuando hay y deambulan por cualquier rincón del estado de Guerrero demasiados
candidatos para cualquier puesto que se nos pueda ocurrir, me detendré para externar
un par de observaciones sobre el brote psicótico del presunto regreso de Carlos
Zeferino Torreblanca Galindo como candidato a la alcaldía de Acapulco
(nuevamente), pero ahora disfrazado de blanco y azul, es decir, por el Partido
Acción Nacional (PAN).
Entrando
de lleno al tema que a su servidora abruma, he quedado estupefacta con el
pretendido –retorno de los brujos- (Zeferino y sus achichincles), para hacerse
cargo, o más bien hacerse dueños del maltrecho y con mucha pobreza municipio de
Acapulco
Vale
la pena mencionar, que quizá cuando Zeferino ocupó el puesto de presidente
municipal de Acapulco, haciendo sus pininos políticos, su tarea sin ser
relevante, fue aceptable, y como por aquel entonces todavía no estaba poseído,
la ciudadanía le refrendó su confianza para hacerlo llegar al gobierno del
estado, con nuestro sufragio.
Pero
ya bebiendo las pociones con las que el poder les nubla el entendimiento (si es
que lo tenían), y las tablas que adquieren brincando de un puesto público a
otro, la cosa cambia; y en el caso de Zeferino, cambió.
Así
que me parece justo hacer un breve recordatorio de la actitud que adquirió
Zeferino cuando fue gobernador (en tiempos más recientes), y es importante que
los ciudadanos consideren profundamente, aquella respuesta que a muchos nos
cimbró, al cuestionamiento de un periodista sobre la pobreza extrema, que como
–alerta roja- nos mandó sin ningún miramiento, y que decía: “Ni quiero, ni
puedo combatir la pobreza en Guerrero”. Palabras que seguramente resuenan en
muchos oídos y corazones, sobre todo de la gente necesitada; pero que
desafortunadamente quizá muchas más, ni siquiera la recuerden.
La
educación en Guerrero en su gobierno, sin palabras ¿De qué le sirvió
“cacaraquear” tanto la construcción de -un aula por día-, si durante cada día
de su administración el analfabetismo aumentó?
Y
que hablar del Sector Salud con el -caso helicóptero- y a la corrupción que lo
envolvió, dando mucha tristeza, que es un hecho que la gente aún se muere por
falta de atención y medicinas. El Presupuesto de Egresos del Estado siempre
pero siempre, debe ser usado para lo que es, y nunca desviarlo, y mucho menos
para cuestiones personales, pero el de la Secretaría de Salud debe ser sagrado.
Este abuso de confianza fue uno de los motivos por el cual Zeferino tuvo que
devolver esa partida a la Federación, y el no utilizarlos o utilizarlos mal, es
un crimen.
Ahora
bien ¿Nos sorprendió la quemazón (obvia) de los archivos de dicha dependencia?
Por supuesto que no, tristemente –casi todos- sabíamos quiénes y lo que pasó
allí durante esos seis años; más la gravísima complicidad del auditor del
estado, que le dejó como herencia maldita René Juárez Cisneros.
¿Qué
demonios hace Zeferino en Acapulco? La herencia que nos legó su gobierno, es
una aberración. Dejó todo el estado complicado y fuera de control ¿Cómo diablos
va a regresar?
¿Y
cómo se deslindará de la grave responsabilidad que tiene en el tema de la
violencia, cuando sabemos –perfectamente bien-, que fue Zeferino quien abrió el
abanico de la delincuencia, permitiendo más y más plazas de carteles en
Guerrero y especialmente en Acapulco?
¿Cómo
podría justificar que fue en su administración cuando nuestro patrimonio de
toda una vida de lucha y trabajo honesto, se empezó a devaluar en el infierno
que él construyó en esta entidad suriana?
Y
ahora resulta que Zeferino quiere ser presidente municipal y mártir. Para la
alcaldía de Acapulco, pues respetuosamente solo lo postuló el PAN, porque no
tenían harina para hacerlo con otro; y finalmente para mártir ¿su conciencia?
Si la tiene. ¡Vale la pena reflexionarlo!