LA
PETULANCIA Y LA SOLEDAD DEL CUARTO INFORME
Luz María Sánchez
Rovirosa
“Lo
bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho” Enrique Peña Nieto.
Es
importante que el pueblo aprenda a razonar, que no es cierto que las
administraciones y los gobiernos cambian con el cambio de los políticos o de
los partidos; la única transformación posible, es que quien llegue al poder
trabaje como se debe, es decir con honestidad, en un Estado de Derecho.
Lo
que se presume para un buen gobierno no es sólo la legitimación emanada de las
urnas; gobernar implica capacidad, confianza y credibilidad, que se ganarán por
medio de la generación de mecanismos suficientes y adecuados para canalizar
todas las demandas de la sociedad, en la respuesta pronta y eficaz a ellas, que
se derivan de las promesas de campaña.
Pero
¿Qué sucede cuando al paso de los años se siente y se nota por todos lados la
inestabilidad en el sistema político y ante todo ese descontrol democrático
ante la ingobernabilidad orillada por la corrupción y la impunidad? ¿Qué puede
hacer una sociedad contrariada, que está sumida en un clima de violencia
permitida por la injusticia social: atracos de todo tipo, crímenes organizados
y no, narcotráfico, reclamos públicos, marchas de protesta, manifestaciones,
paros, secuestros de instituciones, plantones, discursos, opiniones?
Las
elecciones del 2012 con el regreso del “nuevo PRI” parecía que marcaba un
–verdadero cambio-, a 12 años de un gobierno de alternancia representado por el
Partido Acción Nacional (PAN), que trajo al país un muy mal sabor de boca, tras
las fatales experiencias de una –guerra sin cuartel- que dejaron violencia e
inseguridad a su paso, sobre todo más acentuadas en la administración
inmediata, con Felipe Calderón.
Ante
este escenario y con los primeros y ambiciosos aciertos de Enrique Peña Nieto,
parecía que viviríamos en una perpetua –luna de miel- entre el reciente
gobierno y México. Pero infortunadamente demasiado rápido, los primerizos
índices de aprobación se desbalancearon, con la languidez de las
“cacaraqueadas” reformas estructurales: Energética, Fiscal, Educativa, etc.,
que produjeron (y siguen produciendo) un gran desgaste y descontento entre la
población y la opinión pública, tanto nacional, como en el mundo entero.
Con
el “rápido y furioso” trayecto de graves acontecimientos como Ayotzinapa,
Tlataya y tantas, demasiadas violaciones a los Derechos Humanos, de “sopetón”
desaparecieron de la boca del ejecutivo las palabras –inseguridad y violencia-,
como si en su vocabulario no existieran o como si nada estuviera pasando en el
país; aunado a la cínica corrupción gubernamental como –La Casa Blanca-,
Malinalco, el departamento de Miami, el “plagio” de su tesis, más lo que se
acumule, simple y sencillamente pasó a ser del –salvador que estaba moviendo a
México hacia la prosperidad-, a un hombre incapaz de gobernar sin corrupción e
impunidad, y que lo tiene hoy repudiado y sumido en el más bajo porcentaje de
aprobación, en la historia de México.
Y
ahora nos sale (ver para creer), con la burda y desvergonzada noticia de la
invitación que le hizo a Donald Trump, candidato por el Partido Republicano a
la presidencia de Estados Unidos de América, para visitar México, y quien
durante toda su campaña, ha mostrado y sigue mostrando, una profunda xenofobia
por los mexicanos (tanto por los que viven dentro y fuera de sus fronteras),
humillando al pueblo en todas las formas indignantes posibles.
Las
preguntas rezumban y suenan: ¿Para qué o con qué motivo o motivos lo quiere
Enrique Peña Nieto en México; si aún no tiene una envergadura para que lo
presente como una visita (quizá obligatoria) de Estado? ¿Será que el presidente
de La República Mexicana, tampoco conoce la dignidad?
Rumbo
al petulante 4º Informe de Gobierno, nos percatamos de cuan solitario, impopular
e ineficaz es este gobierno que hoy se encuentra en su peor momento. Con el
lema de que “Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”, quiere relevar su
pésimo actuar otro año más. Pero no se da cuenta, que los aciertos cada día son
menos y que el nivel de injusticia social, pobreza, marginación y desigualdad,
cada día cuenta más. ¡Vale la pena reflexionarlo!