jueves, 10 de noviembre de 2016

INSÓLITO





INSÓLITO

Luz María Sánchez Rovirosa


“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas”. Mario Benedetti.


La palabra insólito” proviene de “in”, prefijo latino de privación y del latín “solitus”, que significa lo acostumbrado. Es por ello que algo insólito es lo que rompe con lo usual, con lo común y lo cotidiano, dejándonos asombrados y perplejos.

Lo insólito es algo que rompe con los cánones establecidos, lo que logra llamar la atención por lo novedoso; pudiendo ser positivo o negativo y encierra en su círculo gran cantidad de actos y eventos.

Muchas conductas o acciones que al principio resultan o parecen insólitas, cuando se vuelven costumbre dejan de serlo. En el caso que hoy nos atañe, lo insólito sería, que la insólita y grotesca forma sobre el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca (a través de la incitación al odio, al encono, a la aversión, a la abominación, etc.), se volviera costumbre.

Aterrizando en una espeluznante realidad mañanera, tras una jornada electoral dramática en Estados Unidos, el republicano Donald Trump, abatió de manera contundente a su rival demócrata Hillary Clinton; por lo cual se convierte en el presidente número 45 de ese país, después de este insólito y desagradable desenlace, de una de las campañas, más largas y hostiles que se hayan visto y vivido en la historia de los sobrinos del “Tío Sam”.

Lo hecho, hecho está, sin tener objeción alguna para refutar este nefasto resultado. Ni sus asquerosos vicios sexuales, ni su falta de ecumenismo, ni los insultos consuetudinarios a demasiados seres humanos en todo el mundo, ni sus polémicas declaraciones públicas (sin ningún pudor), llenas de xenofobia y odio a lo diferente y etiquetado; ni el rechazo de su propio partido (que él propició), ni el empuje del “establishment político y financiero tan fuerte en EU; ni la mismísima prensa, pudieron detener la desenfrenada carrera de este desquiciado tren llamado Trump.

Adentrándonos en nuestro entorno geográfico, este insólito triunfo, pone a México aún más cerca del “ojo del huracán” de lo que ya estaba después de la también insólita y estúpida visita del magnate a esta nación; y provoca que “todas” las alertas de México suenen, empezando obviamente, porque las relaciones diplomáticas entre ambos países (en todos los sentidos), serán difíciles, abrumadoras, con un preocupante incremento de rigidez y tensión, iniciando por la tremenda dupla peso-dolar.

Mucho más que el –famoso muro-, que supone una payasada poco probable de Trump, por la “insólita” cantidad de dinero que costaría el proyecto y la construcción (aun cuando estemos bajo amenaza de absorberlo financieramente), tenemos que fijarnos en los planes que definirán que continúe con sus funestas consecuencias.

Para México, más que todo ese ruido, lo delicado (y tal vez otras ciudades y partes del mundo), serán los embates a nuestra vulnerable y corrupta economía, vía la pérdida de empleos, sobre todo en manufactura, que provocará (todavía más), una crisis laboral agravada por otra de las amenazas del desquiciado hombre, que es la deportación y regreso de los migrantes a nuestro país.

Con esta decisión (ya tomada desde campaña), México estaría perdiendo demasiado dinero de las divisas por las remesas familiares enviadas por los aproximadamente 11 millones de mexicanos indocumentados; que hoy definitivamente ya no tendrían la oportunidad de convertirse en ciudadanos norte americanos; si Donald Trump con el Congreso (casi en su totalidad) Republicano, logra abrogar la ley de protección a los ilegales.

Esto sin entrar en detalles al rechazo de Trump a los acuerdos comerciales que él asegura no favorecen a EU, más todo lo firmado en Los tratados Internacionales, sobre todo el Acuerdo de Asociación Transpacífico y el Tratado de Libre Comercio, avalado por 11 países.


A pesar de lo negro del panorama, es imposible predecir si Donald Trump cumplirá sus con sus promesas. Pero sin duda alguna, si se hacen realidad a corto, mediano y largo plazo; para bien o para mal, marcará insólitamente al mundo durante los próximos cuatro años. ¡Vale la pena reflexionarlo!