COMO
DE COSTUMBRE
Luz María Sánchez
Rovirosa
Mi filosofía me hace vivir contento con la seguridad, de que el testimonio
de mi conciencia, persuade que he procurado llenar mis deberes. Francisco de
Paula Santander
Da tristeza como de
costumbre, observar un estado devastado por la pobreza y la violencia, sucio,
rudo y descuidado. Un estado que esperaba ansiosos (como de costumbre), que se
cumpliera la promesa de “Orden y Paz”.
El tiempo de campañas de
engañoso altruismo”; ese tiempo de tirar a la basura el dinero tan necesario
para el bien común y durante el cual los que “suspiran con endiosarse”, se
acercan al pueblo, le dan la mano y abrazan a la gente y escuchan “atentos” su
clamor; se sientan a comer con el pueblo, bailan y llorar con ellos con el
único fervor de ganar votos.
Después ya en la realidad,
por supuesto ya no hay encuentros con el pueblo y si los hay, serán muy
diferentes. Quizá visitarán una vez más (algunas) de las comunidades para
inaugurar un kilómetro de carretera o camino, o una escuela que nunca tendrá
maestro, o tendrá problemas magisteriales (que no se resolverán) y así sucesiva
y eternamente.
Pero lo más grave de que las
cosas se sigan dando así, es que todos los días cuando leemos los periódicos o
escuchamos y vemos las noticias, nos encontramos con los mismos informes de
cómo la violencia sigue generando muerte, desapariciones, desolación y
desasosiego; así como atónitos leemos también las mismas declaraciones de las
autoridades, mentirosas, falaces y vacías.
Hoy llama mucho mi atención,
una de las últimas declaraciones del gobernador Héctor Astudillo, en la cual
nos informa que el estado de Guerrero está en riesgo de quiebra, debido a las deudas que se tienen con la federación, quien señaló
también, que se busca la manera de que la Secretaría de Hacienda no haga todos
los descuentos que tiene previstos.
En dichas declaraciones tras inaugurar la Feria de Servicios por la Paz
en el puerto de Acapulco, dijo que el gobierno del estado “adeuda al menos 200
millones de pesos de problemas que no son del presente sino del pasado, pero
que traerán problemas al futuro”. (Se supone, que siendo candidato, este grave
problema, lo tenía en cuenta).
Y por supuesto que Héctor Astudillo en ese futuro (como de costumbre),
las medidas a tomar no contemplan “tocar” las canonjías y beneficios (honorarios)
de toda “la corte celestial privilegiada” que vive del erario público
(empezando por él), sino tal como lo señaló, será tener que disminuir personal (fomentar el desempleo); que
los medios tengan menos (¿?), en fin, “todo en general, todo el gasto habrá que
disminuirlo de manera drástica”.
Curiosamente en su momento, el gobernador interino, de
transición, de adorno o de mano larga y bolsas grandes Rogelio Ortega; advirtió
tanto a senadores como a diputados de La Comisión Permanente, que la situación
del estado de Guerrero era grave, tanto que estuvo a punto de decir que “lo
declaraba en quiebra”; ya que explicó tener un boquete financiero de más de 2
mil millones de pesos, derivados de anticipaciones solicitadas (2014-15) al
gobierno federal por medio de La Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Ya para ese entonces, Héctor Astudillo era gobernador
electo, y a punto de entrar a una crisis financiera muy profunda; Ortega señaló
“Yo para qué tengo que seguir lidiando este toro” (sic), y así de fácil sugirió
adelantar la toma de protesta del “ungido”.
Lo patético de los boquetes y crisis financieras, es que
amén que no coincide (entre una administración y otra) la “numerología” de la o
las deudas; es enterarnos hoy del indebido uso de ese dinerito (perdido) que el
“gober quejoso” ha hecho, al comprar (vía corredores) una buena cantidad de bienes
inmuebles a nombre de “prestanombres”, que también ambiciosamente, han sido
protocolizados en la misma amiga y “excelsa” pero sin ética notaría.
¿Incapaces de aceptar su perturbada realidad, nosotros
como pueblo se supone que pensante, podemos honestamente hablar de un cambio en
las autoridades entre tanta confusión y perdición?
Tenemos pero ya que entender, que el dinero que manejan todas
las autoridades y que se esfuma eternamente en los “boquetes y crisis financieras”
es público, es producto de nuestros bastante altos y tirantes “tributos”
(impuestos). Por favor, con todo respeto, no sigamos inertes como antaño,
siendo rehenes de la ingobernabilidad. ¡Vale la pena reflexionarlo!