EL
ESCÁNDALO QUE MATA
Luz
María Sánchez Rovirosa
“El
primer signo de corrupción en una sociedad que todavía está viva, es el fin
justifica los medios” G. Bernanos.
Para alcanzar una “madurez”
política, los mexicanos debemos poner mucho cuidado en el significado de la
palabra democracia; esto es importante, porque al elegir, debemos de tener
cuidado en las propuestas (si es que existen), de cada uno de los hombres que
se pelean el destino de nuestras vidas, y lo más curioso es que les pagamos
para que esto suceda, incluyendo el dinero tirado a la basura.
Hablar de democracia es muy
complicado; pero ya que la vida de los ciudadanos gira (obligadamente)
alrededor del aspecto político; casi siempre por no decir siempre, estamos
sumergidos en desgastantes (financieras y emocionales) campañas y elecciones; para
elegir al presidente de la República, a los gobernadores, alcaldes, diputados
federales y locales, senadores, comisarios, etcétera.
Lo grave y complicado de
esta situación es, que por una u otra “campaña” para una u otra “elección”, un (cada
día) más fuerte porcentaje de los recursos económicos se los llevan los
partidos, mientras que los que son “designados” para obras sociales, es decir
para la justicia del pueblo, no llegan a su destino.
Infortunadamente hoy más que
nunca, estamos viviendo un sombrío fenómeno que nos presenta el patético
panorama, de “unos” partidos políticos que han dejado de lado sus principios
ideológicos, confundiendo y desorientando al pueblo y muchas veces a sus
propios militantes, exponiendo con todo tipo de barbarie su único interés, que
es el de buscar por cualquier medio los triunfos electorales y la ambición
económica, de poder y de una desmedida vanidad personal; mientras que la vida
del pueblo que les alimenta toda su inmundicia y ordinariez, pende del hilo de
la injusticia que cada día es más delgado.
Aquí en nuestra entidad
local, Guerrero y Acapulco esta situación no es excepción, por el contrario, es
uno de los lugares más resentidos en la poca calidad de los “próceres” que nos
tocan como gobernantes y de los que quieren llegar o repetir para ser
gobernantes, y vemos como desde ahora mismo se mueven los engranes debajo de la
mesa, planeando sus siniestras estrategias.
Y así nos vamos de paseo por
todos los roñosos partidos y (hasta hoy) fantasmagóricos y badulaques
independientes, que se perfilan malévolamente en nuestro horizonte con
trilladas propuestas e insufribles “lemas” de informes de actividades, que se
encarrilan más que a inventar que han hecho (¿?), a promoverse para las
campañas de “destape” para las próximas elecciones; mientras que el ruido de la
violencia, la pobreza y la injusticia de Guerrero y en este caso Acapulco, se
convierte (ante todos los ojos) en un escándalo que mata.
Imposible hablar de democracia
si se vive envuelto en la violencia, y en Guerrero y en Acapulco como en todo
el país (más o menos), la violencia la sufrimos los desprotegidos en sus dos
formas: física y psicológica, con el latente y grave peligro de enfrentarnos a
ella en cualquier momento (mi solidaridad con Miguel Ángel Arrieta); o aún más
peligroso, de acostumbrarnos a ella como una forma inevitable de vida, ante los
escalofriantes y continuos episodios en los cuales algunas veces somos
protagonistas, otras tantas testigos y otras más espectadores invisibles y
silenciosos del miedo o de la conveniencia.
Hace un par de días el
Washington Post en su rotativo, publicó un artículo en el cual pone al Puerto
de Acapulco (otrora el paraíso que fue escenario de lo más lujoso del Jet Set
internacional), como “La Capital del Crimen”, ya que se ha convertido en la
ciudad más mortal de México, con un maratón de víctimas que han carcomido las
colonias de la periferia, que rara vez visitan los turistas; pero sin que la
zona “exclusiva” para la actividad más preciada del puerto, quede a salvo.
Para terminar, por hoy, a
los aspirantes adelantados que inauguran calles (sin respaldo), que están dando
informes de quehaceres que los ciudadanos (no comprados con una torta o
despensas) no vemos; que ofrecen agua todos los días; que hacen reuniones con
ciudadanos; que “Z”orramente y como víboras se están tratando nuevamente de
meter en nuestras vidas, y que se nos presentan como sepulcros blanqueados por
fuera, queriendo disimular la carroña y lo corrompido que guardan en su
interior, aunque la fetidez que arrastran los delate.
Y entonces estupefactos nos preguntamos ¿Qué irán a hacer, para revertir
esta fatal situación, o se pondrán a lloriquear con la cantaleta de que ese
problema se lo heredaron sus antecesores? ¡Vale la pena reflexionarlo!