¿QUÉ ES LA BARBARIE?
Luz
María Sánchez Rovirosa
“¿Cómo
no sentir su dolor señores? ¿Cómo no solidarizarnos con esa gente? Para
nosotros es difícil traer este dolor tres años y aún saber que hay familias que
están sintiendo lo que nosotros, que hay familias que no encuentran a sus seres
queridos. ¿Cómo ser indiferente? Mario César Moreno. (43)
Toda
esta tragedia, este drama desatado por la fuerza de la naturaleza, más la incapacidad,
la injusticia, la corrupción, la ambición y la maldad del ser humano; todo este
miedo que nos está consumiendo, esta angustia, esta ansiedad, zozobra, y
desconsuelo que estamos experimentando (intensamente), a días del terremoto que
sacudió fuertemente una parte del país, aunado a la pobre y siniestra actitud
con la cual han respondido las autoridades y todo el aparato político de
cualquier nivel (gobernadores, alcaldes, legisladores etc.), nos produce una enorme
consternación y tristeza. Y uno se pregunta: ¿Por qué nos sucedió?
En
un lugar tan delicado política, económica y socialmente como es México, con
relaciones internacionales desalentadoras y peligrosas; con los hechos
sangrientos recurrentes y de años de violencia rebasada y hecho un desastre
¿Cómo aguantaremos seguir sobreviviendo con un gobierno tan dogmático, oculto,
imperioso, intransigente e insoportable como el de Enrique Peña Nieto, hoy con
todos los afectados por el sismo?
Suficiente
tiempo hemos tenido desde hace ya casi cinco años (y quizá desde antes), hasta
los graves sucesos de hoy en día, para percatarnos de que este, es un gobierno
ausente, un gobierno insensible a la desgracia humana; un gobierno que amenaza;
un gobierno que por supuesto no es tolerante, que minimiza. Un gobierno
totalmente inclinado a procurar un bienestar personal y el de unas cuantas familias.
Un gobierno prematuramente aburrido de la gente y sus problemas, en fin, un
gobierno desatento de sus obligaciones y del dolor ajeno.
Específicamente
hoy ante la barbarie que carcome al país, existe un clamor fruto de la tortura
social que provoca miedo, incertidumbre, desconfianza, irritación y hartazgo,
motivado por el desencanto ante las enormes expectativas y los pobres
resultados, por el hastío hacia la maldita partidocracia cargada de políticos
oportunistas que nos arrebatan oportunidades, con su escándalo corrupción e
impunidad; por el dispendio en gastos inútiles (cuando la gente está tan
necesitada) y por la ausencia de propuestas sensatas y reales ante tan grandes
emergencias.
Pero
este caos, ya no se resolverá como piensan las autoridades y funcionarios
incapaces, indecentes, corruptos y negligentes. Hoy una gran parte de la sociedad
ha despertado de un largo letargo, en el cual vivió descuidada de la política
de su país, de sus derechos y deberes y de cómo cumplirlos y de cómo exigirlos.
Hoy la sociedad reclama lo que por –derecho propio le pertenece-, para recuperar
y avanzar hacia una vida digna para todos sin excepción.
Después
de un largo y recaudatorio prólogo a modo, sobre el terremoto del que se ha
escrito y se ha especificado no lo suficiente, pero si bastamente; aterrizamos en otra, en la otra devastadora
vivencia que carga sobre sus hombros México, de aquella, la que desde hace tres
años (son demasiados), atrae la atención prácticamente de todo el planeta
Tierra, incluyendo sus grupos y organizaciones sobre Derechos Humanos.
Obviamente
estoy recordando la tragedia de Ayotzinapa en Iguala, Gro., en la cual (por si
se les olvidó), estuvieron involucrados 48 estudiantes de la Escuela Normal
Rural Isidro Burgos, de los cuales 3 fallecieron y 2 quedaron con lesiones de
por vida, pero los 43 restantes a tres años de una incomprensible y sanguinaria
“puesta en escena real” (“reallity show”), siguen en calidad de desaparecidos
entre una densa neblina de crueles y patéticas intervenciones de las personas
responsables de este gobierno (¿?) de hacer justicia.
Ayer
(26 de septiembre) en silencio, los padres de los 43 muchachos “desaparecidos”,
los recordaron con una caminata partiendo del Ángel de la Independencia, donde
antes se celebró una misa en la cual también se pidió por las víctimas y sus
familiares del reciente terremoto, por las personas que aún se encuentran entre
los escombros y por todos los miles y miles de desaparecidos víctimas de la incesante
violencia.
Mario
César Moreno, padre de uno de ellos, señaló “que ellos conocen bien el
sufrimiento de quienes siguen en busca de sus seres queridos en los escombros,
y declaró que hacen suyo ese dolor”.
Su
servidora desea hacer este sencillo reconocimiento (en medio de este gran malestar),
a esos valientes padres quienes a pesar de las constantes amenazas,
decepciones, miseria, engaños y tortura mental y emocional de parte de todas
las partes del gobierno; por no bajar los brazos en su lucha por la verdad que
se esconde tras la vida o la muerte de sus hijos, sobre un “Ring disparejo,
tendencioso, injusto, malévolo e irreal”.
Por
esta razón también me da mucho coraje e impotencia, la denostación que hacen
del “emblema” de Ayotzinapa como Ayotzinapos (hoy mismo y paralelamente a los trágicos acontecimientos
que se viven), como tipos que saquean, que agreden, que apedrean, que
pintarrajean, incluso que matan, dándole intencionalmente a estas faramallas
que arma (muy mal) el gobierno, el sazón de “barbarie”.
Pero
cuidado, la barbarie es la actuación, la actitud, el estado, la condición de
quien habla un lenguaje (incluyendo el corporal), absolutamente contrario al de
las exigencias morales de la ley y de la honestidad y realidad humana.
Entonces
podemos entender que quien practica la barbarie, no es simplemente el o los que
violan el orden; sino quien o quienes llegan a extremos de maldad, que los
hacen parecer desprovistos de la condición de ser humanos.
Y
uno aterrado y estupefacto se pregunta: ¿Quién o quiénes hacen más daño al
mundo, los que se acomodan frente a la perversidad refinada y desde allí
pisotean al hombre con los mejores modos, sin mancharse sus finísimas
vestimentas, vía la “exquisita” corrupción que ejercen; así como también quienes
desde la opulencia se manifiestan indiferentes a las víctimas sobre las cuales
se alzan; pero que sin duda alguna asumen el papel de bienhechores, legitimados
por sus hambrientos y roedores vasallos; o la figura de los llamados bárbaros,
que (según dicen) sin justificación en la violencia de su actuar, arrasan sin
miramientos lo que a su paso encuentran, para tratar de desnudar a los
hediondos tiranos y avanzar hacia la historia del bien común? Hoy para botón de
muestra, por fin la sociedad (barbarie o no) despertó ¡Vale la pena
reflexionarlo!