miércoles, 27 de septiembre de 2017

¿QUÉ ES LA BARBARIE?





¿QUÉ ES LA BARBARIE?

Luz María Sánchez Rovirosa


“¿Cómo no sentir su dolor señores? ¿Cómo no solidarizarnos con esa gente? Para nosotros es difícil traer este dolor tres años y aún saber que hay familias que están sintiendo lo que nosotros, que hay familias que no encuentran a sus seres queridos. ¿Cómo ser indiferente? Mario César Moreno. (43)

Toda esta tragedia, este drama desatado por la fuerza de la naturaleza, más la incapacidad, la injusticia, la corrupción, la ambición y la maldad del ser humano; todo este miedo que nos está consumiendo, esta angustia, esta ansiedad, zozobra, y desconsuelo que estamos experimentando (intensamente), a días del terremoto que sacudió fuertemente una parte del país, aunado a la pobre y siniestra actitud con la cual han respondido las autoridades y todo el aparato político de cualquier nivel (gobernadores, alcaldes, legisladores etc.), nos produce una enorme consternación y tristeza. Y uno se pregunta: ¿Por qué nos sucedió?

En un lugar tan delicado política, económica y socialmente como es México, con relaciones internacionales desalentadoras y peligrosas; con los hechos sangrientos recurrentes y de años de violencia rebasada y hecho un desastre ¿Cómo aguantaremos seguir sobreviviendo con un gobierno tan dogmático, oculto, imperioso, intransigente e insoportable como el de Enrique Peña Nieto, hoy con todos los afectados por el sismo?

Suficiente tiempo hemos tenido desde hace ya casi cinco años (y quizá desde antes), hasta los graves sucesos de hoy en día, para percatarnos de que este, es un gobierno ausente, un gobierno insensible a la desgracia humana; un gobierno que amenaza; un gobierno que por supuesto no es tolerante, que minimiza. Un gobierno totalmente inclinado a procurar un bienestar personal y el de unas cuantas familias. Un gobierno prematuramente aburrido de la gente y sus problemas, en fin, un gobierno desatento de sus obligaciones y del dolor ajeno.

Específicamente hoy ante la barbarie que carcome al país, existe un clamor fruto de la tortura social que provoca miedo, incertidumbre, desconfianza, irritación y hartazgo, motivado por el desencanto ante las enormes expectativas y los pobres resultados, por el hastío hacia la maldita partidocracia cargada de políticos oportunistas que nos arrebatan oportunidades, con su escándalo corrupción e impunidad; por el dispendio en gastos inútiles (cuando la gente está tan necesitada) y por la ausencia de propuestas sensatas y reales ante tan grandes emergencias.

Pero este caos, ya no se resolverá como piensan las autoridades y funcionarios incapaces, indecentes, corruptos y negligentes. Hoy una gran parte de la sociedad ha despertado de un largo letargo, en el cual vivió descuidada de la política de su país, de sus derechos y deberes y de cómo cumplirlos y de cómo exigirlos. Hoy la sociedad reclama lo que por –derecho propio le pertenece-, para recuperar y avanzar hacia una vida digna para todos sin excepción.

Después de un largo y recaudatorio prólogo a modo, sobre el terremoto del que se ha escrito y se ha especificado no lo suficiente, pero si  bastamente; aterrizamos en otra, en la otra devastadora vivencia que carga sobre sus hombros México, de aquella, la que desde hace tres años (son demasiados), atrae la atención prácticamente de todo el planeta Tierra, incluyendo sus grupos y organizaciones sobre Derechos Humanos.

Obviamente estoy recordando la tragedia de Ayotzinapa en Iguala, Gro., en la cual (por si se les olvidó), estuvieron involucrados 48 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, de los cuales 3 fallecieron y 2 quedaron con lesiones de por vida, pero los 43 restantes a tres años de una incomprensible y sanguinaria “puesta en escena real” (“reallity show”), siguen en calidad de desaparecidos entre una densa neblina de crueles y patéticas intervenciones de las personas responsables de este gobierno (¿?) de hacer justicia.

Ayer (26 de septiembre) en silencio, los padres de los 43 muchachos “desaparecidos”, los recordaron con una caminata partiendo del Ángel de la Independencia, donde antes se celebró una misa en la cual también se pidió por las víctimas y sus familiares del reciente terremoto, por las personas que aún se encuentran entre los escombros y por todos los miles y miles de desaparecidos víctimas de la incesante violencia.

Mario César Moreno, padre de uno de ellos, señaló “que ellos conocen bien el sufrimiento de quienes siguen en busca de sus seres queridos en los escombros, y declaró que hacen suyo ese dolor”.

Su servidora desea hacer este sencillo reconocimiento (en medio de este gran malestar), a esos valientes padres quienes a pesar de las constantes amenazas, decepciones, miseria, engaños y tortura mental y emocional de parte de todas las partes del gobierno; por no bajar los brazos en su lucha por la verdad que se esconde tras la vida o la muerte de sus hijos, sobre un “Ring disparejo, tendencioso, injusto, malévolo e irreal”.

Por esta razón también me da mucho coraje e impotencia, la denostación que hacen del “emblema” de Ayotzinapa como Ayotzinapos (hoy mismo y  paralelamente a los trágicos acontecimientos que se viven), como tipos que saquean, que agreden, que apedrean, que pintarrajean, incluso que matan, dándole intencionalmente a estas faramallas que arma (muy mal) el gobierno, el sazón de “barbarie”.

Pero cuidado, la barbarie es la actuación, la actitud, el estado, la condición de quien habla un lenguaje (incluyendo el corporal), absolutamente contrario al de las exigencias morales de la ley y de la honestidad y realidad humana.

Entonces podemos entender que quien practica la barbarie, no es simplemente el o los que violan el orden; sino quien o quienes llegan a extremos de maldad, que los hacen parecer desprovistos de la condición de ser humanos.


Y uno aterrado y estupefacto se pregunta: ¿Quién o quiénes hacen más daño al mundo, los que se acomodan frente a la perversidad refinada y desde allí pisotean al hombre con los mejores modos, sin mancharse sus finísimas vestimentas, vía la “exquisita” corrupción que ejercen; así como también quienes desde la opulencia se manifiestan indiferentes a las víctimas sobre las cuales se alzan; pero que sin duda alguna asumen el papel de bienhechores, legitimados por sus hambrientos y roedores vasallos; o la figura de los llamados bárbaros, que (según dicen) sin justificación en la violencia de su actuar, arrasan sin miramientos lo que a su paso encuentran, para tratar de desnudar a los hediondos tiranos y avanzar hacia la historia del bien común? Hoy para botón de muestra, por fin la sociedad (barbarie o no) despertó ¡Vale la pena reflexionarlo!

jueves, 14 de septiembre de 2017

¡RE-EVOLUCIÓN A LA INJUSTICIA!





¡RE-EVOLUCIÓN A LA INJUSTICIA!



Luz María Sánchez Rovirosa


“Si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros” Ernesto Ché Guevara.


*Antes de iniciar el artículo, quiero externar mi sentido pesar por los trágicos acontecimientos que han afectado a miles de familias, por los fuertes y peligrosos embates de la naturaleza, como son los recientes huracanes y el terremoto sufrido en el sur de México. Lamentable.

Vamos a empezar mencionando la palabra “evolución”, que en el municipio de Acapulco ha sido frecuentemente tomada como un “toque de distinción”, es decir, como un añadido de “privilegio” al (segundo) nombre de pila del alcalde actual del puerto Jesús Evodio Velázquez Aguirre para la ciudad y puerto que gobierna; y que supone por consiguiente, el progreso y desarrollo económico, político y social de dicho lugar.

Una breve nota de inicio al escrito, que servirá para narrar un desagradable suceso en el cual estuvieron involucrados –servidores públicos-, que se supone acompañan al presidente municipal Evodio Velázquez en el quehacer ¿evolutivo? de su gobierno.

Concisamente les diré que el martes pasado, fuimos seriamente agredidas un grupo de mujeres (en su mayoría) que asistimos al Parque de la Reina, a ejercitarnos bailando Zumba.

Si el director de Ecología (a su decir) recién ungido en el puesto, Christian Uriel Garnica San Román, consideró necesaria una visita al parque para hacer un operativo contra el ruido (obviamente de la bocina de la música), atendiendo la denuncia de los policías que ¿vigilan? el parque, y que arguyeron que “el estridente sonido” (algo así, como de camión urbano en la Costera Miguel Alemán), no les permitía escuchar sus llamadas en los radios de comunicación, exactamente en su “guarida” que se ubica a bastantes metros del lugar donde realizamos nuestro ejercicio diario ¿por qué permitió que dos elementos de dicha policía estuvieran custodiando el lugar portando “sendas ametralladoras” como si se hubiera cometido un delito?

El resultado es que el director de Ecología (para variar) le echó la bolita y la responsabilidad (que es compartida) al jefe, capitán o lo que sea de la policía turística (en minúscula), que está cuando no debe ni puede estar; y no está cuando puede y debe estar, es decir, atendiendo los sucesos trágicos, balaceras, violaciones, abusos, etc. como es su obligación; y no amedrentando y violando Derechos Humanos a un grupo de señoras (muchas) que desde hace cinco años acudimos a ese lugar, sin hacerle daño a nadie, y aclarando que los parques son espacios públicos para el esparcimiento de la sociedad, que paga los sueldos de los funcionarios públicos y anexas, con los tributos, fruto de nuestro trabajo limpio y honesto.

Lo más grave, es que dicha decisión (a decir también del director Christian Garnica), fue tomada sin el conocimiento del primer edil Evodio, pues señaló “que por eso el alcalde delega responsabilidades”

Efectivamente está en lo correcto; a su gabinete o en su defecto a sus caballeros de compañía para eso se les remunera, para que ¿unidos? cumplan mejor su tarea de gobernar. Pero en este caso ¿no era importante avisarle al alcalde que dicho operativo se realizaría con lujo de violencia “subliminal” para amedrentar con ametralladoras (eso pensaron ellos) a un grupo de mujeres tontas?

¿Misoginia, abuso, prepotencia, maldad, envidia, coraje, estupidez, ignorancia, cobardía? Cualquiera de estos adjetivos calificativos, no justifican la aberrante y errónea acción que realizaron el pasado martes, tanto el director de Ecología municipal y cía., como los elementos de la policía turística y su jefe (en minúscula, porque así son).

La herencia maldita que se supone dejaron los gobiernos anteriores y a la que tanto acude Evodio para excusarse, era rescatable, pero cuando las cosas en su gobierno se han vuelto tan complicadas, intrínsecas y fuera de control en el cual, la inmensa corrupción, la impunidad, la violencia exacerbada, la denigrante inseguridad, la conveniencia, el nepotismo, el cinismo y la insensibilidad de esta administración, ha permitido que sus “adeptos” (vía pagos, moches y chayotes), tengan la oportunidad de brincarse la delgada línea que separa lo humano de lo inhumano.


Hay que tener dignidad (y el estómago también la tiene), porque la justicia reclama su lugar con cada uno de nosotros; en nuestras existencias, porque nunca un ser humano, que sea humano, puede llegar a acostumbrarse a la injusticia, y porque lo que es injusto para unos, nunca puede ser justo para los otros. ¡Vale la pena reflexionarlo!