miércoles, 11 de enero de 2017

¿JUGANDO AHORCADOS EN EL MURO?






¿JUGANDO AHORCADOS EN EL MURO?

Luz María Sánchez Rovirosa


“Las cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas”. Samuel Jonson.


Después de leer con detenimiento las palabras del presidente electo y ya muy próximo presidente en funciones de Estados Unidos Donald Trump, en la conferencia de prensa realizada el día de ayer, me queda muy claro que las repercusiones negativas y fatales para México, no son palabrerías al aire, sino una triste y terrible realidad.

Y ante la ya patética situación por la que los mexicanos estamos pasando, pienso, que a pesar de las protestas y manifestaciones (llamaradas de petate), que con seguridad muy pronto van a parar (como de costumbre), qué triste es la apatía que nos agobia por la sencilla razón de ignorar lo que somos y aceptar lo que dicen que somos, y por cobardía, por conveniencia o por comodidad, estamos perdiendo la capacidad de reflexionar.

¿Pero, por qué ha sucedido esto? Sin duda alguna por la sádica repercusión de los gobiernos (especialmente el actual) tiranos y orates Pero oh sorpresa, hablando de sadismo, tiranía y locura, ayer por la mañana el presidente electo de Estados Unidos Donald Trump, dijo que México pagará el muro, y anunció un gran impuesto fronterizo para quienes quieran vender productos en su país. ¿Quién va a jugar ahorcados en el muro?

Ante la firme reiteración de sus amenazas; el peso “muerto de miedo”, se apachurra, se debilita y se despeña llegando hasta su depreciación más humillante en muchos años, y se “cotiza” hasta en 22.24 por dólar, es decir, 14 centavos más que al cierre de anteayer. 
Es en estos inciertos y críticos momentos, que cabe refrescar la memoria a todos aquellos que aún creen o le tienen temor al actual gobierno, que el dólar cuando entró Peña Nieto al “poder”, estaba a 12.87 pesos, en diciembre de 2012. De dar horror la inflación y más que eso, el bajo crecimiento. Hoy entiendo y muy bien, al Dr. Carstens. 
Qué actitud irá a tomar el gobierno de México, además de “lo agradable y maravilloso que está siendo”, según socarronamente lo señalara ayer este patético personaje; ante las fuertes y comprometedoras embestidas financieras, haciendo hincapié, que ya no culpa a nuestro (pobre) país de aprovecharse de Estados Unidos, algo indicó, que no debimos haber dejado que sucediera; así que vamos a construir un muro inmediatamente y haré que México reembolse el costo, rematando: “y hay varias maneras” 
¿Qué nos dice México qué va a hacer ante tantas vejaciones, humillaciones y desprecios injustos e inmerecidos? ¿Qué y con qué le va a responder este funesto gobierno (por medio del aprendiz  Videgaray) las amenazas de quien desafiante e inflexible y ante la expectativa mundial, sabe que el futuro económico de México depende de las decisiones que a partir del 20 de enero, se tomen en Washington?

¿Qué medidas podrá a tomar, estando inmerso en una crisis violenta y de inconformidad que él mismo propició, con sus consuetudinarias mentiras y sus abusos? ¿De qué manera legal y contundente le podemos exigir al presidente Peña Nieto o que cumpla con su obligación de resguardar la vida, la integridad y la dignidad de México o que mejor se vaya?

Si seguimos inmersos en esta decadencia humana por costumbre, por ese influjo de conformismo o sumisión, es seguro que la crisis sin precedentes no será la financiera, y cuidado, porque la crisis de valores de la sociedad, siempre cobra factura.

Aquí lo que nos debemos plantear, es si realmente controlamos nuestras vidas o permitimos que otros lo hagan por nosotros; si en realidad queremos hacer lo que hacemos o hacemos lo que nos dicen.


Hay que preguntarnos, si esta actitud nos hace tan felices (individualmente), que nos hemos olvidado del prójimo, y cuál es la razón (quizá en la cual participamos) de que no nos importe que los demás de los demás, pisoteen nuestra dignidad, integridad, nuestro orgullo, nuestro honor, nuestro mérito, nuestro respeto, es decir, nuestra vida. ¡Vale la pena reflexionarlo!