EVODIO
“MILANDO” COMO EL CHINITO
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Como
hay quien derribe del árbol la hoja, y al verla en el suelo ya no la recoja; y
hay quien a pedradas tire el fruto verde y lo eche rodando, después que lo
muerde”. Párrafo del poema “Las Abadonadas” de Julio Sesto.
El domingo 7 de junio del año 2015, los acapulqueños y
los que vivimos en este bello puerto, salimos a votar, para escoger al alcalde
que nos gobernaría el período 2015-2018. Muy sorprendidos quedamos al percatarnos
que tendríamos que haber hecho un doctorado sobre el sufragio, ante lo
intrínseco de la presentación de las boletas (engañosas) y del extraño conteo
de las mismas; ganando de esta forma la Presidencia Municipal Jesús Evodio
Velázquez Aguirre, por la coalición PRD- PT, a quienes se les montaron en el
cabús, una fracción “huesoacomodaticia” de un partido Morena todavía en ciernes.
Ante este triunfo los acapulqueños teníamos el deber de haber observado
cautelosamente esa transición con preocupación.
Hoy en día, después de que escuchamos con asombro que
Evodio Velázquez pidió permiso para apuntarse para (en su caso) buscar la
reelección a la presidencia municipal; nos enteramos que en rueda de prensa el
hasta hoy alcalde, anunció que declinó su “ambición” por permanecer en el
cargo, así mismo mencionó que tampoco sería posible una candidatura a senador,
ya que el PRD dispuso ese espacio para una mujer. Así que Don Evodio dejará muy
pronto de fruncir el ceño, para quedarse solo “milando” como el chinito.
En esta situación el desenlace era obvio, ya que el
mal quehacer de la gestión de Evodio ha dado mucho de qué hablar, pues desde el
inicio de su administración se esfumaron las expectativas de llevar a cabo las
propuestas viables y estrategias que tan “pomposamente” expuso durante su
campaña para el convencimiento del voto de los ciudadanos, a los que después ha
desdeñado tanto.
La desgracia política de Evodio en este momento (si es
que ya le cayó el veinte), es constatar que no ha podido superar el haber alcanzado
el “grado” de alcalde electo, amén que no lo haya podido salir del éxtasis a la
subyugación que le ejerció su triunfo, dejándolo inmaduro, inconsciente e
invisible ante la abominable herencia que pronto le dejara a quién se atreva a
aceptar semejante responsabilidad.
Vienen tiempos más difíciles aún, ya que Acapulco
perdió toda la esencia de un buen gobierno, porque se perdió también el poder
que emana de un puesto público de esta naturaleza, que está obligado a prodigar
y defender los intereses de todos, es decir, del bien común, con trabajos
honestos y con estrategias “innovadoras” pero equilibradas, adecuadas y
correctas, que tal vez en algún momento, se propusieron en campaña.
Pero a dos años y un par de meses, resulta que las
noticias nos avisan que al puberto (no pasó a la adolescencia política,)
alcalde Evodio Velázquez Aguirre, su propio partido y su antecesor Luis Walton
Aburto, le hicieron “manita de puerco” y le cortaron las alas, para que ya ni
como “Ave Fénix” resurja de las cenizas.
Una muy amarga experiencia y una muy grande lección
le está dejando esta situación a Evodio, quien convirtió el Ayuntamiento de
Acapulco en un intenso desastre financiero, que se pudo haber sorteado de
manera positiva, y lo más grave es que transformó su administración en un
infierno para los ciudadanos no afortunados en gozar de su simpatía, ante su
incapacidad, su orgullo y soberbia que lo cegó (voluntariamente), ante la
terrible realidad que tenía y tiene enfrente.
Reza el refrán que “mientras más alto vuelas, te
duele más la caída” y a escasos días de
que los movimientos electorales se empiecen a dar la figura de Evodio, su
gobierno y su poder irán simultáneamente desapareciendo hasta que llegue el
final de su novela, que se mira, que no tendrá continuación; como si se ve que
el movimiento naranja, sí seguirá bailando. No hay mujer u hombre cualquiera,
que pueda ser considerado más pequeño.
A Evodio ya no le va a dar tiempo de ponerse a
gemir, si es que recapacita que no pudo con el paquete, porque en lugar de
ponerse atento y trabajar por el bien del puerto escuchando sugerencias y
observaciones; se volvió un tirano despótico, alzado, prepotente, etc., como
ser humano, pero al mismo tiempo se volvió invisible como servidor público. “Ay
como me dan pena las abandonadas, que creyeron ser amadas” (Breve extracto del
poema “Las Abandonadas” de Julio Sesto) ¡Vale la pena reflexionarlo!