“LA LEY DE GRAVEDAD”
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Benjamin Franklin dijo que sólo había dos
cosas seguras en la vida: la muerte y los impuestos. Pero me gustaría añadir
una tercera certeza: la basura. Y mientras que
algunos querrían discutir la reducción de impuestos, yo quiero hablar de la
reducción de la basura.”
Regresando
de una pausa en mi trabajo, me encuentro con un panorama desolador en Acapulco.
Espantada, triste y atónita, leo, veo y escucho las noticias del acontecer
social, político y financiero; y me dan ganas amén de llorar amargamente, de
meter como el avestruz, la cabeza en la tierra para no ser testigo de esta
barbarie que tiene cautivo a un lugar de maravillosa belleza.
A
punto de retirarse del Ayuntamiento Evodio Velázquez Aguirre y el terrorífico
grupo que lo acompañó como un Bulldozer destrozando todo lo que encontraron a
su paso.
Para
nadie es desconocido que los actos de corrupción han sido la constante en estos
tres años de funciones de Evodio Velázquez Aguirre, quién con su inmensa
ambición, soberbia y su incapacidad para gobernar, dio pie a un desfalco
financiero total, defraudando así la confianza de los acapulqueños que creyeron
en él.
Es
increíble que durante este dramático período administrativo del alcalde Evodio
y a un par de días de retirarse; que el gobierno del estado encabezado por
Héctor Astudillo Flores por medio de la Auditoría General del Estado (AGE), no
haya podido intervenir en las cuestiones que le competen como son la rendición
de cuentas y la transparencia de los recursos, más bien dio la impresión de
estar en franca complicidad con el desdichado Ayuntamiento de Acapulco, el
municipio más importante del estado de Guerrero.
La
corrupción y la incapacidad en esta administración que termina, han rebasado
los límites de la tolerancia social, en un contexto donde el liderazgo, las
ideas y la responsabilidad brillaron por su ausencia; se nos pone enfrente y
ante todos los agravios, el tema de la seguridad, la violencia y el crimen
organizado que tienen completamente sometidos a los habitantes del municipio.
Desafortunadamente
para el pueblo en general de Acapulco, no se avistan tiempos mejores. El
próximo sábado 30 de septiembre toma protesta como presidenta municipal de
Acapulco (por Morena), Adela Román Ocampo, quien recientemente denunció
públicamente que grupos delincuenciales que controlan la Secretaría de
Seguridad Pública municipal, lanzaron amenazas de muerte contra (algunos) de
los miembros de su todavía incompleto gabinete. No es raro que la alcaldesa
electa traiga un voluminoso aparato de seguridad detrás de ella. No es lo que
debería ser y sin quererlo justificar como dice el refrán y más en tiempos de
una intensa crisis de violencia e inseguridad: “El miedo no anda en burro”; en
Acapulco anda en camioneta blindada.
Obvio
es pensar que de esas declaraciones se desprendió recientemente el grotesco
operativo que realizaron el Ejército la Marina, la Policía Estatal y Federal a
las instalaciones de la Secretaría de Seguridad municipal, en el cual les
quitaron las armas, placas y la autoridad para ejercer, quedando la seguridad a
cargo de dichas instituciones. No sé si reír o llorar.
Además
de la inmensa preocupación en el tema de protección y seguridad; el diagnóstico
en general (finanzas y servicios públicos) que ya tiene la administración
entrante de lo que recibirá, la próxima alcaldesa lo calificó como
“lamentable”. Así que se puede decir que Adela Román y Cía. Se ganaron “la rifa
del tigre”.
Qué
desafortunado enredo tiene Evodio entre su cerebro y su palabra, que durante su
mal paso por el Ayuntamiento de Acapulco, solo dijo y (sigue) diciendo
necedades, lo que ha dejado en claro reitero, ser muy mal chofer, ya que el
pesado camión que manejaba cargado de anomalías y que nunca pudo arrancar en subida,
se le desbocó en la bajada, porque siempre como señala la “Ley de Gravedad de
Newton”, “las cosas por su propio peso caen”. Lamentable.
Hoy tenemos que ver a la administración entrante con
preocupación, no solo por la abominable y hedionda herencia que le deja Evodio,
sino porque al revisar el nuevo escenario político, nos topamos con personas “non
gratas”, que como buenos trepadores ya se colaron.
Imposición o cuentas pendientes de muy atrás
(porque Adela prácticamente no hizo campaña), aún no se sabe, de cualquier
manera, no es grato volver a escuchar esos nombres que profanan las buenas
intenciones en el nuevo gobierno. Le recordamos a Adela Román Ocampo (todavía
hay tiempo), que la basura se pone en su lugar. ¡Vale la pena reflexionarlo!