LA ILUSIÓN
Luz María Sánchez Rovirosa
“Que
nadie se acerque a ti, sin que al marcharse se sienta un poco mejor” Teresa de
Calcuta.
La
ilusión es la esperanza puesta en alguna cosa positiva, tal vez como un sueño,
un sentimiento de alegría o un proyecto que ansiamos se realice. Y el
ilusionismo (ilusión óptica), es una imagen mental engañosa provocada por la
imaginación o por la interpretación errónea de lo que perciben nuestros
sentidos. Cuestiones muy diferentes, pero al final ambas son ilusiones.
Hoy y
desde hace largos años, la pobreza en México sobrepasa por mucho lo que la
razón permite. Es aberrante ver y ser testigos y tal vez cómplices, como se han
invertido millones de dólares y euros y también de pesos, en armas, drogas y
banalidades (corrupción), que solo sirven para provocar y acrecentar la grave
patología de la depredadora raza humana, totalmente comprobada en la reacción
de la naturaleza ante el encierro del “animal racional”.
Así
que parados hoy ante estas temerarias disyuntivas para regresar (en cascada) a
la vida “normal”; nos queda claro que tendremos que hacer un mejor esfuerzo
para repensar qué es exactamente lo que de hoy en adelante queremos en nuestras
vidas, pero más significativamente qué porvenir es el que queremos dejarles a
los que vienen detrás, para que con todo el derecho que les corresponde tengan
acceso a una vida mucho mejor, es decir, a una vida de calidad.
Sabemos
muy bien que pasamos por momentos en los cuales no podemos controlar las
circunstancias, pero definitivamente sí podemos controlar nuestra actitud para
asumir nuestra responsabilidad en cuanto a las disposiciones de quienes (nos
guste o no) tienen las riendas por ley de esta situación.
Y por
si no lo hemos entendido esta tribulación no es personal. Ciertamente que a
unos nos afecta más que a otros en todos sentidos: social, económico, edad,
condición de salud, incluyendo desde luego el aspecto político, por eso no
debemos echar más leña al fuego, porque después de la quemazón quizá estén
algunos más contentos por haber roto los paradigmas, pero desafortunadamente sin
haber pensado en los demás de los demás.
De
esta crisis tenemos que surgir recordando (pero siempre), que la vida es frágil
y fugaz, y por lo mismo debemos salir más humanos, más sensibles al
sufrimiento, más compasivos, más conscientes de lo que realmente es importante
en la vida.
Así
que parados frente al horizonte que nos depara el destino, tenemos que ver y
asimilar que no podemos seguir viviendo en un mundo de lujuria y envilecimiento,
porque eso es lo que quiero o eso es lo que me conviene. Tenemos la obligación
de ilusionarnos, y que aun cuando el renacimiento sea doloroso, el camino a
tomar será el que nos lleve al “Bien Común”. ¡Vale la pena reflexionarlo!