RECLAMO
JUSTIFICADO&ACTOS VANDÁLICOS
Luz María Sánchez Rovirosa
“De
ese modo no es cordura querer curar la pasión, cuando los remedios son, muerte,
mudanza y locura”. Fragmento del Ovillejo de Miguel de Cervantes Saavedra.
No me
voy a detener mucho en relatar lo que ya todo mundo sabe, aun cuando (como de
costumbre) las opiniones estén encontradas, es decir, divididas.
Es
reconocido y sobre todo predecible, que lo que sucedería en la marcha en el
marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer,
al fin sucedió. La marcha que se suponía sería pacífica para manifestar el
rechazo justificado a la violencia de género; lamentablemente estuvo acompañada
de actos vandálicos de gran magnitud, que dejaron serios daños a los monumentos
históricos.
Los
reclamos verdaderos y las manifestaciones violentas que se miraron provocadas,
fustigadas, estimuladas, etcétera; se fundieron en una desagradable mezcla de
autenticidad, con una irrealidad sustentada, mantenida, manipulada y retribuida.
Insistentemente
se le ha criticado a la “Cuarta Transformación”, la falta de orden y fuerza
para reprimir este tipo de manifestaciones que se salen de control; pero sería
bueno reflexionar que, bajo el criterio de la seguridad del Estado y tal vez
“confundidos”; anteriormente se han criminalizado y minimizado las legítimas
marchas y protestas ciudadanas, es decir, “la justa protesta social”,
tipificándolas (los gobiernos anteriores), como marchas subversivas y
reprimiéndolas ya que “supuestamente”, pondrían en riesgo estabilidad del país.
Hoy
que el gobierno que encabeza (les guste o no) Andrés Manuel López Obrador, está
tratando de atacar las causas estructurales que generan la pobreza, la
delincuencia y consecuentemente la corrupción y la impunidad; resulta que mucha
gente prefiere el incremento de la fuerza pública, como continuar con las
Fuerzas Armadas en el combate “callejero” a la delincuencia organizada o no.
En
México tristemente, nos acostumbramos que la vía represiva es presentada como
la única alternativa para combatir a la delincuencia y bajar la violencia en
toda su extensión; pero en este país de largos años de leyes con estructura
injusta y marginadora, la ineficacia y politización de la justicia, siempre han
dejado un ancho margen de manipulación, para permitir que no se reflexione
previamente en las repercusiones que puedan tener las acciones antes de
cometerlas. Así que por la situación en la que estamos, y a la cual llegamos,
sin ningún temor a equivocarme no hace un año; la visión del Estado actual sabe
y lo sabe muy bien, que el remedio (que no es la represión) es para curar la
enfermedad, no para prolongarla.
Concluyendo,
la raíz de la violencia está totalmente sembrada en la injusticia social, en el
eterno abandono de la educación, en la inequitativa distribución de la riqueza,
en la falta de respeto a los derechos humanos, en la carga tributaria tan
desigual, en la corrupción, en la impunidad, en el desequilibrio político que
ha imperado centenas de años en nuestro país; y en el cual hoy en día, un
porcentaje de personas inconformes con el contrapeso de la austeridad en la
balanza acostumbrada de sus beneficios y prebendas, suelen convertirse en
dañinos convocadores y aplaudidores de marchas incluso justificando la
subversión en ellas.
El
peligro de estas acciones provocadas, es que, en la lucha legítima de la
ciudadanía contra la delincuencia, en la cual unos ciudadanos hartos, pero
rebasados por la desesperación y la incitación, quieran ejercer el control
total sobre los ciudadanos espectadores, y se convierta en un despliegue sin
espíritu humano, fortaleciendo tremendamente el daño colateral de la violencia.
¡Vale la pena reflexionarlo!