LA
CONQUISTA
“El conquistador por
cuidar su conquista, se convierte en esclavo de lo que conquisto. Es decir, que
jodiendo se jodió” Facundo Cabral.
A manera de información: El cuerpo de Hernán Cortés, el conquistador que instauró tres siglos
de dominio de la corona española en México, yace
olvidado en una iglesia de la capital mexicana, mientras se levanta un nuevo
debate sobre su legado.
Decía
Antonio Machado, qué en España de cada diez cabezas, nueve embisten y una
piensa. En breve un recordatorio de la polémica historia del “perdón” que recientemente
Andrés Manuel López Obrador escribiera en su diario de gobierno como Presidente
Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
No voy
a repetir comentarios, unos en contra, re contra y otros a favor del “perdón”;
simplemente voy a tomar unas cuantas palabras de algún comentario que leí para
iniciar mi artículo, y que dan mucho que pensar: “¿Pedir perdón? Mejor que le
dé gracias a España por haberles llevado la cultura moderna y para que dejaran
de hacer sacrificios humanos y erradicar el canibalismo”.
Ante este
comentario compartido positivamente por muchos, debemos de quedarnos con el
acostumbrado rito que la historia nos cuenta de la Conquista; del cual España orgullosa,
por ello, está totalmente decidida a no pedir perdón y a no reconciliarse con los
verdaderos sucesos, pero sí, siempre montada en su soberbia pero
desprestigiada, inservible y vapuleada monarquía, seguirá viéndonos de arriba
hacia abajo a los ignorantes indígenas y hoy revueltos, que se –supone- que
conquistó con terror, crueldad, abusos y mucha, mucha más sangre que la que los
nativos de México derramaban en los sacrificios humanos.
Aquí
la cuestión sería preguntarnos ¿A qué le tenemos miedo los mexicanos? Y enfocándonos
a nuestra tan cuestionada realidad política, el tradicional y ancestral miedo
social (todavía en la actualidad), es el manifiesto principal cuando las
autoridades resultan inquisidoras y practican el poder imponiendo las leyes de
forma abusiva prácticamente en contra del pueblo, sin que sea tomado en cuenta.
Pero
hoy en día el miedo al quehacer político, pero sobre todo a quienes lo manipulan
desde cualquier jerarquía, adopta rostros inéditos. Ya no son los temores
acostumbrados, como son las mordazas, las amenazas, los castigos, el acoso
fiscal, etc.; hoy existen formas más sutiles, pero más crueles y letales de
fomentar el miedo, como es la cruenta guerra sucia o negra de la oposición y de
los poderes fácticos sobre una odiada figura presidencial que se desdibuja en
el blanco, ante la certera flecha que hace daño y envenena el corazón de los
mexicanos y por ende del país.
Y ese
miedo de sobrevivir en medio de una terrible confrontación entre los mismos
mexicanos, nos lleva a las recurrentes crisis de severos conflictos que
provocan a su vez que el sistema de gobierno entre en un estado de agotamiento,
ya que de inicio es muy difícil atraer a la gente que no piensa por sí misma, y
por lo tanto, quedan subyugados y cautivos de los criterios de los demás.
Del
miedo paso a la palabra coraje que se queda corta para describir los
sentimientos de frustración que me produce, porque no me gusta defender lo
indefendible por el bien común, y porque no tengo la lengua comprometida. ¡Vale
la pena reflexionarlo!