EL
TIRO POR LA CULATA
Luz
María Sánchez Rovirosa.
“Nunca
llegarás a tu destino, si te paras a tirar piedras a cada perro que ladra”.
Winston Churchill.
Una breve reflexión sobre los trágicos acontecimientos en el municipio
de Tlahuelilpan, estado de Hidalgo. Voy a empezar con un comentario del
analista Ezra Shabot, quien señaló que el haber permitido que durante horas
decenas de personas recolectaran gasolina robada hasta que se produjo la
explosión, “es un acto de negligencia”.
La negligencia es el descuido u
omisión en el cumplimiento de una obligación. Una conducta
negligente comprende un riesgo para el individuo o para terceros. La
palabra negligencia se puede usar como sinónimo de abandono,
apatía, dejadez o pereza. Palabras que no embonan en las acciones del
presidente.
Según informes, ese ducto recién había sido reabierto, después de
semanas de haber sido cerrado y fue, precisamente por la estúpida costumbre de
robar, que perforaron clandestinamente una vez más el ducto, para ordeñar el
combustible.
Efectivamente el peligro era inminente como “la crónica de una tragedia
anunciada”, pero a partir de del inicio del gobierno de Andrés Manuel López
Obrador, se estaba haciendo todo lo posible para evitarla, (a pesar del enojo
de muchos ciudadanos por la falta de gasolina al cerrar los ductos), aun así,
una y otra vez la práctica del “huachicol” se sigue haciendo presente.
Llegando al meollo del asunto, el caso de San Primitivo, Tlahuelilpan no
fue un acto de negligencia, puesto que a todas luces se trata de un acto de
barbarie y sacrificio (por intereses diabólicos personales o de grupo),
perfectamente calculado con alevosía y ventaja. ¿Quién lo pensó, quién lo
planeó y sobre todo quién lo pago?
Suficiente
tiempo hemos tenido desde las pasadas elecciones, hasta los graves
acontecimientos de hoy en día, para percatarnos de que éste, es y será un
gobierno acribillado, un gobierno avasallado por la envidia humana; un gobierno
amenazado; un gobierno no tolerado, al que minimizan todas sus acciones; aun
cuando es un gobierno totalmente cercano a la gente y sus problemas. Un
gobierno atento de sus obligaciones y del dolor ajeno, es decir un gobierno que
no es negligente.
Hoy
ante una barbarie provocada que carcome la esperanza, obviamente existe un
clamor infundado fruto de la costumbre de una tortura social, que provoca entre
el pueblo desconfianza, irritación y dolor; motivado por la rivalidad, por el
rencor, por la frustrada ambición y codicia de los personajes de antaño, que
nos arrebataron las oportunidades a cambio del dispendio brutal de lo que por
derecho propio nos correspondía a todos los mexicanos; y que algún día se
creyeron dueños del país, y que hoy los levantaron a fuerza, de su aletargado
sueño.
Lo más
triste de esta insana historia, es la cantidad de personas que perdieron la
vida y muchos heridos graves, consecuencia de esta patética acción. Las vidas
no se recuperan jamás, razón por la que no tienen precio; y por lo mismo no se
concibe, que los deudos, todavía con la cabeza caliente y bien manipulados, se
atrevan a pedir una indemnización de 10 millones de pesos por cada difunto y 5
millones por cada herido.
Pero
contrariamente a los que le metieron el pie al presidente para que se cayera,
“les salió el tiro por la culata”, ya que solo no tocó el piso, sino que anda
por las nubes de popularidad y aceptación. ¡Vale la pena reflexionarlo!