REFORMA
ENERGÉTICA, UN SEPULCRO BLANQUEADO
Luz María Sánchez Rovirosa
“Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza,
no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de
cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría
de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad
y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la
realidad es transformable”. Eduardo Galeano.
Durante los últimos días el pueblo de México, ha sido
testigo de un fulminante espectro de debate que, sin lugar a dudas, marcará el
rumbo de la historia de la nación. Por supuesto esto es en torno al tema de la
Reforma Energética, aprobada por ambas Cámaras, los Congresos Estatales (casi
todos) y promulgada por el Ejecutivo, como regalo de Navidad.
Durante el poco tiempo que duró este encuentro, se
expresaron diferentes puntos de vista, opiniones encontradas que son tan
comunes en un proceso como éste; y aun cuando se han contrapunteado partidos,
corrientes, -personalidades- tanto de la política, como dirigentes,
empresarios, organizaciones sociales, intelectuales, especialistas y analistas;
así como a los medios de opinión en todas sus modalidades, esta apasionada
confrontación de ideas, despertó la atención y la indignación de gran parte de la
sociedad mexicana, y el interés del mundo.
La Reforma Energética, tal
vez ha causado tanta polémica, porque en menos de una semana se dio una
impactante modificación de la Constitución en materia de recursos naturales y
energía, que supone sea legal poder realizar determinadas acciones; por ejemplo
la asociación de Pemex con diversas empresas extranjeras para la extracción y
descubrimientos de nuevos yacimientos petrolíferos; ya que (dicen) que México
no cuenta con recursos financieros suficientes (pero rescató los quebrados
Astilleros españoles), ni con la alta tecnología para llevarlos a cabo, pero eso
sí, sin privatizar.
Esa parte de la reforma no
se discute; pero lo que queda en duda, son las ventajas que esta reforma y
estas acciones traerán para el bien común, ya que Pemex se supone es patrimonio
de los mexicanos, y a partir de hoy, de una u otra forma, lo vamos a compartir
¿pero de qué forma se hará?
Digo esto, porque cuando los
funcionarios federales -señalan muy claramente- que no se va a privatizar Pemex,
debemos comprender -claramente que sí se
va a privatizar Pemex-. Pero la cuestión es que quizá tienen razón, al decir
que no se va a llevar a cabo ninguna privatización a pesar de la reciente
reforma constitucional, porque de hecho (aunque ilegalmente), esto ya sucedió
hace varios sexenios.
Al final de las duras
jornadas de acuerdos y desacuerdos, las profundas modificaciones se aprobaron y
así, bien podríamos llamar a la paraestatal para no desacostumbrarnos a las
siglas que identificaron al crudo como mexicano durante tantos años, “Petróleos
Mexicanos y Extranjeros” (PEMEX), y como si nada. Vénganos a nuestro reino, la
nueva Ley de Energía Compartida.
Cabe reflexionar una vez
más, que este es el ajuste más serio que en esta materia se ha tenido desde
1938, ya que las innovadas leyes permiten precisamente fortalecer la
exploración de hidrocarburos y de gas natural en zonas de muy difícil acceso, como
las aguas profundas del Golfo de México, amén que –se supone-, reactivará el
impulso de la economía mexicana.
Por estas razones que todo
mundo sabemos hasta el cansancio, en la vida hay que tomar decisiones a partir
de lo posible y no tanto de lo deseable. Este es el punto de vista (como tantos
otros), que López Obrador perdió anteponiendo a Morena a la salvación de la
Reforma Energética, hasta que el infarto llegó muy a tiempo; amén del mutis tan
elocuente de Cuauhtémoc Cárdenas.
Pero la visión catastrófica
de los agrestes oponentes a la reforma constitucional -hecha y derecha-, contrasta con las cuentas navideñas
alegres y felices, que se presumen desde Los Pinos sobre la economía del país.
Y si en la realidad, la realidad no concuerda con la versión oficial, estaremos
entonces, ante la realidad.
Y cuando la realidad oficial
se cuenta por medio de la macroeconomía, la realidad microeconómica del pueblo
se distorsiona. Y así luchando contra un gobierno empresarial, contra empresarios
que se meten en la política, pero sobre todo luchando con o contra una
izquierda que de tan rebelde se pliega a los caprichos del poder, lo único que
hemos logrado de la Reforma Energética, es un sepulcro blanqueado, muy hermoso
por fuera, pero lleno de inmundicia y despojos por dentro. Compartida, pero la
corrupción se queda en casa. ¡Vale la pena reflexionarlo!
Mis sinceros deseos, para
que durante estas fiestas navideñas, sus deseos se hagan realidad. Salud, amor
y paz. Que Dios los guarde. ¡FELIZ NAVIDAD!