miércoles, 25 de marzo de 2020

EL MIEDO






EL MIEDO

Luz María Sánchez Rovirosa


“El ánimo que piensa en lo que puede temer, empieza a temer en lo que puede pensar”. Francisco de Quevedo.



En estos duros momentos, es imposible deslindarse del proceso de la Pandemia llamada Covid-19, en donde está el jaque principalmente la salud y la vida de la humanidad; topándonos de frente con un terrorífico escenario del cual el futuro del mundo es la víctima.

Cualquier tipo de enfermedad es considerada como un estado donde haya un deterioro de la salud del organismo humano y todas y cada una de ellas, implican un debilitamiento del sistema natural de defensa de las personas. Incluso cuando las causas son desconocidas, siempre serán indicadores los procesos fisiológicos, incluso mentales que se alteran.

El caso del Coronavirus no solamente está afectando, deteriorando e incluso causando la muerte de las personas, sino que este terrible desafío sanitario, viene acompañado de una crisis política, económica y social; ya que la facilidad del contagio, obliga a la distancia personal y al sacrificio (por indicaciones), de cerrar negocios conllevando a la pérdida de empleos, con las gravísimas consecuencias que esto implica en el mundo.

En estos momentos en los cuales todos sin excepción danzamos dentro de un círculo vicioso al que no se le ve (por el momento) salida; ya que todos los sectores de la economía mundial, están siendo fuertemente afectados y expuestos a que el riesgo de los problemas de liquidez, terminen con problemas graves de solvencia con sus dramáticas implicaciones.

Razones sobran para que hoy la humanidad sienta miedo, ese miedo ante lo inexplicable, ante lo desafiante, ante el peligro, ese miedo que durante muchos años se forjó de formas manipuladas y maquiavélicas para espantar al pueblo y obligarlo a la sumisión, escondiéndose bajo reacias corazas, frente a los caóticos sucesos políticos, sociales y financieros que nos platica la Historia Universal.

Pero hoy y ante esta crisis (al unísono) mundial, el miedo adopta rostros inéditos. Ya no son los temores acostumbrados, hoy el miedo es letal, porque vemos con mucha tristeza como se van (y ya se están) cada día, a ir reduciendo nuestros beneficios sociales, tanto como se incrementará la falta de empleo pisoteando nuestro poder adquisitivo, empujando fuerte y llevando a la aceleración de la pobreza y la marginación.

Miedo de no poder sobrevivir en medio de severos conflictos políticos, a las recurrentes crisis para tratar de salir adelante. Y entonces, cuando nos asalte un miedo real de caminar por nuestras calles, es cuando nos volveremos ciudadanos de pueblos fantasmas.

Y al final, exactamente ¿A qué le tenemos miedo cada quién, la palabra coraje se queda corta para describir los sentimientos de frustración que me produce ver cómo y a pesar de la seriedad de esta grave situación, las personas todavía no entienden que, para salir adelante, tenemos que pensar en el bien común? “Y la verdad de las verdades”, yo también tengo miedo. ¡Vale la pena reflexionarlo!




miércoles, 18 de marzo de 2020

¿YA TE CAYÓ EL 20?










¿YA TE CAYÓ EL 20?

Luz María Sánchez Rovirosa

“Es fácil eludir nuestras responsabilidades, pero es imposible eludir las consecuencias de haber eludido nuestras responsabilidades”. Anónimo.

Cada ser humano carga consigo dentro de su corazón una ley. Por esta razón, con su inteligencia y voluntad puede distinguir el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo permitido y lo prohibido.

Esta ley se llama conciencia, y es una luz interior que nos señala el camino en el que se debe marchar para encontrar la felicidad y el equilibrio de cada persona y de la sociedad. Desafortunadamente muchas veces, esa luz se oscurece con lo que está definido como pecado; dentro del cual, se encuentran entre otros, la desobediencia el orgullo, soberbia; las pasiones, etc.

Llegamos a este punto de inflexión, porque el mundo y nosotros con él, está pasando un momento muy difícil; incluido nuestro país, que muestra un grave deterioro político, financiero, pero sobre todo social, que ha hecho que los otros se agudicen de tal forma que se han vuelto críticos.

Aterrizamos con la atención que se merece, en la llegada a México del temido Coronavirus a través de la confirmación de los (hoy casi cien casos) confirmados en nuestro territorio; lo que vemos con preocupación, porque es un nuevo reto que se está presentando en el peor momento posible; justo en medio de una fuerte crisis sanitaria, de los ya desgastados pronósticos financieros y de los previsibles impactos económicos muy desfavorables para la nación.

El Covid-19 hace acto de presencia en nuestro país, dentro de un círculo de ignorancia, d negatividad, de incredulidad en un alto porcentaje de la sociedad (incluyendo la pensante), de que este grave suceso de salud colectiva sea una realidad.

Como una reflexión ante la indiferencia de tanta gente ante lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS), llamo “Pandemia”, hare un breve y ligerito comentario sobre la historia de La Caja de Pandora en la mitología griega, que narra la fascinante historia de Pandora y su caja, y de cómo sucedió la aparición de los males en el mundo. (Recomendada para leer).


Razón de ello es como comúnmente en la actualidad ante tantos daños en el mundo, solemos manifestar que una vez más la Caja de Pandora se abre, dando paso a los desastres naturales, las guerras, las epidemias, la corrupción, tanta violencia e injusticia y tanto crimen contra la humanidad.


Y oculta hasta el fondo de la caja, se encontraba el único bien: la esperanza, a quien Pandora no le permitió salir de la caja, cerrándola nuevamente dejándola atrapada para siempre. Sirva el ejemplo de la Caja de Pandora para preguntarnos: ¿Por qué somos tan despiadados, tan ignorantes y tan manipulables, y que al igual que Pandora no permitimos con nuestras actitudes que la esperanza salga de su cautiverio y nos permita la oportunidad de poder tener una mejor vida para todos sin excepción? Ojalá más temprano que tarde, a todos “nos caiga el 20”. ¡Vale la pena reflexionarlo!



miércoles, 11 de marzo de 2020






HUMANOS VS MONUMENTOS Y/O PAREDES


Luz María Sánchez Rovirosa


“Del fanatismo a la barbarie sólo media un paso”. Denis Diderot.


Los Monumentos, centros históricos o en su caso paredes (como los han llamado después de la marcha del pasado 8 de marzo), son los lugares emblemáticos y representativos de cada país en el mundo. Estas edificaciones son un distintivo que distingue el carácter histórico y especial que (en este caso), hacen que México sea identificado por su historia, por la riqueza de su cultura, folclor, para que, visitantes se maravillen ante ellos, y especialmente para que los mexicanos podamos sentirnos orgullosos de nuestro origen.

Sin detenerme mucho en un tema “escabroso”: la “conmemoración” del Día Internacional de la Mujer, en la cual como es sabido, sucedió el terrible atropello que sufrieron (algunos) de dichos monumentos o “paredes”, en manos de personas eufóricas y arrebatadas de violencia (la mayoría de sexo femenino), dando como resultado un daño significativo.

Sale a colación el tema, porque me ha llamado mucho la atención, que, entre los artículos y expresiones (válidas) que recibe uno diariamente en las redes sociales, hay especialmente “unos” que hacen referencia o mejor dicho comparación entre la preocupación de muchas personas por los daños a estas edificaciones, que, a las muertes por violencia, que han sufrido miles y miles de mujeres durante “tantos años”.

Quedando terriblemente sorprendida ante semejante pensamiento, ya que, por supuesto no existe, ni existirá punto de comparación con nada en cuanto a humanos se trate, pero con todo respeto, existen personas que son eso exactamente, personas que tienen la figura humana, pero la humanidad no la conocen, y eso no tiene que ver con la “comparación”, tiene que ver con la “barbarie”.

Pero este “caos” que no es exclusivo del gobierno actual, porque es inherente a México desde hace muchas décadas; no solo es problema de autoridades corruptas y negligentes que no permiten avanzar al país hacia una vida digna para todos sin excepción. El problema más grave es que somos una sociedad que “entendemos” la política, según nuestras afinidades, gustos y conveniencia, y entonces (algunos), vemos la barbarie como justificación, llegando a un punto de satisfacción con la destrucción de las “paredes”, pero dejando muy claro que lo que menos nos importa el prójimo.

Y la pregunta surge ¿Quiénes hacen más daño al mundo? ¿Los que se acomodan y se cobijan bajo la perversidad refinada y desde allí pisotean? ¿O quienes desde la exuberancia se manifiestan, es decir, se hacen presentes, pero son ajenos a la desdicha humana fingiendo un papel de buenos ante la “legitimación” de sus hambrientos y roedores vasallos?

¿O la figura de los llamados bárbaros, que, en este caso, sin justificación ninguna por la desbocada violencia en su actuar, arrasan sin miramientos lo que a su paso encuentran, para tratar de desnudar sus hediondos odios mal entendidos, que les quitan hasta la capacidad de ser humanos? No lo sé. ¡Vale la pena reflexionarlo!

miércoles, 4 de marzo de 2020

BABEL







BABEL


Luz María Sánchez Rovirosa


“Solo una conciencia cívica participativa puede sustituir el infantilismo cívico histórico y la corrupción institucionalizada” Carlos Wagner.



El Génesis (origen) primer libro de La Biblia en su capítulo 11, nos habla sobre la Torre de Babel, monumento que empezaron a construir los babilonios con la ambición de que llegara hasta el cielo. Dice el libro del Antiguo Testamento, que Dios castigó la soberbia de los hombres, con la confusión de lenguas.

Desde los tiempos remotos la torre de Babel aparece como símbolo de la ambición y la vanidad humana y como consecuencia, se convierte en la imagen de la confusión y la impotencia que invade al hombre, cuando no puede comunicarse con sus semejantes.

El escrito bíblico, nos da la pauta para introducirnos al confuso y mal entendido mundo de la crítica, esa opinión personal sobre cualquier tema, que siempre debería ser previamente analizada. La palabra crítica viene del griego Kritikós que quiere decir, “capaz de discernir”.

Hoy en día, tenemos la facilidad con las redes sociales de que toda persona que tenga acceso a ellas, tenga la oportunidad y la libertad de debatir los asuntos de interés público y común en el más amplio sentido, ya que en la actualidad y afortunadamente hemos dejado de ser ciudadanos (con voto); pero sin voz.

Desafortunadamente actualmente y estando en el mismo país (en este caso) México, con estas circunstancias de un mundo con tecnologías de punta y fantásticas; curiosamente, todavía se vuelve más grave la confusión y la falta de comunicación, porque aun cuando compartimos el mismo idioma, cada quien habla lo que quiere hablar, y cada quien entiende lo que quiere entender.

Muy consciente estoy, que el gobierno de López Obrador evoluciona con la lentitud propia de la pesada herencia política (aun cuando muchas personas no lo acepten). Y también entiendo y entiendo muy bien, que la popularidad no se gobierna sola, y que los frentazos ante una realidad “ferozmente provocada” por la ciudadanía indispuesta y la oposición sin riendas, han sido fuertísimos y han ayudado y mucho, para hacer casi imposible impulsar el desarrollo equilibrado del país. No dejando de lado los errores cometidos por la actual administración.

La difícil situación por la estamos pasando, es porque en la actualidad el gobierno tiene que lidiar (además de los ya graves problemas que tiene y tenía México), con las rudas zancadillas y las desencarnadas críticas, que se han vuelto cada día más feroces ya que el juicio y/o la crítica, puede y debe expresar inconformidades y defender los derechos sin las limitantes patológicas de la adulación, la sumisión, la envidia, la culpa, el coraje o la venganza, que destrozan las mentes de los más débiles y manipulables.

Estamos envueltos en refriegas, reyertas, desórdenes y confusiones; estamos estancados y no porque seamos incapaces; tenemos los recursos necesarios, pero se han administrado mal y no solo de ahorita; la corrupción y la violencia permean a todos los estratos políticos, sociales y económicos, pero lo más fuerte, es que al gobierno (y lo miro con desconsuelo), lo está maniatando un pueblo “desatado” que exige y aprieta (como nunca), pero que al final, no aporta nada, absolutamente nada para el bien común. ¡Vale la pena reflexionarlo!