¿ESTANCIAS
INFANTILES, JUSTOS POR PECADORES?
Luz María Sánchez
Rovirosa
“Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser
ley porque es justa”. Montesquieu.
Nuestra sociedad actual es una sociedad compleja, y en
un futuro lo será todavía más, y conjuntamente las cuestiones morales lo serán
también. Ahora bien, a cuestiones complejas no se puede enfrentar con
mediocridad, las cuestiones complejas, exigen acciones y respuestas complejas.
La sociedad hoy en día va
tomando conciencia cada vez más clara, de que la libertad que se aleja del
respeto al prójimo y a sus derechos fundamentales, se convierte en un vocablo
vacío y muchas veces peligroso; ya que la libertad se acalla frente al predominio
del interés de los poderosos, que olvidan qué como consecuencia de su egoísmo
se puede dar la ruina de la humanidad.
Infortunadamente parte
importante de la opinión pública, considera que la libertad es entendida como
la capacidad de elegir hacer cualquier cosa, en un clima social en el que se
profesa abiertamente la regla del “todo se vale” para conseguir el bienestar
propio, el poder económico o político o cualquier tipo de placer y junto con
estos fines, muy frecuentemente se recurre a la violencia, a la mentira, al
fraude, a la ausencia de profesionalidad y al desdeño por el trabajo bien
hecho, así como a la violación de los compromisos y obligaciones sociales y
económicos entre cualquier persona de cualquier condición.
El polémico tema de las Estancias
Infantiles, es un punto en el que la sociedad y los grupos de oposición
deberían de poner mucha atención, pero una atención madura, responsable y ética
que transmita un deseo de bienestar para los niños, un centro de trabajo
honesto que genere empleos bien remunerados; para que dejen de ser el botín en
el que se convirtieron.
Guarderías y estancias
fantasmas, estancias en funciones con un alto porcentaje de niños fantasmas, es
decir, pequeños que solo existían en los registros, pero que no asistían, amén
de una diversidad impresionante de irregularidades y todo esto solapado por los
anteriores gobiernos. También y es justo mencionarlo, muchas de las estancias
funcionaban de manera correcta, y es aquí cuando aplica el refrán “pagan justos
por pecadores”.
Así qué ante este desastre, el
actual gobierno decidió cortar los fondos, y señaló por medio de la Secretaria
de Bienestar (antes Sedesol), que estas no desaparecen, pero que se revisará el
censo de los menores que se benefician con este servicio, y que se darán
importantes cambios, para optimizar su funcionamiento, al estar en constante
verificación para que los recursos otorgados directamente a los padres, se
ocupen para este fin.
La indignación tanto de los
que pierden el servicio (momentáneamente) y los que pierden los privilegios es
justificada ante un cambio verdadero que no se quiere entender. Un cambio en
donde poco a poco ya no se darán estructuras inequitativas, injustas e
inmorales, que por cientos de años nos habían tenido cautivos; por políticos y
gobernantes que todavía no tienen el valor de llamarle bien al bien, mal al
mal, y en consecuencia actuar. ¡Vale la pena reflexionarlo!