miércoles, 29 de enero de 2020

AGUAYO&MOREIRA







AGUAYO&MOREIRA


Luz María Sánchez Rovirosa


“La palabra, es una forma más de poder, una de las muchas que nos ha estado prohibida” Victoria Sau.


¿Qué podemos hacer para dialogar y convivir civilizadamente en una sociedad que se supone plural, donde no todos piensan lo mismo, ni creen en lo mismo, incluyendo a las autoridades de cualquier nivel? ¿Qué hacer para garantizar el derecho a la libertad de expresión para todos sin excepción?

La libre expresión es esencial en la lucha para el respeto la responsabilidad y la promoción, y es uno de los -derechos humanos fundamentales-. Sin la potestad, la facultad, la atribución etc., de opinar libremente, de denunciar injusticias y clamar cambios, el hombre está condenado a la opresión.

 
Por esta razón, la libre expresión es uno de los derechos humanos más amenazados, tanto por los gobiernos represores que quieren impedir cambios, como por personas que quieren imponer su ideología valores o vicios personales, callando a los demás.

 
Resulta paradójico que, en un país supuestamente democrático, no todo mundo se pueda expresar libremente, porque reconocer, defender y vivir este derecho, tiene sus serias y difíciles implicaciones y repercusiones en la vida política y social de México.


Sirva este breve prólogo como un preámbulo en el polémico tema del derecho a La Libertad de Expresión; porque hace un par de días me llamó mucho la atención el fallo que se dio al caso Aguayo&Moreira, que ya venía cocinándose en los juzgados desde el año 2016.


El caso se abrió, inmediatamente después de que Humberto Moreira Valdés, ex gobernador de Coahuila y ex presidente del PRI (entre otros puestos políticos), demandó al analista político, articulista y catedrático del Colegio de México, Sergio Aguayo Quezada, por “Daño Moral”, después de que el susodicho escribiera un artículo que salió publicado en enero de 2016, en varios periódicos nacionales, el cual su contenido, molestó al político en cuestión.


En su narrativa el académico Sergio Aguayo, hizo un serio señalamiento a las autoridades (pertinentes), “por su pasividad en el caso del político señalado. En el artículo se leía esta dura crítica: “Moreira es un político que desprende un hedor corrupto; que en el mejor de los casos fue omiso ante terribles violaciones a los derechos humanos cometidos en el estado de Coahuila, y que, finalmente, es un abanderado de la renombrada impunidad mexicana” (sic). Cabe hacer la aclaración que, durante este enredo judicial, Humberto Moreira estaba encerrado en la cárcel de España, acusado de “lavado de dinero”.

El final de esta insólita historia, es tan increíble como la demanda, porque resulta que el “sujeto” se sintió profundamente agraviado con las palabras de Aguayo, y señaló que éstas no tenían más intención que “ofender, insultar, calumniar y propinar injurias”; lo cual era un atentado contra sus “sentimientos, afectos, creencias, decoro y reputación” (háganme el favor); y acto seguido ni tardo, ni perezoso convirtió –su daño moral- en 10 millones de pesos, que hoy le costarán pagar al “inquisidor” del lastimado, vulnerado, herido, lacerado, etc. Humberto Moreira: Sergio Aguayo sentenciado por el juez 16 de lo Civil, Francisco Castillo González.

Inicié el artículo comentándoles que este asunto desde su inicio y hoy su final, me llamaba mucho la atención, porque a estas alturas del siglo XXI, la justicia en México tenga los alcances de ser represiva, “vendida y comprada”.

¿Qué se tendrá que hacer, qué se tendrá que cambiar, para que todo el ámbito que gobierna reflexione en ese conjunto de condiciones sociales (recursos, valores, leyes, costumbres e instituciones), cumplan con transparencia y cabalmente la “Justicia Social”, poniendo a todos y cada uno de los mexicanos con poder o sin él; con puesto o sin él, en el lugar que le corresponde por ley, sin beneficiar o proteger a los que tienen y pueden, pero nunca y por ningún motivo, reprimir, hostigar o avasallar por medio del poder? ¡Vale la pena reflexionarlo!

miércoles, 15 de enero de 2020

¿CULPA O RESPONSABILIDAD?








¿CULPA O RESPONSABILIDAD?

Luz María Sánchez Rovirosa

“Los niños de hoy, son (sin generalizar) huérfanos de padres vivos”



Dicen por ahí, que la culpa es tan fea que nadie quiere cargar con ella. Uno de los errores más comunes del ser humano reside en no aceptar las consecuencias de sus actos, con una tendencia a protegerse de cualquier manera, de cualquier situación que lo libere del cargo de conciencia.

Vamos a enfocar la atención a un suceso que nos ha dejado perplejos a la mayoría de las personas que leímos, vimos o escuchamos la noticia de lo ocurrido en el estado de Torreón, donde en una escuela privada quedó inmersa en una verdadera tragedia.

Lo que sucedió, no lo voy a repetir, ya que es de todos conocido, así como el seguimiento del entorno familiar del niño (como era de esperarse), lo que las noticias de los avances de la investigación, se encargarán de difundir.

Empezaré por hacer patente una duda para la que no cuento con respuestas. Regresando al tema de la culpa, tenemos que hacer una distinción muy específica entre ésta y la responsabilidad. La culpa es un peso que cargas en tu conciencia, que muchas veces te confunde tratando de evadir la realidad o una verdad. Y la responsabilidad permite que te hagas consciente de los hechos y ver la realidad; te da la oportunidad de modificar conductas inadecuadas, ya que te ofrece crecimiento, madurez y aprendizaje.

Estos desafortunados hechos, sucedieron dentro de las instalaciones de la escuela “Cervantes”; y es allí, justo en la escuela, donde encontramos un importante punto de inflexión, para empezar a descorrer ese velo negro de amargura, de insatisfacción, de rechazo; pero que también cubría la esperanza, el anhelo de atención, respeto y cariño que cubría a este pequeño.

Las escuelas en general (aquí en México), sufren de una amplia gama de problemas, que se agravan con el control que ejercen las políticas públicas sobre la “educación y la enseñanza”; así vemos que la profesión pedagógica recibe salarios inadecuados, que muchas veces (por necesidad) distorsionan por falta de estímulos las técnicas de enseñanza que utilizan los maestros en sus trabajos.

Haciendo esta breve reflexión sobre la enseñanza de las escuelas y entonándola con el suceso del Colegio Cervantes de Torreón, la duda que me asalta es: ¿Cómo era tratado este pequeño en la escuela? ¿Cómo era tratado por su maestra (+) a la que asesinó “a boca de jarro” y sin piedad? ¿Por qué lastimo a algunos de sus compañeros? ¿Qué pedía el niño en la escuela que no fue visto ni entendido, ya no diría por sus amigos y compañeros, sino por esa maestra y demás docentes y directores? ¿Pedía en la escuela, lo que no tenía en su casa y tampoco se lo dieron?

Por supuesto que la familia del pequeño, tiene tanto la responsabilidad y la culpa de la escalofriante conducta que manifestó el chico. Los problemas de comportamientos extraños o llamativos tienen diferentes etiologías tanto físicas como emocionales y esto es muy importante que lo atienda un especialista.

Los padres (en este y muchos casos) los abuelos y demás familiares que tengan al cuidado un niño ajeno; así como (súper importante) los docentes que trabajan con muchos al mismo tiempo, tienen la obligación de estar pendientes de las luces de alerta, y hacer un llamado a las personas indicadas para su atención.

Este suceso, no debe volver a repetirse, porque de lo que se trata en una sociedad convulsa y violenta, es que todos sin excepción asumamos nuestros actos sin que cobardemente siempre busquemos a quién echarle la culpa, para hacernos responsables y poder enmendar las cosas hasta donde sea posible; porque aceptar nuestras responsabilidades, no nos devalúa como individuos. ¡Vale la pena reflexionarlo!  

miércoles, 8 de enero de 2020

EL FRUTO PROHIBIDO




EL FRUTO PROHIBIDO



Luz María Sánchez Rovirosa


“No sé con qué armas se combatirá la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta Guerra Mundial, se peleará con palos y piedras” Albert Einstein. (Esta es otra historia).


La inercia social que arrastramos a modo de perverso código genético de carácter social, cultural, político y financiero, aderezado con los graves problemas tales como la desinformación, el desinterés, la apatía y la ignorancia de la mayoría de los ciudadanos sobre los hechos locales y globales, hoy parece tomar nuevos bríos y adquirir nuevas mutaciones con síntomas por demás preocupantes.

Vamos a pasar de lo general a lo específico y en un breve comentario (por cuestión de espacio); ya que este tema merece información y reflexión profunda, sin embargo, le pasaré el pincel al escabroso caso de Genaro García Luna.

Este señor otrora de figura altanera, arrogante y soberbio, fue titular de la Secretaría de Seguridad Pública durante el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012). Pero sus negras escaramuzas, las viene arrastrando desde el año 2001 cuando en el sexenio de Vicente Fox Quesada (2000-2006), se desempeñaba como la persona facultada para manejar la Agencia Federal de Investigación (AFI) y desde aquel tiempo, se le relacionó con el Cártel de Sinaloa y obviamente con su jefe mayor El Chapo Guzmán.

A pesar de los resonados antecedentes de este lóbrego personaje de nuestra historia reciente, Felipe Calderón Hinojosa siendo ya presidente, no dudó en nombrarlo como Secretario de Seguridad Pública con miras de la guerra al narcotráfico y al crimen organizado.

Sucedió que desde aquellos no tan lejanos tiempos García Luna, sin lugar a dudas, se convirtió en la persona más poderosa de dicho sexenio; sin embargo y de manera casi irreal y en un mundo paralelo, este hombre de “talento” tan especial, siendo encargado de dar protección a los mexicanos y de combatir al crimen organizado; hoy se encuentra detenido y acusado en Estados Unidos precisamente por hacer lo contrario, es decir, que el alto y despampanante mando policiaco, estaba involucrado como funcionario y de manera personal, con los mismísimos criminales a los que se supone tenía y debía combatir.

La “singular situación” del combate al crimen organizado y al narcotráfico tan magnificada y llena de alabanzas por los medios de comunicación (en aquellos años total y absolutamente al servicio del poder político), hizo que esa absurda y cruenta guerra que se desató “sin ton y son” por encargo del entonces presidente Calderón, resultara una dramática y vil mentira, ante las evidencias (por el momento) “básicas” de tan tremenda acusación. 
Curiosamente, la detención de Genaro García Luna, tiene una relevancia mucho más especial y mayor que la de Joaquín (el Chapo) Guzmán, ya que, de este personaje no nos toman de sorpresa, “viendo y conociendo” al legendario narcotraficante, sus quehaceres del mal. 
Pero como imaginar a un “superhéroe” que nos rescataría del fuego del infierno, cayendo como Adán y Eva en el pecado de la avaricia y evadiendo sin importarle sus obligaciones, se corrompe y acepta comer del fruto prohibido. 
Por lo menos su servidora, nunca antes había visto un caso similar al de García Luna, quien tiene señalada una culpabilidad extrema, con un perfil que se asoma ya no solamente de narcotraficante, sino de un activo en el “crimen organizado” que abriga todos los delitos, incluyendo las drogas. 
Sin duda de cuestión, Genaro García Luna pasó de ser activo en el fallido gobierno de Fox, a ser el principal ingrediente de un gobierno que emanó de un terrible fraude electoral, que quiso limpiar, ensuciándolo más. 
Con la detención en Estados Unidos de García Luna, derivada de la del Chapo Guzmán, México tendrá un cambio substancial para los años venideros, especialmente en la oposición (hoy) de derecha y sobre todo panista, aun cuando salga y muy salpicado también el PRI. 
¿Qué estará pensando en estos momentos el susodicho? ¿Será que, por mejorar su negra situación ante los Tribunales de Justicia, denuncie al cúmulo de personajes que ni nos imaginamos, que lo apoyaron, ayudaron, incitaron y que por ello también le entraron a su pedacito del “Fruto Prohibido”? ¡Vale la pena reflexionarlo!