LA
SEGURIDAD, RESPONSABILIDAD Y RESPETO
Luz María Sánchez
Rovirosa
El
respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la
libertad. Juan Pablo II
Reflexionando los recientes acontecimientos,
pareciera que el país está bajo un fenómeno gubernamental donde sobresalen las autoridades
que realizan su actividad de manera personal. Y me llama la atención, porque a
estas alturas del siglo XXI, que un gobierno todavía tenga los alcances de ser
represivo, es increíble e inaguantable.
Aquellos tiempos del poder absoluto,
del poder sobre la ley (hablando de México), hace mucho que deberían haber
pasado para no volver; porque hoy en día, -se supone- que los gobiernos tienen la
capacidad y la obligación de hacer distinción en un sinnúmero de oportunidades en
el diálogo como medio de dirimir diferencias, antes de usar el poder para
avasallar. Pero ante todo privilegiar la seguridad del ciudadano.
La seguridad de un país
tanto interior como exterior, es requisito primordial para la vida y el
desarrollo de los pueblos; y cuando en un país ésta no está garantizada, el gobierno
está faltando gravemente a su obligación.
Después de que la sociedad
mexicana ha recorrido un camino espinoso y ha sentido en carne propia el
tormento de la inseguridad con sus graves repercusiones, suplica, implora,
ruega y demanda una solución para detener la injusticia, y vive pidiendo y
exigiendo a las autoridades que actúen oportuna y eficazmente; sin embargo, las
–insinuaciones- de los funcionarios sobre el tema, están muy lejos de responder
a una política pública integral contra el crimen, especialmente con el que está
organizado.
No obstante, aún seguimos
esperando, si no los resultados, por lo menos la intención de hacer algo; y no
son pocos los ciudadanos que tienen el temor a no verla a corto plazo. Y es que
en el fondo el problema es mucho más complejo de lo que ya es de por si grave y
que se deja entrever; porque aunado a los delitos, si los gobernantes no
reconocen la moral, el pecado y los derechos humanos, poco puede esperarse ante
la corrupción. Sin embargo no podemos, ni debemos permitir que la impunidad y
la inseguridad tengan la última palabra.
En el resultado de una decrépita
historia política, en la que la mentira ha sido una constante, la sospecha y la
desconfianza se han vuelto parte de nuestra cultura y uno se pregunta ¿Qué será
lo que este gobierno nos va a imponer como modelo de seguridad? Aparentemente
la promesa de la Gendarmería ya no se verá cumplida. ¿Por qué?
En esta difícil situación existen
riesgos a los que los ciudadanos han sido expuestos por distintos actores
políticos; y este temor (fundado), es que este nuevo gobierno regrese a las
disposiciones militares, y de repente adquiera características propias de un
régimen de seguridad al estilo de las dictaduras; o bien, que pacte con el
crimen organizado.
Aunque se trata de un
escenario poco probable (¿?), por el momento histórico que vivimos con el regreso
del PRI al poder notoriamente con características represivas, existe el riesgo
de que en nombre de la seguridad, se violen derechos humanos y se restrinjan
las garantías individuales, empezando por el derecho a la Libertad de Expresión.
Resultaría positivo que entre
todas las iniciativas, pactos, reformas, etc., que está poniendo ante nuestros
ojos y los del mundo, el gobierno de Enrique Peña Nieto, llenara el vacío legal,
que existe para combatir sobre todo al crimen organizado, para detener los
brotes de delincuencia que se multiplican día tras día y que son una amenaza
para el pueblo de México.
Para las autoridades entender la
responsabilidad y el respeto que tienen con la sociedad y actuar en consecuencia,
es la clave para un buen gobierno. La prevención del delito no
es solamente cuestión de educar conciencias, sino de fomentar las condiciones
económicas, políticas culturales y sociales, que permitan un auténtico
desarrollo humano seguro para la vida de los ciudadanos y de sus familias, con
responsabilidad y respeto. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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