viernes, 14 de junio de 2013

LA INSEGURIDAD, RESPONSABILIDAD Y RESPETO



 
LA SEGURIDAD, RESPONSABILIDAD Y RESPETO

Luz María Sánchez Rovirosa

 

El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la libertad. Juan Pablo II

 

Reflexionando los recientes acontecimientos, pareciera que el país está bajo un fenómeno gubernamental donde sobresalen las autoridades que realizan su actividad de manera personal. Y me llama la atención, porque a estas alturas del siglo XXI, que un gobierno todavía tenga los alcances de ser represivo, es increíble e inaguantable.

Aquellos tiempos del poder absoluto, del poder sobre la ley (hablando de México), hace mucho que deberían haber pasado para no volver; porque hoy en día, -se supone- que los gobiernos tienen la capacidad y la obligación de hacer distinción en un sinnúmero de oportunidades en el diálogo como medio de dirimir diferencias, antes de usar el poder para avasallar. Pero ante todo privilegiar la seguridad del ciudadano.

La seguridad de un país tanto interior como exterior, es requisito primordial para la vida y el desarrollo de los pueblos; y cuando en un país ésta no está garantizada, el gobierno está faltando gravemente a su obligación.

Después de que la sociedad mexicana ha recorrido un camino espinoso y ha sentido en carne propia el tormento de la inseguridad con sus graves repercusiones, suplica, implora, ruega y demanda una solución para detener la injusticia, y vive pidiendo y exigiendo a las autoridades que actúen oportuna y eficazmente; sin embargo, las –insinuaciones- de los funcionarios sobre el tema, están muy lejos de responder a una política pública integral contra el crimen, especialmente con el que está organizado.

No obstante, aún seguimos esperando, si no los resultados, por lo menos la intención de hacer algo; y no son pocos los ciudadanos que tienen el temor a no verla a corto plazo. Y es que en el fondo el problema es mucho más complejo de lo que ya es de por si grave y que se deja entrever; porque aunado a los delitos, si los gobernantes no reconocen la moral, el pecado y los derechos humanos, poco puede esperarse ante la corrupción. Sin embargo no podemos, ni debemos permitir que la impunidad y la inseguridad tengan la última palabra.

En el resultado de una decrépita historia política, en la que la mentira ha sido una constante, la sospecha y la desconfianza se han vuelto parte de nuestra cultura y uno se pregunta ¿Qué será lo que este gobierno nos va a imponer como modelo de seguridad? Aparentemente la promesa de la Gendarmería ya no se verá cumplida. ¿Por qué?

En esta difícil situación existen riesgos a los que los ciudadanos han sido expuestos por distintos actores políticos; y este temor (fundado), es que este nuevo gobierno regrese a las disposiciones militares, y de repente adquiera características propias de un régimen de seguridad al estilo de las dictaduras; o bien, que pacte con el crimen organizado.

Aunque se trata de un escenario poco probable (¿?), por el momento histórico que vivimos con el regreso del PRI al poder notoriamente con características represivas, existe el riesgo de que en nombre de la seguridad, se violen derechos humanos y se restrinjan las garantías individuales, empezando por el derecho a la Libertad de Expresión.

Resultaría positivo que entre todas las iniciativas, pactos, reformas, etc., que está poniendo ante nuestros ojos y los del mundo, el gobierno de Enrique Peña Nieto, llenara el vacío legal, que existe para combatir sobre todo al crimen organizado, para detener los brotes de delincuencia que se multiplican día tras día y que son una amenaza para el pueblo de México.

Para las autoridades entender la responsabilidad y el respeto que tienen con la sociedad y actuar en consecuencia, es la clave para un buen gobierno. La prevención del delito no es solamente cuestión de educar conciencias, sino de fomentar las condiciones económicas, políticas culturales y sociales, que permitan un auténtico desarrollo humano seguro para la vida de los ciudadanos y de sus familias, con responsabilidad y respeto. ¡Vale la pena reflexionarlo!

 


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