EL ILUSIONISMO POLÍTICO
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Lo que los ojos ven y los oídos oyen, la mente piensa”. Houdini
¿Cómo ciudadanía participativa, qué podremos hacer para lograr sacar a México
del atraso, la pobreza, la marginación social, política y económica, de la
corrupción, de la violencia e inseguridad en que se encuentra sumido actualmente?
El
párrafo anterior engloba todo lo que nuestras ilusiones como ciudadanos sensibles
de este país, queremos y anhelamos que ya no sucedan, sin embargo, no lo hemos
podido lograr.
Hablar
de un mexicano participativo, estoy convencida que sería lo óptimo, lo ideal y lo
correcto; si el gobierno (como dice), lo permitiera; y si la ciudadanía sintiéndose
tomada en cuenta no se politizara. Pero como desafortunadamente esto es cada
día más difícil (por no decir imposible), hoy casi al declinar el 2013,
hablaremos de la ilusión (ilusionismo).
La ilusión es la esperanza puesta en alguna cosa positiva, como un sueño,
un sentimiento de alegría en un proyecto que de verdad deseamos que se realice,
que se cumpla. Y la ilusión óptica (ilusionismo), es una imagen mental
engañosa provocada por la imaginación o por la interpretación errónea de lo que
perciben los sentidos. Muy diferentes, pero ambas son ilusiones.
Las
comparaciones con el pasado (para algunas personas), con el convencimiento de
que cualquier época anterior fue mejor; quizá no sea lo más sano, sin embargo, igual,
pero de atrás para adelante ya lo reza el refrán que dice: “nunca segundas
partes fueron mejores”.
Así
que de vez en cuando, hablando de ilusión y de ilusionismo político,
específicamente en este caso que nos atrae, es decir, del Partido
Revolucionario Institucional (PRI), no hay más remedio que cotejar y reconocer
que en estos tiempos tan avanzados en tecnología y en contraposición a otros
que ya son historia, se cometen las mismas barbaridades, injusticias,
esclavitudes y se protagonizan salvajadas, robos, engaños, delitos y tonterías
igual que antes, pero disfrazadas de “sofisticación”.
Claro
ejemplo (de una ilusión disfrazada), son las “reformas estructurales” aprobadas
durante este primer año de gobierno del retorno del PRI; y que son tan sólo un
anticipo de lo que se nos viene encima para los próximos años, en este extraño experimento
de los “nuevos modos” del mismo Tricolor.
Por
ejemplo, una ilusión convertida en ilusionismo, se da en la recién aprobada
Reforma Hacendaria, en la cual dejaron ilusionados a los mexicanos con que los
alimentos y medicinas quedaran en tasa cero% de IVA. Pero, oh cielos, cualquier
alimento que contenga dulce (azúcar o sustituto), que son miles, y que fueron
considerados “chatarra”, los “nominaron” para el IEPS y del cero% volaron hasta
el 8%, sin que los mexicanos respingaran nadita de nada.
Es
desilusión voltear a ver los contenidos (simbólicos) de aquellos primeros meses
de los años de la transición. Por aquel entonces, y precisamente por el bajo
nivel de vida que teníamos, había ilusión por el cambio, había esperanzas,
había promesas reales que nos hacían pensar en caminar hacia la democracia. La
gente ilusionada, creía más en lo que los políticos decían y hacían.
Pero
después de setenta y tantos años de –lujuria política-, y dos envilecidas
épocas de transición (¿?), en la actualidad, con el PRI nuevamente encaramado
en la “silla pinal”; el cambio, la democracia y toda ilusión, es un lujo que no
se puede uno dar, porque no ha lugar a la participación natural y cívica de la
gente, ya que el ilusionismo político que tan bien maneja este gobierno, ha
devenido en pura economía para México, pero no para los mexicanos. La prueba
Banxico.
El
progreso no se lleva bien con el mal gobierno, porque siempre será positivo si
se usa bien. Y si no, los ejemplos aberrantes que con cifras nos indican que en
este año del nuevo priísmo, hay un millón más de pobres; aun cuando la titular
de La Cruzada Contra el Hambre, diga que “de 7 millones de “pobres”, 3 millones
de ellos hoy, viven mejor”.
Este
es el tiempo que nos tocó vivir. Falta de buen gobierno, falta de ética, de
moral, de valores, de dignidad, de honestidad, de humildad, de humanidad. Falta
de preparación, de estudios, de cultura, pero curiosamente no de imaginación.
¿Será
posible que no exista alguna manera para que volvamos a ilusionarnos y para que
la democracia sirva para gobernarnos y no para que nos dirija el ilusionismo
político? ¡Vale la pena reflexionarlo!
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