¿Y
PARA CUÁNDO LA EXTRADICIÓN Y EL DECOMISO?
Luz María Sánchez
Rovirosa
“El único peligro que existe
reside en el mismo ser humano. Nosotros somos el único peligro, pero
lamentablemente somos inconscientes de ello. En nosotros radica el origen de
toda posible maldad” Carl Gustav Jung.
El día de
hoy, trataré brevemente dos temas, que a pesar de que parecen estar desfasados,
surgen y se alimentan de las mismas raíces patológicas de la necesidad.
Las
diferencias entre los hombres sencillamente se pueden mitigar asumiendo las
semejanzas que nos hacen seres humanos. Las diferencias genéticamente hablando,
por supuesto que llegan a la conclusión que cada individuo es una combinación
única en el universo, es decir, que cada persona es original e irrepetible.
La “raza”
sin embargo, se da a partir de un montón de rasgos necesarios para la vida en
un determinado lugar, y son los que le dan un aspecto común a las diferentes
sociedades de los pueblos del mundo, sobre todo cuando estos lugares son
poblados de raíces y cultura propia. Pero es la indolencia de la intrínseca
condición humana, la que repara en la terrible división racial, y
consecuentemente en el “racismo”. Si algo ha combatido la antropología en los
últimos años, es la inexplicable explicación de las “razas superiores”
(Hitler), que propicia justamente la división de la humanidad.
La xenofobia
(del griego xeno-extranjero, fobia-temor), es un concepto muy antiguo, y es la
actitud de rechazo hacia lo extraño, hacia lo diferente. Sale a colación este delicado
tema que criminaliza a los emigrantes, migrantes e inmigrantes, indocumentados
(y documentados también) de todo el mundo, especialmente (en este caso) a los
mexicanos que por cientos de circunstancias políticas, económicas y sociales,
tratan una y otra vez de pasar la frontera con Estados Unidos; movilización que
inició cuando una gran parte del territorio propiedad de México, pasó a ser
posesión de ese país por circunstancias que narra la historia y que muchos
conocemos.
Hoy a través de tantos años de
firmar Tratados de Políticas Internacionales, y a pesar de las promesas de los
diferentes gobiernos, no se han logrado incrementar (en México) los empleos
formales, ni reducir los niveles de pobreza y marginación, y esta es la razón que
primordialmente empuja a los mexicanos a desplazarse hacia el norte, con todo
lo que esto supone: vicisitudes y peligro (incluso) de muerte en el trayecto y
al paso de la frontera; explotación financiera y malos tratos; desasosiego y
angustia si se va con la familia, o tristeza por dejarla; además de grave
riesgo de extorción o secuestro (nueva modalidad) hacia las personas (en
México) que tienen familiares inmigrantes en el “otro lado”.
Los trabajadores mexicanos (inmigrantes),
que por diferentes motivos logran cruzar la frontera, proveen a Estados Unidos
de un recurso humano para llenar ese hueco laboral que existe en ese país
vecino. Pero ni aun así, desde hace tanto tiempo, las leyes migratorias
internacionales, han encontrado un conducto legal, mediante el cual los inmigrantes
mexicanos, pudieran acceder a Estados Unidos a satisfacer esa demanda laboral
que es una realidad. El resultado es la fuerte inmigración ilegal-, y con ella
todas las mugrosas patologías que surgen de la xenofobia, del desprecio, y del
racismo, que es un ultraje a la dignidad y derechos del ser humano, simplemente
por serlo.
¿Por qué nos molesta tanto lo
diferente? ¿Será porque no lo conocemos o será porque algo de lo diferente que
“odiamos” en los demás, habita en nosotros como parte de nuestra propia
identidad, aun cuando lo neguemos? ¡Vale la pena reflexionarlo!
Pasando al siguiente tema, hoy prácticamente obligado por la gran
importancia que tiene para México y los mexicanos, es
que el grave problema que gira a nuestro alrededor, no es en sí, -la apoteótica
re captura-de Joaquín Guzmán “El Chapo”, sino los –efectos colaterales-, en la
ya deteriorada política, economía y por supuesto en la sociedad del país.
Es bien sabido que el Cártel
de Sinaloa nunca ha dejado de ser el más importante de México, haciendo
negocios (ilícitos) hasta de más de 3 mil millones de dólares al año.
Lo grave del asunto del
Chapo, no es Sean Penn, Kate del Castillo y demás yerbas; ni como fue, ni como
vino; lo real es la extradición a Estados Unidos y ¿a dónde diablos ha ido a
parar todo ese dineral tanto en efectivo, como en exóticas propiedades (inmuebles,
aviones, submarinos) y negocios, que el mismísimo demonio sabrá con quién? -La
pregunta “retiembla en su centro”- ¿Porque no se ha hecho decomiso alguno, o si
lo han hecho, por qué no nos han informado?
¿Qué es lo que sucede con el
cálculo de las autoridades, en un país con un gobierno que se ha creído
–superior-, pero que nos ha dado claras muestras de su debilidad en cualquier
ámbito de su administración? ¡Vale la pena reflexionarlo!
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