jueves, 19 de junio de 2014

FAUSTO





FAUSTO

Luz María Sánchez Rovirosa

 

“Múltiple voz eleva sus hojas verticales clamando por el fruto maduro de tu frente. ¡Desolada bandera! Otra vez Patria suave…Ya vienen otra vez los mercaderes.” Aurora Reyes.

 

Fausto etimológicamente proviene del vocablo latín “faustus” que significa “afortunado”. Todas las leyendas conocidas desde 1592 sobre este personaje, sin duda fueron fuente de inspiración de Johann Wolfgang Von Goethe (1749-1832), para la creación de –su Fausto-, obra maestra sin duda, de la literatura alemana y universal.

Fausto es el vaivén del ser humano en su relación con el mal (en la obra), encarnado en la figura de Mefistófeles (el Diablo), que ha tenido a través de los años una repercusión muy importante en diversas adaptaciones, no sólo en la literatura, sino también en otras artes como la música, el teatro y las artes plásticas; así como también, en el “arte” de la política.

La historia-leyenda se basa en la figura de un destacado filósofo conocido como el Doctor Fausto, a quien todas las enseñanzas que le ofrecían la naturaleza, los grandes filósofos y teólogos para conocer el misterio de la vida (otorgada por Dios), eran insuficientes para satisfacer su entendimiento inquisitivo por descubrir los misterios de la misma, por méritos propios. Al cabo de un tiempo de infructuosos esfuerzos, se introduce en el bajo mundo de la magia y en el conocimiento (en aquellos tiempos prohibido) de la brujería.

Sin embargo era tal su ambición de conocer absolutamente todo, que incluso la brujería, la magia negra y las investigaciones prohibidas, no pudieron otorgarle su anhelo. 

Así que en su desesperación, invocó a los espíritus infernales, y en respuesta a su llamado se presentó Mefistófeles, el espíritu del mal, y le ofreció a cambio de su alma, todo el conocimiento que estaba buscando.

Finalmente, cuando viejo, enfermo y ya había recorrido con Mefisto todo el bajo mundo de la perversión, de la corrupción y del mal, Fausto se percató de las graves consecuencias del pacto que había realizado y se sintió tan lleno de remordimientos, de amor y de sufrimiento, que su alma se escapó de las garras del Diablo.

Una breve narración de la magistral obra de Goethe, para introducirnos al tema de hoy: Los Faustos del tenebroso presente de México.

Empezaremos por el (hoy) ex gobernador de Michoacán Fausto Vallejo, (quien por obvias razones), desde el momento que lo señalaron los del Revolucionario Institucional para contender por la gubernatura, tenía que haber sabido que su estado de salud era muy delicado, sin embargo la ambición y la codicia de (casi) todo político lo hicieron aceptar, y (con trampas o sin ellas) llegó al poder anhelado.

Su gobierno se vio interrumpido (al poco tiempo), por la necesidad de un trasplante de hígado, por lo cual (como indica la Ley) fue asunto a la silla mayor del estado, el entonces secretario de Gobierno Jesús Reyna, quien poco después de que Fausto regresara (bastante desmejorado), renunció, no sin antes sacarle a la luz sus nexos con el narcotráfico michoacano.

Michoacán (con un gobernador disminuido en salud) se volvió en un estado sin ley, y ni tardo ni perezoso, el gobierno de Enrique Peña Nieto, lo desplazó (Fausto Vallejo), imponiéndole un comisionado (personaje de ficción) pero que resuelve todo lo tenebroso, en la persona de Alfredo Castillo.

Y para cerrar con broche de oro (antes re renunciar), nuevamente deja su encargo para realizarse un chequeo protocolario sobre su estado de salud, justo en el momento en el que aparece la foto de su hijo Rodrigo conocido como “El Gerber”, con la Tuta, líder de Los Caballeros Templarios en la entidad.

El caso del otro Fausto (Alzati), es igual de patético que el anterior. Este “engendro” de la política priísta, ha sido devuelto en dos ocasiones, como mercancía defectuosa.

Como secretario de Educación Pública, en la administración de Ernesto Zedillo (1995), sólo duró dos meses en el cargo, ya que se le obligó a renunciar, por acreditarse estudios (incluso) de doctorado en el extranjero falsos.

Después de deambular en las administraciones pasadas como lo que es, un verdadero lambiscón, consiguió algunos puestos (hasta con el PAN). Ya en el gobierno actual, ostentaba (hasta hace un par de días), el puesto de director general de Televisión Educativa, del cual “misteriosamente” fue destituido, tras escenificar un aberrante drama, al interrumpir en inauguración la lectura de un poema de Aurora Reyes (que a su ebrio parecer) ofendía al presidente por maliciosa y perversa.

El poder corrompe, tanto en el plano moral, espiritual como en el material. La ambición cada vez más “ambiciosa” por el dinero y el poder, siempre empuja más allá de cualquier límite y de la destrucción que inflige en su recorrido por conseguirlos. Sin embargo entre estos, como tantos otros Faustos de la política, hay una abismal diferencia con el Fausto de Goethe, ya que a pesar de que en su ambición, conoció y vivió todas las perversidades del mundo y provocó daños gravísimos; el arrepentimiento, la compasión y el amor, fueron los sentimientos que finalmente le permitieron engañar al Diablo, logrando para su persona el perdón y la redención. Sin prejuzgar la comparación, la dedico, sólo por lo que veo y siento. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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