viernes, 29 de agosto de 2014

LA RAIZ DEL MIEDO Y EL ESPIONAJE






LA RAIZ DEL MIEDO Y EL ESPIONAJE

Luz María Sánchez Rovirosa

 “No basta saber cómo atacar a los demás con el fuego, es necesario saber cómo impedir que los demás te ataquen a ti”. Sun Tzu.

El espionaje no es un tema nuevo en México, éste ha jugado un papel sumamente importante aunque poco conocido en nuestro país, que hasta nuestros días se sigue dando, de afuera hacia adentro y viceversa.
 

El espionaje ha sido y es una parte asociada al ser humano desde el principio de nuestros tiempos, y va íntimamente ligado a los conflictos y las guerras. Su inicio y su fin es conocer al que pudiera ser el enemigo o el amigo y su ventaja sobre nosotros si es que la llegara a tener; o la de vanguardia, que es simplemente satisfacer una morbosa curiosidad por conocer sobre las vidas privadas.

Los gobiernos en turno de cualquier época en cualquier país de la tierra, han incursionado en el mundo del espionaje. Así vemos como durante el imperio azteca, los comerciantes informaban al emperador sobre los movimientos de los españoles en tiempos de la conquista. También en el movimiento de independencia, los ejércitos de Hidalgo y Morelos, usaban espías para desafiar las operaciones de la corona española.
 

La referencia más antigua que se conoce en el mundo sobre espionaje, es atribuida a Sun Tzu en su libro “El Arte de la Guerra”. Para Tzu “el arte de la guerra consistía, no en exterminar al rival en la lucha sino en vencerlo sin necesidad de recurrir a esta”.
 
 
Posteriormente, con la aparición del telégrafo en 1840, se entrará de lleno en una época, donde se conocieron y utilizaron nuevas formas y métodos de interceptación de la información.
 

Con la llegada del siglo XX y gracias a los avances tecnológicos y científicos, una nueva forma, métodos y técnicas de espionaje tomaron forma, y la información cada vez fue cobrando mayor importancia. Toda esta forma de espionaje (casi siempre) enfocado a los quehaceres políticos y de relaciones internacionales entre los países de la tierra.
 

Ahora bien, el hombre es por naturaleza social, que necesita para su sano desarrollo fortalecerse con la convivencia de los demás; pero esto no necesariamente conlleva a exponerse ilimitadamente y a mostrar todos los aspectos de su vida.
 

Así que por derecho humano y constitucional (supuestamente en México), todos los hombres sin excepción, tenemos un ámbito reservado, que conocemos como privacidad o intimidad, lugar del que están excluidos aquellos, a quienes no hayamos autorizado a ingresar.
 

Sale a colación el tema del espionaje, porque recientemente el ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal Marcelo Ebrard Casaubón, presentó un amparo contra los artículos 189 y 190 de la recién inaugurada y “flamante” Ley de Telecomunicaciones, ya que asegura que ambos artículos violan los derechos de los ciudadanos, ya que contemplan el permiso a 20 instancias del Gobierno Federal, a acceder a los datos personales, a la localización (geográfica) y por supuesto intervención de llamadas telefónicas de cualquier mexicano, sin orden judicial.
 

Los seres humanos hemos tolerado el miedo durante miles de años como una forma esencial de ejercer la autoridad, ya sea de nuestras generaciones, religiones o sectas, en la escuela y trabajo; y por supuesto el “terrible” miedo al gobierno.
 

Todos sabemos que el derecho a la privacidad le corresponde por excelencia a todos los seres humanos (sin excepción), desde su nacimiento hasta la muerte, y es tan sagrado, que llega a ser considerado como una virtud en los hombres.
 

Así que cuando marcamos perfectamente la diferencia en los ámbitos de nuestra vida pública y privada; cuando tenemos que ser responsables de la importancia de nuestro derecho a la privacidad, es cuando podemos apreciar el inmenso valor de ese lugar propio e interno, que no es, ni debe ser conocido por todos. Derecho a ese lugar que nos protege de las injerencias de extraños (incluyendo al gobierno) y nos garantiza que en caso de que sea violentada la paz de nuestras vidas privadas, tenga sanciones de acuerdo con la ley.
 

Pero, por eso llama la atención y es muy grave, que sea la misma ley que prodigó la protección a la vida y a la intimidad de ella; que hoy, por las gruesas y retorcidas raíces del miedo de un mal gobierno, te la quite. ¡Vale la pena reflexionarlo!

 

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