CAMPAÑAS CAPRICHOSAS Y RETORCIDAS
Luz María Sánchez Rovirosa
“La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los
pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros”. Anónimo.
Hablar del proceso electoral en una caricatura de democracia como la
nuestra, no es nada fácil, sobre todo porque ha tenido como antecedente (demasiadas
veces) la sofisticación del fraude, como una insignia ante el mundo.
Desde el momento en que todo sobre elecciones se ciñe a nuestro alrededor,
pasando por la conformación de nuevos partidos (en exceso), las negociaciones y
procesos internos de los mismos, las campañas, la instalación de las casillas, por
cierto presididas por ciudadanos de cada una de las secciones que contienden, con
presencia de representantes de los diferentes partidos, el tiempo del sufragio,
y hasta el momento del recuento final de ellos; no hay espacio para escuchar otra
cosa que no sea la manipulación tendenciosa (velada o no), para que nuestros votos
no afecten el resultado que espera cada partido y compañía.
Hay partidos que por estrategia política y por falta de ética (o por ambas), hacen lo posible y
hasta lo imposible, por mezclar este proceso con las mismas irregularidades de
otras campañas y otras elecciones, que le anteceden.
Hoy, nuevamente y ante el proceso electoral al cual nos estamos
enfrentando, es un grave error tratar de seguir las mismas huellas que lo
violentan, porque como hemos venido observado con las multas unas, tras otras
para el Partido Verde Ecologista, diluye el efecto de las sanciones de ley y
porque intenta manchar (y muchas veces lo logra), la certeza de un proceso
justo del cual, los electores esperan mucho.
En muchas elecciones del pasado, bien sabemos (aunque no lo acepten), que
el triunfo de algunos candidatos en las urnas no ha sido del todo recto, por el
contrario, hemos sido testigo de procesos caprichosos y muy retorcidos;
inundado de evidencias negativas que los envilecen, y que en su momento fueron
sesgadas, con vaga o casi nula información al respecto y lo más patético: justificadas,
por diferentes medios de comunicación, incluyendo los electrónicos y las redes
(sin generalizar).
Podemos, si somos muy condescendientes aceptar que existe la democracia y
que garantiza, que quien obtenga más votos en las urnas, sea el triunfador y
ocupe el puesto por el que contendió; pero desafortunadamente no es así; ya que
la realidad de la democracia, es la justa competitividad de los contendientes,
teniendo en equidad todo tipo de ventajas (incluyendo las legales) que los
hagan ganar con mayor facilidad; y no como aquí sucede, que les reduzca la
probabilidad del triunfo, para que todo se resume en la participación, en
buscar un espacio de fuero por ello y en tirar el dinero a la basura, tantas
veces de sus casas.
¿Por qué decimos que las campañas son violatorias y tendenciosas? Como
claro ejemplo están los apoyos para los gastos (estúpidos) de las campañas de
–dinero privado-; pero de lo que no estamos seguros es del origen de los
mismos, o lo que es peor, si este surge de la desviación del dinero público, desde
los gobiernos estatales y municipales, para el mismo fin.
Otro punto que llama la atención es –la compra del voto- vía tortas,
refrescos, gorras, camisetas, cilindros, lápices, vales para medicinas, etc.,
hasta la trillada entrega de despensas y de dinero en efectivo; más lo más
sofisticado que nos ha tocado ver, que son las tarjetas de débito y de
descuentos.
Ah, pero qué difícil es para el elector argumentar sobre la consuetudinaria
violación de la Ley Electoral, empezando por la magnitud de la necesidad de la
gente, y el efecto que hace en las preferencias electorales, perturbando la
preferencia sincera del voto.
Este panorama es el que cubre como nube negra los procesos electorales en
-casi todas- las entidades del país, y este, no es la excepción. Ahora bien
aterrizando en el estado de Guerrero, y especialmente en el municipio de
Acapulco, la situación que impera no puede ser peor.
Me centraré especialmente en el cuestionado y
multado repetidamente por sus excesos, al partido verde, una rémora y en el
caso de la –silla Guerrero- aliado del PRI, pero que en Acapulco se desintegra y le sirve
(hoy) al tricolor, como carrusel para permitir que se suba toda persona ajena
(filialmente), pero dispuesta a desembolsar varios millones en aras de debilitar
y curiosamente fortalecer otra opción no permitida, o no bien vista por las
propias –regulaciones internas- de los partidos.
Así podemos observar, con mucha preocupación,
como se van moviendo sofisticada y maléficamente las piezas del ajedrez, para
llevar al triunfo al contrincante quien después con toda la facilidad del
mundo permitida, nuevamente repetirá los patrones de las tradicionales campañas
caprichosas y retorcidas. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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