domingo, 13 de diciembre de 2015

"VIVE GUERRERO UN NUEVO MOMENTO" ¿DE VIOLENCIA?







“VIVE GUERRERO UN NUEVO MOMENTO” ¿DE VIOLENCIA?

Luz María Sánchez Rovirosa

“Tener miedo es uno de nuestros sistemas de protección. No sentirlo es tan peligroso como vivir dominado por él”.

Sentir miedo en Acapulco hoy en día es una desagradable costumbre que se extiende cada día más entre la población: basta con abrir la puerta de tu casa. Ya no es necesario caminar por una colonia desierta por la noche, para saber que corres peligro y sentir miedo. Ya no se necesita que un grupo de individuos con aspecto amenazador se interponga (en coche, moto o a pie) en tu camino y que sientas el aterrador “no hay escape”.


El miedo es un sentimiento inherente al ser humano y muchas veces moldea nuestra vida diaria, porque adquiere mil caras y se extiende a todo tipo de situaciones. En el caso de una desmesurada violencia sin control y que se prolonga demasiado, produce un miedo y una ansiedad tan intensas, que se corre el riesgo de convertirse en algo peligroso y patológico.

Sin embargo, muchos pensarán que exagero, ya que es difícil definir el miedo, porque es una sensación, pero muchas veces un sentimiento justificado que se experimenta por haber sufrido, ya sea en carne propia o con alguien muy cercano, experiencias tremendas que nos evocan ese pasado, que tantas veces nos eriza el cabello.

Sin duda alguna, se puede admitir que en Acapulco los hechos violentos nos han rebasado, pese a que el gobernador Astudillo tiene otra impresión ya que en recientes declaraciones señaló: “yo creo que ha habido problemas, pero también hay operativos que han ido más a fondo, el caso de los operativos en escuelas es muy importante, el dato que tenemos es que hay cien escuelas, se disminuyó a 30 escuelas inseguras, el resto están resguardas y protegidas, operación que se está haciendo, si ustedes observan esta parte en algunas partes ha disminuido, el asunto es que es lamentable lo ocurrido al director de Recursos Humanos, y que hasta el momento se había mantenido libre de incidente, cuando menos en la zona turística” (sic).

Discrepando de las extrañas declaraciones del gobernador Héctor Astudillo (porque son miles las muertes lamentables); desde hace ya tiempo y con curiosidad, he venido observando que los hechos violentos que nos agobian y que nos agobian mucho, no son exclusivos del crimen organizado, sino aun cuando efectivamente esta violencia puede derivar de esas acciones delictivas, ya se manifiesta claramente una patología criminal diferente, y que es propia de la injusticia, el oportunismo y de la impunidad.

Este es un tema muy controversial que amerita por parte del gobierno un serio debate de altura con personas expertas; (y que Osorio Chong, solo escuche), con el fin de que las políticas públicas a implementar en contra de esta violencia que nos abruma, puedan ser las adecuadas y eficientes, en cuanto a seguridad; pero sobre todo, para que los actores del gobierno (federal, estatal y municipal), no se estén gastando la “pólvora en infiernillos”.

Con mucha tristeza vemos a Acapulco sumido en un profundo deterioro y sintiendo una desolación inmensa, al constatar que lo que otrora fue el puerto más hermoso del Pacífico, se ha convertido en un pueblo fantasma.

Y ante toda esta atrocidad, me asalta la duda de que no podamos tener una nueva oportunidad de ver un cambio y por ende progreso. La pregunta se me atora en la garganta porque quiero, quiero de verdad ser optimista pero francamente no puedo ¿Cómo pretendemos un cambio, si para renovar se necesita precisamente un cambio? Y con todo respeto en Guerrero y en Acapulco hemos sido testigos que los escombros se re usan como parches mal pegados, y la basura se recicla una y otra vez; es decir, vemos exactamente las mismas y desvencijadas estructuras -con lo y los mismos “actores” dentro de ellas-.


¿Cuántos años tendrán que pasar, cuántos alcaldes, cuántos gobernadores, para devolverle la dignidad al puerto y a su gente? Una aberración que siempre en un principio es rescatable; pero cuando las cosas en el estado y en el puerto de Acapulco están tan complicadas y fuera de control (política, financiera y socialmente), la visión a corto, mediano y largo plazo para estos nuevos gobiernos la tenían que haber puesto en otro horizonte, en el cual la corrupción, la impunidad, la inseguridad, la conveniencia, el egoísmo, nepotismo, la insensibilidad y la injusticia de una administración, nunca más debería permitir y permitirse brincar la línea que separa lo humano de lo inhumano. Juzgue Usted. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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