viernes, 4 de diciembre de 2015

DESPEÑADERO Y AGONÍA











DESPEÑADERO Y AGONÍA

Luz María Sánchez Rovirosa


"Sólo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores." Benjamín Franklin.


-77 largos años deberían haberse cumplido-, desde la consolidación de la -Expropiación Petrolera-, bajo el mandato del entonces presidente de México Gral. Lázaro Cárdenas del Río. Hoy su homólogo Enrique Peña Nieto, justo en la mitad de su camino (que ya perdió), parece haber olvidado también, la cantidad de veces que reiteró (en muchos lugares, incluido el extranjero), que PEMEX no se iba a privatizar, ni a vender; pero los (acertados) subliminales que rodearon a la iniciativa y después a la reforma energética, nos hicieron pensar (y pensar bien), que así iba a suceder, y infortunadamente, así sucedió.

Desde la fecha de la Expropiación Petrolera, 18 de marzo de 1938 (derivada de la implementación de la Ley de Expropiación y del artículo 27 de la Constitución Mexicana), en México habíamos vivido orgullosos de nuestro petróleo, primeramente por las ganancias que nuestro codiciado “oro negro” otorgaba a la nación y que eran muchas, tantas, que prácticamente el país vivía de ellas, a pesar de la insaciable ambición y el abuso de los gobernantes y de los líderes sindicales.

La energía es prácticamente lo que mueve el desarrollo económico del mundo, y México, no es la excepción; la energía está relacionada con toda la esencia de la vida cotidiana. La energía en México, no es sólo hablar de petróleo (como crudo), o hablar de PEMEX (como empresa). La energía es simple y sencillamente hablar de todo, de los usos y consumos que afectan o privilegian la vida de todo país.

Por ello ha sido imposible entender los sueños guajiros de una tropa (en beneficio propio), de extravagantes y extraños miembros; para una sociedad (en su mayoría), temerosa (con razón), que desde entonces hasta hoy, habla, comenta y lucubra sobre la privatización de PEMEX, es decir, de la venta de nuestro patrimonio nacional, sobre todo, a la Iniciativa Privada extranjera.
Por supuesto que entrando o no en razón, hoy ese hecho es una realidad sin posible margen de error; ya que son demasiados los intereses, económicos, políticos y de poder, que genera el petróleo para los gobernantes en México, conociendo su intrínseca historia.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto (en crítica constructiva), se encuentra en una grave situación, justo a la mitad de un rumbo que lamentablemente extravió. Podemos hablar que (quizá), lo más relevante que hasta hoy ha tenido su -nefasto gobierno- y que tanto le festejaron, fue el poder de manipulación de sus asesores (vía bono financiero), para meter al aro a los partidos (o a sus jefes) de oposición y lograr que “blanditos” ($$$) firmaran -El Pacto por México-, una auténtica vacilada que en rebelión (no sabemos a ciencia cierta, por qué), los “Panaderos”, los “Chuchos” y anexas, un día sí y otro también, le dan la espalda.

De esta falsa y mediática estrategia, se suponía que partirían todas las líneas que le darían vida a este gobierno y que “movería a México”, que hoy, en la mitad de su quehacer y a pesar de los inválidos esfuerzos, se “despeña” y agoniza.

Faltan muchas cosas por mencionar, otras muchas por venir. ¿Qué nos depara el destino, una real intención del presidente Enrique Peña Nieto y su equipo de administrar bien (lo que es su obligación) y de transformar México? ¿O tan solo una simulación con altos beneficios mediáticos y propios, pero poco sustanciales (para variar), para el pueblo de México?


Más allá de los obtusos discursos del presidente Enrique Peña Nieto; más allá de las expectativas maravillosas que él ha descrito (que se las cree) y que aún describe; más allá de la diferencia entre privatizar y vender, que no sabe cómo explicar; hay una cuestión demasiado importante a la cual el ejecutivo no se ha referido, y a la que debemos prestar mucha atención ¿Qué vamos a hacer los mexicanos sin nuestro petróleo? ¡Vale la pena reflexionarlo!

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