A QUIEN CORRESPONDA
Luz
María Sánchez Rovirosa
“Una de las formas más sinceras de respeto,
es escuchar lo que otros tienen que decir”. Bryant H. McGill.
El término religión es muy complejo, lo podemos entender
como un conjunto de ideas y prácticas que ofrecen una visión del ser humano en
el mundo, y le sirven de orientación moral en su vida.
Esta descripción puede incluir cualquier forma de religión
que esté organizada de forma institucional o no, (incluyendo filosofías e
ideologías como el humanismo o el ateísmo), que son formas de orientación moral
que cada uno de los seres humanos adoptan para su vida.
El respeto,
la tolerancia, la deferencia, la mesura, son buenos terrenos sobre los cuales se pueden
construir relaciones humanas sanas. Cuando observamos o somos fieles testigos
de la destrucción, el horror y el sufrimiento que se ha causado a lo largo de
la historia de la humanidad por la intolerancia y la falta de respeto, llámese
religiosa, política, de raza, cultural, etc. y que hoy en los tiempos modernos
se ha ido acrecentando, intuimos, más no lo aceptamos (muchas veces) que
nuestra nublazón es una actitud totalmente contraria a la existencia.
En
el caso que hoy me ocupa, por el tema del momento, me voy a sumergir breve y
sutilmente en el agitado y peligroso mar de las creencias religiosas; este mar
de controversias, y tantas veces de camorras y pleitos, del cual emerge -curiosamente
un respetable principio-, que es el derecho de cada persona, cada familia, cada
comunidad, a creer en lo que uno elija.
La
fe, las creencias y la religiosidad, no necesariamente tienen que ser lógicas
(pero sí éticas), por esta razón, cualquier consejo, discusión, debate e
incluso disgusto y pleito que se pudiera dar con otra u otras personas sobre la
diversidad de este tema, debe preponderarse y reflexionarse, porque si bien
cada individuo tiene por derecho propio la libertad de presentar sus creencias
y tratar de que otros las acepten, es un grave problema (bien conocido) el
–abuso- cuando se atacan las creencias de los demás, y aún más, cuando atacándolas
se daña a los demás.
No
quiero dejar pasar la oportunidad, de manifestar mi sentir, respecto a la
visita que el Papa Francisco, está realizando por algunos lugares de nuestro
país; así como la polémica que ha causado dicha estancia.
El Papa Francisco, es un
sacerdote de formación jesuita (Compañía de Jesús), quien vivió los horrores de
la dictadura argentina (1976-1983). Este motivo, conforme a su carácter y desde
que asumió el pontificado, ha sido un jerarca de la iglesia Católica, que no ha
tenido pelos en la lengua para condenar
la xenofobia, los motivos de la migración, la violencia, la mafia de las drogas,
el crimen organizado, la corrupción y las guerras; y ha hecho
constantemente fuertes críticas (en auditorios como la ONU), al hecho de que
los gobiernos, y en especial hoy en México, combatan de manera tan pobre a los
carteles del narcotráfico, permitiendo así, que cada día penetre más al círculo
de la sociedad cautiva y del poder.
Ni en privado, ni en público, es válido burlarse de las
creencias religiosas que no se comparten. ¿Qué es lo que haría distinta a la
irreverente crítica religiosa que se hace en estos momentos (en este caso) a la
grey Católica? ¿Acaso también sería la falta de respeto al respeto de las otras
creencias religiosas? Por Dios, no lo entiendo.
Pero lo más perverso en esta situación, son las
consecuencias de la irreverencia, crítica o burla de una u otra creencia
religiosa ante las personas que conscientemente defienden sus convicciones de
fe.
Si se trata de introducir, convencer o demostrar a la
gente el mundo de la fe que profesamos nosotros; ciertamente se ha escogido un muy
mal método, al hacerlo ridiculizando a -la religión contraria-, porque si quieres
persuadir así a un creyente de una idea contraria, lo único que se lograría es
ganar antipatías y corajes, sentimientos que inician esos quebrantos humanos
que no deseamos. (Ojo: también muchas veces, el convencimiento da frutos).
Para terminar –por hoy- nos podríamos preguntar:
¿Significa el respeto a la diversidad de creencias religiosas, que no debemos o
no podemos cuestionar o criticar ningún culto religioso?
Como seres humanos y por derecho propio, podemos ejercer
nuestra libertad de expresión para
argumentar y deliberar sobre cualquier doctrina religiosa, siempre y cuando se
tengan fundamentos. Para ello, sin embargo, no tenemos de ninguna manera, que
apoyarnos en la insolencia.
El ser
humano desde el inicio de los tiempos, ha encontrado gran consuelo y gozo en
sus religiones, y está comprobado que los hombres que no tienen fe son (muchas
veces) infelices. Así que si cada uno se regocija en su fe y si son creencias diferentes
a las tuyas, simple y sencillamente respétalas, como desearías que se respetaran
las propias. ¡Vale la pena reflexionarlo!
Hay una diferencia enorme entre el mensaje de nuestro Señor Jesucristo autor y consumador de la fe y quien quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad, verdad que nos hace verdaderamente libres y así entrar a la vida eterna, vida que solamente se encuentra en el Hijo pues él es el camino, la verdad y la vida y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en el cual podamos ser salvos.
ResponderEliminarEstamos obligados a hablar conforme a la Escritura no en conformidad a doctrinas o mandamientos de hombres, filosofías humanas y huecas sutilezas que llevan a la perdición.
Haríamos bien en hacer caso al consejo del apóstol Juan cuando termina de escribir su primera carta o epístola que dice:
Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén (1 Juan 5,21).