miércoles, 2 de marzo de 2016

México Humillado






MÉXICO HUMILLADO
Luz María Sánchez Rovirosa

“No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo” Francisco de Quevedo.

La Xenofobia es el miedo o rechazo hacia lo extranjero, especialmente expresado hacia grupos étnicos y/o raciales. Su nombre proviene de los términos griegos xénos (extranjero) y phobos (miedo).

La xenofobia es un miedo muy antiguo, pero definitivamente procede de la formación de personas egoístas (no se nace siendo xenófobo), y tiene en su profundo sentir el rechazo y por consiguiente la exclusión con desprecio, de toda identidad cultural que sea distinta a la propia, como son, las diferencias de raíces, históricas, de lengua, religión, cultural, etc.

El racismo es un sentimiento en el que un humano (sin razón), desprecia a otro por alguna característica en particular, ya sea de raza o física -que la hace ser o parecer diferente-.

La historia nos cuenta que los inicios del racismo datan de la época colonial, cuando de los países africanos llevaban a Europa y a América a trabajar -como esclavos- a hombres mujeres y niños de color negro, a diferentes lugares, donde los habitantes eran blancos, y simplemente por el color de su piel, eran denostados y tratados con desprecio y asco.

Doy esta breve y sencilla introducción de racismo y xenofobia, ya que en nuestro país vecino del norte -Estados Unidos de América-, las pre campañas electorales para elegir al candidato que releve a Barak Obama en La (verdadera) Casa Blanca están efervecentes; y ya casi tienen asegurado el “privilegio” de contender, Hillary Clinton por el partido Demócrata, y el –magnate inmobiliario- Donald Trump por el republicano.

¿Qué nos preocupa de la política electoral de los “vecinos del norte”; es decir de los gringos? La verdad a la gente pensante, sensible y bien nacida en este hermoso país que es México, nos preocupa que llegue a ganar las elecciones y sea el próximo presidente, un millonario orate que de repente se le antojó ser político llamado Donald Trump, que tiene la particularidad de ser racista y xenófobo de -especial manera-, contra los mexicanos, por el simple hecho de ser mexicanos.

Este psicótico aspirante al “Salón Oval” por el Partido Republicano, no en pocas ocasiones en sus patológicos y racistas exabruptos, lanzó y ha seguido lanzando, infamias (sobre todo) en contra de los mexicanos radicados (y también contra los no radicados) en aquel país ya sea con residencia o indocumentados; afirmando categóricamente que son problemáticos, traficantes, delincuentes, violadores, es decir, personas no gratas; y Estados Unidos no será más “el basurero para los problemas de todos los demás”.

Este pelafustán con peluca y sin corazón llamado Donald Trump, que se atrevió (con la venia del gobierno mexicano) a decirnos basura, está siendo injustamente protagonista de un delicado capítulo que se nutre de ancestrales resentimientos y rencores enconados, en los que está inmerso todo el mundo. Pero esta categoría en la que se mueve Trump, sobrepasa toda expectativa razonable, si es que tal expresión pudiera ser aceptable.

Algunos se ríen de este engreído adicto al dinero, quien con alevosía y ventaja, ha humillado a nuestro país y su gente, sin que se vea reacción (solo rosaditas sutiles de Ruiz Massieu) de nuestro gobierno, que ha permitido la satanización del pueblo de México en el norte, en esos lugares que nos pertenecieron, y que por culpa de otros estúpidos gobernantes perdimos.


A su servidora le da terror que gane; no lo subestimemos, y no perdamos de vista lo que la historia y los testimonios nos cuentan de Hitler, y lo que el mundo entero injustamente tuvo que pagar con un enorme costo de vidas humanas, por menospreciar -las ocurrencias de aquel loco de guerra-, quien con demasiado tiempo y gente a su disposición, pudo dominar hasta el mismísimo diablo. No le demos a la historia otra pérfida oportunidad. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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