¿EL
CASTILLO OLÍMPICO?
Luz María Sánchez
Rovirosa
“El dinero del viaje de mi
novia, salió de mi bolsillo” Alfredo Castillo. ¿Y el dinero que entra a su
bolsillo, no es de nuestros impuestos?
La primera documentación que
se tiene de los Juegos Olímpicos, data del año 776 a.c., en la localidad griega
Olimpia, en la Península Mediterránea del Peloponeso.
Al parecer, la idea original
partió de un hombre llamado Oxilios, pero éstos empezaron a llevarse a cabo por
iniciativa del rey Ifitos de Élida, poco después de que éste llegara a un
acuerdo con sus rivales, el rey de Esparta, Licurgo y Clístenes rey de Pisa,
para garantizar paz y armonía durante el evento. Según la tradición, el texto
de este acuerdo, fue grabado en un disco de piedra y guardado celosamente en el
Templo de Hera.
Pasado el tiempo, la esencia
de los juegos (a pesar de los intereses de entonces), siguió siendo la misma,
es decir, un evento atlético-deportivo y cultural, donde el único premio a la
victoria, era una corona de ramas de olivo; y la ayuda material a los atletas
ganadores, por parte de los poderosos de la época.
Al seguir el paso del tiempo
la historia nos cuenta que en 1960, se introdujeron las medallas de oro, plata
y bronce, como premio a los ganadores de los primeros, segundos y terceros
lugares, en las diferentes disciplinas oficiales que participan (hasta el día
de hoy) en Las Olimpiadas.
La meta del Movimiento de
los Juegos Olímpico u Olimpiadas, es la reunión de los atletas y deportistas de
“todos” (si es posible) los países del mundo, en una celebración de sana convivencia
y competencia; contribuyendo de esta forma a la construcción de la paz y de un
mundo mejor, a través de la educación de los jóvenes en la cultura del
ejercicio y del deporte, sin discriminación de ningún tipo (raza, religión,
política, cultura, etc.); solo con el afán de lograr un espíritu de
entendimiento, de amistas, solidaridad y justicia.
La de arriba, es una
sencilla y breve introducción para llegar hoy hasta Río de Janeiro, Olimpiadas Brasil
2016, en donde nuestros atletas participantes, han puesto su empeño, su
esfuerzo y su amor en sus diferentes disciplinas, -y todos y cada uno de
ellos-, son merecedores de todo nuestro apoyo, respeto y admiración,
simplemente por el hecho de haber calificado para estar compitiendo allá.
Los mexicanos
(espectadores), sabemos que en nuestro país hay una institución llamada CONADE
(Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte), que atiende las necesidades
del deporte en toda la extensión de esa palabra, y que como en todas las demás
secretarías, direcciones, coordinaciones, etc., cuenta con un presupuesto
(emanado de nuestros impuestos), para su cabal funcionamiento.
En el tema que hoy tocamos,
Las Olimpiadas Brasil 2016, los atletas participantes que se han preparado
intensamente en las diferentes disciplinas del deporte que participan en dichos
juegos, tienen que ser valorados y clasificados por los respectivos comités
locales de cada país, que se subordinan y se guían por medio de las estrictas
reglas impuestas por el Comité Olímpico Internacional, para hacer válida su
intervención.
Pero aterrizando en la cruda
realidad, las preguntas surgen ¿Por qué hemos tenido una aportación en estos
Juegos Olímpicos, tan desangelada y decaída? ¿Por qué no hemos podido obtener excelentes,
buenos o mejores resultados en el desempeño de nuestros atletas? ¿Cuál es el
verdadero motivo de este nuevo fracaso de nuestro país ante el mundo?
Como toda institución, La
CONADE, tiene un titular hoy llamado Alfredo Castillo Cervantes, un patético “handyman” (mil usos) bizarro, amigo
y cómplice de Enrique Peña Nieto en el siniestro caso de la pequeña Paulette;
que ha ocupado cargos de seguridad (¿?) en La PGR, así como Comisionado de
Seguridad en Michoacán, pero siempre inmerso entre los pérfidos velos del
escándalo.
Simplemente vale recordar
que en 2015, La CONADE, o más bien Alfredo Castillo, desconoció 10 disciplinas
olímpicas -“supuestamente” por habérsele detectado irregularidades
presupuestales-, y obviamente el recorte financiero para las susodichas, no se
hizo esperar. Esta perversa acción fue de tal magnitud, que El Comité Olímpico
Internacional, tuvo que intervenir ante la catástrofe deportiva para México, en
vía de las Olimpiadas.
Los tragos tan amargos,
penosos e injustos que han pasado los atletas mexicanos que fueron a Río, por
falta de apoyo de la Institución, con el aval del gobierno Federal, como no
llevar a sus instructores (importantísimo), sin uniformes o estos incompletos,
sin apoyo para hospedaje y viáticos, sin servicios médicos, y un sinfín de
etcéteras.
Lo que es seguro, que hoy La
CONADE (bizarra) -obligada a brindar apoyo a los deportistas y atletas
profesionales y amateurs de México-, bajo el manto infernal del siniestro
Alfredo Castillo, simple y sencillamente, en lugar de ayudar, damnifica.
El problema que los
mexicanos tenemos y debemos de entender, es que el desencuentro, nerviosismo y
la pérdida de la autoestima de los deportistas de nuestro país, de ninguna
manera es por falta de talento, sino por la humillación, la ignominia, el
desdén, el desprecio, el agravio y el nulo apoyo de parte del gobierno, para
que puedan desarrollar totalmente sus habilidades, mientras que los rayos y
centellas de la corrupción relumbran en la “Luna de Miel” del maligno Alfredo
Castillo en Río. Lamentable. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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