jueves, 18 de agosto de 2016

¿EL CASTILLO OLÍMPICO?








¿EL CASTILLO OLÍMPICO?

Luz María Sánchez Rovirosa

“El dinero del viaje de mi novia, salió de mi bolsillo” Alfredo Castillo. ¿Y el dinero que entra a su bolsillo, no es de nuestros impuestos?


La primera documentación que se tiene de los Juegos Olímpicos, data del año 776 a.c., en la localidad griega Olimpia, en la Península Mediterránea del Peloponeso.

Al parecer, la idea original partió de un hombre llamado Oxilios, pero éstos empezaron a llevarse a cabo por iniciativa del rey Ifitos de Élida, poco después de que éste llegara a un acuerdo con sus rivales, el rey de Esparta, Licurgo y Clístenes rey de Pisa, para garantizar paz y armonía durante el evento. Según la tradición, el texto de este acuerdo, fue grabado en un disco de piedra y guardado celosamente en el Templo de Hera.

Pasado el tiempo, la esencia de los juegos (a pesar de los intereses de entonces), siguió siendo la misma, es decir, un evento atlético-deportivo y cultural, donde el único premio a la victoria, era una corona de ramas de olivo; y la ayuda material a los atletas ganadores, por parte de los poderosos de la época.

Al seguir el paso del tiempo la historia nos cuenta que en 1960, se introdujeron las medallas de oro, plata y bronce, como premio a los ganadores de los primeros, segundos y terceros lugares, en las diferentes disciplinas oficiales que participan (hasta el día de hoy) en Las Olimpiadas.

La meta del Movimiento de los Juegos Olímpico u Olimpiadas, es la reunión de los atletas y deportistas de “todos” (si es posible) los países del mundo, en una celebración de sana convivencia y competencia; contribuyendo de esta forma a la construcción de la paz y de un mundo mejor, a través de la educación de los jóvenes en la cultura del ejercicio y del deporte, sin discriminación de ningún tipo (raza, religión, política, cultura, etc.); solo con el afán de lograr un espíritu de entendimiento, de amistas, solidaridad y justicia.

La de arriba, es una sencilla y breve introducción para llegar hoy hasta Río de Janeiro, Olimpiadas Brasil 2016, en donde nuestros atletas participantes, han puesto su empeño, su esfuerzo y su amor en sus diferentes disciplinas, -y todos y cada uno de ellos-, son merecedores de todo nuestro apoyo, respeto y admiración, simplemente por el hecho de haber calificado para estar compitiendo allá.

Los mexicanos (espectadores), sabemos que en nuestro país hay una institución llamada CONADE (Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte), que atiende las necesidades del deporte en toda la extensión de esa palabra, y que como en todas las demás secretarías, direcciones, coordinaciones, etc., cuenta con un presupuesto (emanado de nuestros impuestos), para su cabal funcionamiento.

En el tema que hoy tocamos, Las Olimpiadas Brasil 2016, los atletas participantes que se han preparado intensamente en las diferentes disciplinas del deporte que participan en dichos juegos, tienen que ser valorados y clasificados por los respectivos comités locales de cada país, que se subordinan y se guían por medio de las estrictas reglas impuestas por el Comité Olímpico Internacional, para hacer válida su intervención.

Pero aterrizando en la cruda realidad, las preguntas surgen ¿Por qué hemos tenido una aportación en estos Juegos Olímpicos, tan desangelada y decaída? ¿Por qué no hemos podido obtener excelentes, buenos o mejores resultados en el desempeño de nuestros atletas? ¿Cuál es el verdadero motivo de este nuevo fracaso de nuestro país ante el mundo?

Como toda institución, La CONADE, tiene un titular hoy llamado Alfredo Castillo Cervantes, un  patético “handyman” (mil usos) bizarro, amigo y cómplice de Enrique Peña Nieto en el siniestro caso de la pequeña Paulette; que ha ocupado cargos de seguridad (¿?) en La PGR, así como Comisionado de Seguridad en Michoacán, pero siempre inmerso entre los pérfidos velos del escándalo.

Simplemente vale recordar que en 2015, La CONADE, o más bien Alfredo Castillo, desconoció 10 disciplinas olímpicas -“supuestamente” por habérsele detectado irregularidades presupuestales-, y obviamente el recorte financiero para las susodichas, no se hizo esperar. Esta perversa acción fue de tal magnitud, que El Comité Olímpico Internacional, tuvo que intervenir ante la catástrofe deportiva para México, en vía de las Olimpiadas.

Los tragos tan amargos, penosos e injustos que han pasado los atletas mexicanos que fueron a Río, por falta de apoyo de la Institución, con el aval del gobierno Federal, como no llevar a sus instructores (importantísimo), sin uniformes o estos incompletos, sin apoyo para hospedaje y viáticos, sin servicios médicos, y un sinfín de etcéteras.

Lo que es seguro, que hoy La CONADE (bizarra) -obligada a brindar apoyo a los deportistas y atletas profesionales y amateurs de México-, bajo el manto infernal del siniestro Alfredo Castillo, simple y sencillamente, en lugar de ayudar, damnifica.


El problema que los mexicanos tenemos y debemos de entender, es que el desencuentro, nerviosismo y la pérdida de la autoestima de los deportistas de nuestro país, de ninguna manera es por falta de talento, sino por la humillación, la ignominia, el desdén, el desprecio, el agravio y el nulo apoyo de parte del gobierno, para que puedan desarrollar totalmente sus habilidades, mientras que los rayos y centellas de la corrupción relumbran en la “Luna de Miel” del maligno Alfredo Castillo en Río. Lamentable. ¡Vale la pena reflexionarlo!     

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