miércoles, 31 de agosto de 2016

LA PETULANCIA Y LA SOLEDAD DEL CUARTO INFORME







LA PETULANCIA Y LA SOLEDAD DEL CUARTO INFORME

Luz María Sánchez Rovirosa

“Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho” Enrique Peña Nieto.

Es importante que el pueblo aprenda a razonar, que no es cierto que las administraciones y los gobiernos cambian con el cambio de los políticos o de los partidos; la única transformación posible, es que quien llegue al poder trabaje como se debe, es decir con honestidad, en un Estado de Derecho.

Lo que se presume para un buen gobierno no es sólo la legitimación emanada de las urnas; gobernar implica capacidad, confianza y credibilidad, que se ganarán por medio de la generación de mecanismos suficientes y adecuados para canalizar todas las demandas de la sociedad, en la respuesta pronta y eficaz a ellas, que se derivan de las promesas de campaña.

Pero ¿Qué sucede cuando al paso de los años se siente y se nota por todos lados la inestabilidad en el sistema político y ante todo ese descontrol democrático ante la ingobernabilidad orillada por la corrupción y la impunidad? ¿Qué puede hacer una sociedad contrariada, que está sumida en un clima de violencia permitida por la injusticia social: atracos de todo tipo, crímenes organizados y no, narcotráfico, reclamos públicos, marchas de protesta, manifestaciones, paros, secuestros de instituciones, plantones, discursos, opiniones?

Las elecciones del 2012 con el regreso del “nuevo PRI” parecía que marcaba un –verdadero cambio-, a 12 años de un gobierno de alternancia representado por el Partido Acción Nacional (PAN), que trajo al país un muy mal sabor de boca, tras las fatales experiencias de una –guerra sin cuartel- que dejaron violencia e inseguridad a su paso, sobre todo más acentuadas en la administración inmediata, con Felipe Calderón.

Ante este escenario y con los primeros y ambiciosos aciertos de Enrique Peña Nieto, parecía que viviríamos en una perpetua –luna de miel- entre el reciente gobierno y México. Pero infortunadamente demasiado rápido, los primerizos índices de aprobación se desbalancearon, con la languidez de las “cacaraqueadas” reformas estructurales: Energética, Fiscal, Educativa, etc., que produjeron (y siguen produciendo) un gran desgaste y descontento entre la población y la opinión pública, tanto nacional, como en el mundo entero.

Con el “rápido y furioso” trayecto de graves acontecimientos como Ayotzinapa, Tlataya y tantas, demasiadas violaciones a los Derechos Humanos, de “sopetón” desaparecieron de la boca del ejecutivo las palabras –inseguridad y violencia-, como si en su vocabulario no existieran o como si nada estuviera pasando en el país; aunado a la cínica corrupción gubernamental como –La Casa Blanca-, Malinalco, el departamento de Miami, el “plagio” de su tesis, más lo que se acumule, simple y sencillamente pasó a ser del –salvador que estaba moviendo a México hacia la prosperidad-, a un hombre incapaz de gobernar sin corrupción e impunidad, y que lo tiene hoy repudiado y sumido en el más bajo porcentaje de aprobación, en la historia de México.

Y ahora nos sale (ver para creer), con la burda y desvergonzada noticia de la invitación que le hizo a Donald Trump, candidato por el Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos de América, para visitar México, y quien durante toda su campaña, ha mostrado y sigue mostrando, una profunda xenofobia por los mexicanos (tanto por los que viven dentro y fuera de sus fronteras), humillando al pueblo en todas las formas indignantes posibles.

Las preguntas rezumban y suenan: ¿Para qué o con qué motivo o motivos lo quiere Enrique Peña Nieto en México; si aún no tiene una envergadura para que lo presente como una visita (quizá obligatoria) de Estado? ¿Será que el presidente de La República Mexicana, tampoco conoce la dignidad?


Rumbo al petulante 4º Informe de Gobierno, nos percatamos de cuan solitario, impopular e ineficaz es este gobierno que hoy se encuentra en su peor momento. Con el lema de que “Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”, quiere relevar su pésimo actuar otro año más. Pero no se da cuenta, que los aciertos cada día son menos y que el nivel de injusticia social, pobreza, marginación y desigualdad, cada día cuenta más. ¡Vale la pena reflexionarlo!   

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