“EL
QUE ESTÉ LIBRE DE CULPA…”
Luz María Sánchez
Rovirosa
“El
primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva, es que el
fin justifica los medios” Georges Bernanos.
Nos dice el Evangelio de San
Juan (8, 1-11) que: “En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y
al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le
acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y
fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente
a él, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante
adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que
dices?" Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero
Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Pero como
insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: "Aquel de ustedes que
no tenga pecado, que le tire la primera piedra". Se volvió a agachar y
siguió escribiendo en el suelo. Al oír aquellas palabras, los acusadores
comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta
que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces
Jesús se enderezó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?
¿Nadie te ha condenado?" Ella le contestó: "Nadie, Señor". Y
Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar".
Como toda interpretación de
la Biblia (Palabra de Dios), al tratar de aterrizarla en el contexto actual, es
muy complicado, ya que cada persona es diferente, y puede tener distintos
puntos de vista sobre el mismo tema, incluso, muchas veces a propia
conveniencia.
Sale a colación este pasaje
de La Buena Nueva, ya que hace un par de días el presidente Enrique Peña Nieto,
al inaugurar La Semana Nacional de Transparencia 2016, señaló que al hablar de
corrupción, no hay nadie que pueda aventar la primera piedra “porque este tema
que tanto lacera, lo está en todos los órdenes de la sociedad y en todos los
ámbitos. No hay alguien que pueda atreverse a arrojar la primera piedra, todos
somos parte de un modelo que hoy estamos desterrando y deseando cambiar, para
beneficio de una sociedad que es más exigente y que se impone nuevos
paradigmas”.
Ahora bien conjuguemos el
verbo corromper. Yo, tu, el, ella, nosotros, vosotros, ustedes y ellos. Amables
lectores piensen en quién o quiénes gusten (familia, amigos, servidores,
doctores, barrenderos, trabajadores de cualquier índole, etc.), y como dijeran
(en algunas localidades) de mi tierra adoptiva: “toditos semos corruptos”. ¿Estaremos
entonces muy bien representados por el presidente Peña Nieto, o si se atrevió a
lanzar esta muy grave acusación (sin fundamento) sobre los mexicanos, sin
excepción, será porque él sí está libre de culpas?
Si lográramos entender correctamente
la narrativa de Juan en este -pasaje no revelador-, ya que el evangelista no
comenta qué estaría escribiendo Jesús (sin levantar la cabeza) en el polvo,
mientras las personas acusaban de adulterio a la mujer. Seguramente nos
llamaría la atención ese misterio y quizá pudiéramos entrever, que si los
acusadores se fueron escabullendo uno a uno, tal vez sería porque lo escrito en
el polvo, les “recordó” sus propios pecados. Cuando se quedan solos Jesús y la
mujer, ella le agradece su gesto, más no se disculpa, porque se sabe culpable,
aun cuando ya nadie la acusaba, ni la condenaba.
¿Cuál es la esencia de este
pasaje que Peña Nieto no entiende, quizá porque fue uno de los que no leyó en
su adolescencia (FIL-2012), y ha sido la razón por la cual nos escupió a la
cara a todos los mexicanos, un estigma tan delicado?
Es tan simple, como poner
atención, pero al ejecutivo no le gusta leer, y a decir de Adela Micha, que ser
inculto no es problema para un presidente, en su ignorancia revuelta con su
soberbia, no ha comprendido que efectivamente el único hombre libre de culpa
que ha existido es Jesús, a pesar de que cargó con todos los pecados de la
humanidad, y a pesar de ello, Él no condenó a la mujer adúltera. Lamentable.
¡Vale la pena reflexionarlo!
P.D. No quiero terminar (por
hoy), sin externar públicamente al Arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias
Merlos, unas preguntas que me tienen muy agobiada: ¿Cómo se hace para dialogar
con los delincuentes? ¿Cómo se puede dialogar con las personas que están fuera
de la ley de los hombres y de la ley de Dios? ¿Los podrá convencer el Arzobispo
con su ejemplo de vida y de su ascesis?
No hay comentarios:
Publicar un comentario