miércoles, 19 de octubre de 2016

"OPORTUNIDAD DE RENACER"









“OPORTUNIDAD DE RENACER”

Luz María Sánchez Rovirosa

¿Qué pasa por la mente de una mujer, en el momento en que le dicen que tiene cáncer de mama? Luzmaría Sánchez Rovirosa.

Cuando uno escucha por primera vez la palabra cáncer asociada a un diagnóstico propio, y de pronto te enteras que lo tienes, suena como a sentencia de muerte, y de verdad sientes que ves la muerte. Escuchar esa voz, es horrible, es como si el mundo se derrumbara frente a ti en un instante, y de repente comienzas a girar en un espiral de dolor, y uno se pregunta ¿pero yo qué hice? No es posible que esto me suceda a mí. ¿Por qué si todavía tengo ganas de vivir, si todavía necesito vivir?

Así, hace 12 años, en ocho días mi vida cambió. Simplemente estaba aterrada, sin fe, ni esperanza, sintiendo que tenía a un enemigo dentro de mí que podía llegar a causarme la muerte, y sin embargo ¿con qué armas enfrentaría la terrible batalla, si no sabía nada de él?

Esta experiencia marcó mi vida en un antes y un después, la que me llevó a tener un curso acelerado de extra madurez, la que me obligó a generar todo un replanteamiento de lo que yo hacía, de cómo era mi vida, de cómo me estaba proyectando, y de lo que quería hacer conmigo misma, con mi familia, con mi entorno y con mi futuro; así que parada en esa línea, miré dos opciones: Vivir por lo que decían las estadísticas o vivir por las ganas de vivir.

Y aquí estoy, muchos años después de iniciar un largo recorrido por un camino de búsqueda, porque antes de este diagnóstico, sentía que tenía el mundo en mis manos, y ahora sí que sé, que nunca será así, porque aprendí que cada vez que ese mundo cambia, la experiencia, la madurez, y el crecimiento de tu vida, cambian también.

Entendí que aún tenía mucho por aprender de mí, de todas las personas que estaban a mi alrededor, de mi familia, de mis amigos, y por supuesto de mi vida espiritual; y también entendí cómo Dios me estaba dando la oportunidad de mirarme en un espejo, para identificar que la esencia, ese ser maravilloso que hay dentro de cada persona, es la fe en Él, (como cada quien lo vea y lo sienta), esa fe que nos permite superar todo lo que nos proponemos; y así me di cuenta también, porque Dios es infinitamente bueno, que las únicas barreras que limitan nuestro propio crecimiento, son las que nos ponemos nosotros mismos.

Esta experiencia extrema, reafirmó mi seguridad y mi autoestima, de que lo importante no es la belleza externa, o un cuerpo perfecto, ropa de marca, accesorios “costosos” para lucir; o tu propiedad material; sino tú, en tu interior; y esa valía, me ayudó a aceptar con gusto, aun cuando no sin sufrimiento y dolor, mi “nueva” imagen corporal (momentánea), sin pelo, sin cejas ni pestañas, hinchada, ojerosa y amarilla; pero lo más importante, es que me ayudó a sentirme completa y contenta, sin la mitad de mi seno izquierdo. Aprendí a respetarme, a aceptarme y a quererme a mí misma, por lo que yo era, por lo que yo soy.

Supe que se puede ser sobreviviente de cáncer, y que esto es tu elección, pero sobre todo, la seguridad de que Dios tenía como tantas otras veces, sus ojos puestos en mí y en ese momento en mi enfermedad, me permitió tener menos efectos negativos, ante los difíciles y dolorosos tratamientos que me realizaron durante 18 meses. La fortaleza interior que te da saber que Dios está contigo, nos permite superar las situaciones difíciles y duras; y esta fe en Él, sabiendo que es el único que puede ayudarte, fue lo que me hizo seguir adelante.

Y así, me ensoñé en lo importante de poder disfrutar con mi familia, más momentos de felicidad para afianzar sus cariños, pero sobre todo, incorporé mi vida en la paz espiritual, en la verdad, en donde existe coherencia y congruencia en nuestros actos, acorde a nuestros principios morales y la fe católica que practicamos mi familia y yo. Pero ante todo, esta gran lección, me enseñó a perdonar y a no tener resentimientos.

Por eso, después de tantos años, cuando vuelvo la hoja atrás y examino lo que viví y lo que aprendí, doy gracias a la vida y recuerdo la mano extendida de mi esposo, de mis hijas, de mis nietos, de mi yernos, de mi mamá y desde el cielo mi papá y mi hermana, de mis otros hermanos, de mis sobrinos, de mi familia política, de mis amigos, de todas las personas que oraron con tanta fe y pidieron por mi salud y por mi vida, especialmente el padre Pedro Torres García; por tanto cariño y generosidad que encontré en mi alrededor, en mis médicos, su ética, en las personas que me apoyaron en los diferentes y difíciles procesos de rehabilitación; y entre todo, el torbellino de mi vida, de mi íntima vida, gracias amor, de mi paz interior. Sí Señor, “Gracias a la vida que me ha dado tanto”, pero sobre todo, “Gracias Dios mío” que me has dado tanto, para aprender y para crecer, para encontrar en tu amor, lo que nos hace grandes, para que los problemas se vuelvan pequeños.

Hoy en día, después de 12 años de haber lidiado con el cáncer, de salir de ese hoyo negro de mi vida, me dedico a trabajar en mi hogar, tengo el privilegio de escribir en este espacio editorial para compartir mis opiniones; y hoy como ayer, he podido disfrutar de todas las cosas que han apasionado toda mi vida: el flamenco, el tango, la pintura, la música, la zumba; y hoy como ayer, sigo amando.

“Yo tuve cáncer, pero el cáncer no me tuvo a mí”. Una vez más, hago público este breve testimonio, platicándoles mis vivencias del alma, porque estoy convencida, de que uno de los propósitos de mí vida es poder seguir sirviendo a los demás, compartiendo mis humildes conocimientos y mi experiencia. 

Todo el mes de octubre, especialmente el 19 (ayer) Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, hay que teñirnos de rosa; comprando cualquier producto que tenga impreso el “Lazo Rosa” en su empaque. Contribuyamos con un granito de arena en la medida de nuestras posibilidades, para apoyar a quienes lo necesitan. “Enlacémonos”.


Hay que poner mucho empeño en practicarse la autoexploración, visitar al médico y realizarse los estudios adecuados periódicamente (hoy los practican gratuitamente). La prevención es un gran paso contra el cáncer, y el cáncer de mama detectado a tiempo, no es una sentencia de muerte, sino una Oportunidad de Renacer. ¡Qué no SENOS olvide! ¡Vale la pena reflexionarlo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario