miércoles, 7 de junio de 2017

LO INCOMPRENSIBLE Y EL ABC







LO INCOMPRENSIBLE Y EL ABC

Luz María Sánchez Rovirosa


“Frente a la dificultad y a la tragedia, siempre puedo elegir interpretar lo que me sucede como una desgracia, como un desafío, como una catástrofe y transformarme en víctima; o puedo mirarlo (después de subir la espiral de la aceptación), como una oportunidad de crecer y transformarme en protagonista de un verdadero cambio para ayudar a los demás”


Quiero dar inicio a este artículo con una breve reflexión de las recientes elecciones (específicamente en el Estado de México) y que en mi humilde opinión, se dieron o más bien se jugaron con reglas (no escritas); que fueron impuestas por el PRI, dejando completamente de lado la Ley Electoral y la propia Constitución.

Proceso electoral con una estrategia siniestra, desde la indebida participación de algunos de los secretarios de Estado presidencial; hasta los engranes (carne de cañón con premio), que por debajo del agua hicieron el PRI, PAN, PRD y “demás yerbas”; simple y sencillamente para restarle votos a Morena.

Es difícil observar sereno, las artimañas sin pudor de la maldita partidocracia, ante la fuerza y el ímpetu (que en muy poco tiempo) ha consolidado Morena. Una pujanza que sin la corrupción expuesta en estas elecciones, indiscutiblemente habría frenado la codicia, la ambición y el embeleso de poder que trae colgado PRI y sus maléficos satélites, desde su regreso a los Pinos.

No me voy a detener mucho en argumentos que sé y muy bien que serán dignos de polémica (aceptada, pero con argumentos objetivos), como se aceptan las diferentes preferencias (por conveniencia o por lo que sea), de cada persona libre de tomar sus decisiones, que muchas veces, tal vez la mayoría de las veces, no están encaminadas al bien común, fin (que no justifica los medios) imperativo de la política honesta, única que debería existir.

Así que ante el desolador panorama que tenemos frente a nuestros ojos, reitero que fuimos testigos (en cualquiera de los estados donde se llevaron a cabo), de unas elecciones manipuladas de manera “exacerbada”, con esos viejos vicios que nos han hecho tanto daño como país.
 
Démosle un poco de tiempo al tiempo que siempre pone a cada quien en su lugar. Y para muestra el irascible, represor, humillante y agresor modelo de gobierno actual del no aceptado, abominable y despreciado presidente de la república Enrique Peña Nieto, que hoy inexplicablemente se pretende continuar. No lo entiendo. ¡Vale la pena reflexionarlo!

Pasando a otro tema relevante, recién (5 de junio) se cumplieron 8 años de la más grave tragedia infantil de México. Sucedió en Hermosillo -cuando un incendio provocado- en una bodega propiedad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público del Gobierno de Sonora, se propagó hasta las instalaciones de la Guardería ABC, estancia infantil subrogada por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a particulares; siniestro en el cual, perdieron la vida 49 niños (entre seis meses y cuatro años) y más de sesenta pequeños quedaron con heridas y quemaduras muy delicadas.

Año tras año desde aquel día de horror, personas y grupos se solidarizan con los padres de los pequeños, se manifiestan por medio de marchas, pancartas, velas encendidas, globos volando al cielo, ayunos, cantos, y por supuesto muchas lágrimas de dolor, de un dolor mucho tiempo preso del desdén y la injusticia.

Esta forma de marchas, de protestas, de manifestaciones, descubren una rebeldía guardada, un grito adormecido, una plegaria reprimida. Pero esto no es nuevo, porque lo hemos visto a través de la historia, lo vemos en un presente continuo y lo veremos en un futuro sin aliento.

Cansados, con la paciencia impuesta por las circunstancias, estos padres han visto desfilar a todos los involucrados (algunos fallecidos, sin antes purgar su castigo), en el asesinato de sus hijos, aun cuando fueron señalados de responsabilidad por la justicia; esa misma justicia, les ha permitido caminar impunes hacia nuevos horizontes de privilegios, sin que nada, ni nadie los detenga.

Mientras el pueblo (no escogido) sufre y sufre mucho con su dignidad mancillada; se supondría que la indignación justificada y la desconfianza de las personas que han sufrido tragedias con sus seres queridos (por causa de la corrupción, la indiferencia, la incapacidad, la impunidad y de la injusticia gubernamental), y los grupos sociales que apoyan estas causas, tendrían que avanzan sin tropezar hacia el reclamo de lo que a todos (por derecho propio) nos pertenece: la justicia.


Ese reclamo que necesariamente tiene que hablar de cambiar las actuales estructuras que son inequitativas, injustas e inmorales; ese reclamo hacia la exigencia a los políticos y gobernantes, para que tengan el valor de llamarle bien al bien, mal al mal, y en consecuencia actuar. Pero tristemente ya vimos que no es así. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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