LO
INCOMPRENSIBLE Y EL ABC
Luz María Sánchez
Rovirosa
“Frente a la dificultad y a
la tragedia, siempre puedo elegir interpretar lo que me sucede como una
desgracia, como un desafío, como una catástrofe y transformarme en víctima; o
puedo mirarlo (después de subir la espiral de la aceptación), como una
oportunidad de crecer y transformarme en protagonista de un verdadero cambio
para ayudar a los demás”
Quiero dar inicio a este
artículo con una breve reflexión de las recientes elecciones (específicamente
en el Estado de México) y que en mi humilde opinión, se dieron o más bien se
jugaron con reglas (no escritas); que fueron impuestas por el PRI, dejando completamente
de lado la Ley Electoral y la propia Constitución.
Proceso electoral con una estrategia
siniestra, desde la indebida participación de algunos de los secretarios de
Estado presidencial; hasta los engranes (carne de cañón con premio), que por
debajo del agua hicieron el PRI, PAN, PRD y “demás yerbas”; simple y
sencillamente para restarle votos a Morena.
Es difícil observar sereno,
las artimañas sin pudor de la maldita partidocracia, ante la fuerza y el ímpetu
(que en muy poco tiempo) ha consolidado Morena. Una pujanza que sin la
corrupción expuesta en estas elecciones, indiscutiblemente habría frenado la
codicia, la ambición y el embeleso de poder que trae colgado PRI y sus maléficos
satélites, desde su regreso a los Pinos.
No me voy a detener mucho en
argumentos que sé y muy bien que serán dignos de polémica (aceptada, pero con
argumentos objetivos), como se aceptan las diferentes preferencias (por
conveniencia o por lo que sea), de cada persona libre de tomar sus decisiones,
que muchas veces, tal vez la mayoría de las veces, no están encaminadas al bien
común, fin (que no justifica los medios) imperativo de la política honesta,
única que debería existir.
Así que ante el desolador
panorama que tenemos frente a nuestros ojos, reitero que fuimos testigos (en
cualquiera de los estados donde se llevaron a cabo), de unas elecciones
manipuladas de manera “exacerbada”, con esos viejos vicios que nos han hecho
tanto daño como país.
Démosle un poco de tiempo al
tiempo que siempre pone a cada quien en su lugar. Y para muestra el irascible,
represor, humillante y agresor modelo de gobierno actual del no aceptado, abominable
y despreciado presidente de la república Enrique Peña Nieto, que hoy
inexplicablemente se pretende continuar. No lo entiendo. ¡Vale la pena
reflexionarlo!
Pasando a otro tema
relevante, recién (5 de junio) se cumplieron 8 años de la más grave tragedia
infantil de México. Sucedió en Hermosillo -cuando un incendio provocado- en una
bodega propiedad de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público del Gobierno de
Sonora, se propagó hasta las instalaciones de la Guardería ABC, estancia
infantil subrogada por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a
particulares; siniestro en el cual, perdieron la vida 49 niños (entre seis
meses y cuatro años) y más de sesenta pequeños quedaron con heridas y
quemaduras muy delicadas.
Año tras año desde aquel día
de horror, personas y grupos se solidarizan con los padres de los pequeños, se
manifiestan por medio de marchas, pancartas, velas encendidas, globos volando
al cielo, ayunos, cantos, y por supuesto muchas lágrimas de dolor, de un dolor
mucho tiempo preso del desdén y la injusticia.
Esta forma de marchas, de
protestas, de manifestaciones, descubren una rebeldía guardada, un grito
adormecido, una plegaria reprimida. Pero esto no es nuevo, porque lo hemos
visto a través de la historia, lo vemos en un presente continuo y lo veremos en
un futuro sin aliento.
Cansados, con la paciencia
impuesta por las circunstancias, estos padres han visto desfilar a todos los
involucrados (algunos fallecidos, sin antes purgar su castigo), en el asesinato
de sus hijos, aun cuando fueron señalados de responsabilidad por la justicia; esa
misma justicia, les ha permitido caminar impunes hacia nuevos horizontes de
privilegios, sin que nada, ni nadie los detenga.
Mientras el pueblo (no
escogido) sufre y sufre mucho con su dignidad mancillada; se supondría que la indignación
justificada y la desconfianza de las personas que han sufrido tragedias con sus
seres queridos (por causa de la corrupción, la indiferencia, la incapacidad, la
impunidad y de la injusticia gubernamental), y los grupos sociales que apoyan
estas causas, tendrían que avanzan sin tropezar hacia el reclamo de lo que a
todos (por derecho propio) nos pertenece: la justicia.
Ese reclamo que
necesariamente tiene que hablar de cambiar las actuales estructuras que son
inequitativas, injustas e inmorales; ese reclamo hacia la exigencia a los
políticos y gobernantes, para que tengan el valor de llamarle bien al bien, mal
al mal, y en consecuencia actuar. Pero tristemente ya vimos que no es así. ¡Vale
la pena reflexionarlo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario