MEA
CULPA
Luz María Sánchez
Rovirosa
“El mal carpintero siempre
le echa la culpa a las herramientas” Anónimo.
El pasado martes 05 del
presente por la mañana, hubo un lamentable accidente en la Avenida Escénica del
puerto de Acapulco. Un camión tipo Torton de volteo cargado de grava, se
desbocó (sin frenos) en la pendiente de dicha avenida, impactándose con varias
unidades estacionadas a la altura de La Base Naval, en donde empieza o termina
(según la dirección) La Costera Miguel Alemán.
Sale a colación el
desafortunado percance (en el cual no hubo muertes que lamentar), como
preámbulo para la secuencia de este artículo sobre la responsabilidad y la
culpa.
Leyendo las diferentes
reseñas sobre dicho suceso en las redes, obviamente en los comentarios y señalamientos,
muchos son los que culpan al alcalde Evodio Velázquez Aguirre de la falta de
vigilancia por la ausencia de la Policía Vial, por la falta de señales, de
seguridad, de leyes no respetadas, etc.; y muchos otros los que lo defienden,
echándole la culpa a los anteriores gobiernos o descargándole la
responsabilidad por la lamentable fragmentación de los límites federales,
estatales y municipales.
Vamos a empezar señalando
que no es lo mismo la culpa que la responsabilidad. La culpa es un sentimiento
y quizá más que ello es una actitud que nos lleva a tener una sensación de auto
devaluación, que se va formando por las emociones cambiantes de asumirla.
En cambio, la
responsabilidad se trata de contraer nuestros actos, nuestros compromisos,
nuestros deberes, al hacernos capaces y conscientes de reconocer, aceptar y
enmendar situaciones adversas hasta donde nos sea posible. Es decir, hay que
entender y muy bien, la enorme
diferencia entre ser o sentirme culpable y ser o sentirme responsable.
Dicen por ahí, que la
culpa es tan fea que nadie quiere cargar con ella; y uno de los errores más
comunes del ser humano (no todos), reside en no aceptar las consecuencias de
sus actos con una tendencia a protegerse de cualquier situación nociva de
cualquier manera, para liberarse del cargo de conciencia.
Así que somos
testigos, como de manera repetitiva un gobierno tras otro, se vuelven expertos
en “echar la culpa” de todos los sucesos negativos a las administraciones
anteriores (sin importar el color) ante su trágica falta de capacidad de
gobernar y administrar; ante la corrupción cada día exacerbada; ante la
ambición, la injusticia y por supuesto ante la impunidad.
Y una y otra vez
seguimos sin entender ¿por qué la falta de humildad para reconocer cuando se
equivocan? ¿Por qué la falta de humildad para reconocer lo bueno que dejaron
los gobiernos anteriores para darle seguimiento en lugar de destruirlo o
mancillarlo?
A ya muchos meses que
Evodio Velázquez tomó protesta como Presidente Municipal de Acapulco, no se puede
seguir culpando al pasado, de lo dañado (en todos los sentidos) que está el
puerto y que hoy por hoy es su responsabilidad y su obligación; y si después de
luchar en campaña y ganar, aceptó el cargo desconociendo los graves problemas
económicos, políticos y sociales que antaño aquejaban al puerto y a sus
comunidades aledañas, qué pena Evodio y Cía., porque esa franca ignorancia (que
se ve) es su problema; y no tiene por qué quejarse tanto, ni mandar a que lo
defiendan tanto, con ese desagradable y cobarde argumento “de echar la culpa” a
los demás de los demás.
Amén que no hay que
perder de vista, que lo que vivimos hoy, es el resultado de las decisiones que
tomamos ayer, y usted Evodio, quería ser alcalde de Acapulco, a como diera
lugar.
Los hombres nunca vamos
delante de nuestros pasos y a menudo el destino nos alcanza. Pero la persona honesta,
responsable y segura de sí misma y de sus actos, nunca culpa a nadie de sus
errores. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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