“UN PUEBLO SIN MEMORIA, ES
UN PUEBLO SIN HISTORIA”
Luz María Sánchez
Rovirosa
“Ningún hombre conoce lo malo, hasta que no ha tratado
de esforzarse por ser bueno. Solo podrás conocer la fuerza del viento, tratando
de caminar contra él” Staples Lewis.
Se conoce como
alianza política al pacto entre
dos o más partidos políticos, para gobernar, para legislar y tomar decisiones
en un país, una región u otra entidad administrativa. Pero sencillamente en el
caso que hoy nos ocupa, se conoce como alianza política, cuando varios partidos
se unen para ganarle al PRI o para que el PRI pueda ganar, y poder seguir
siendo parte de las mieles que todavía nos ofrece México.
Llama mucho la
atención la incomodidad y la alteración que le ha generado al PRI y a muchas
personas de la sociedad civil, la certeza de las alianzas entre los otros
partidos políticos, para las próximas elecciones. Pero lo que más gracia causa,
es que el PRI y algunos de sus más fervientes seguidores, vean “la paja en el
ojo ajeno”, cuando es sabido que en más de una ocasión este partido ha hecho
amarres y alianzas con otros partidos, en las cuales su esencia ha sido, si no
peor, por lo menos igual de mediática, perversa, extraña y maléfica, que la que
“presuntamente” (para ellos), pretenden perpetrar hoy los otros partidos.
Lo realmente
importante que su servidora quiere resaltar en este artículo, es que a los
partidos (sin excepción), no les importa el bien común, el progreso, la
democracia y la independencia ideológica por encima de las conveniencias
económicas y de poder.
Hasta
el día de hoy y a manera de información, las coaliciones, amarres o alianzas
rumbo a las elecciones (grandes) de 2018, son tres y están formadas: Primero bajo
el nombre de Frente Ciudadano por México, está integrada por los Partidos
Acción Nacional, Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano, con Ricardo
Anaya al frente. Segundo: La coalición entre Morena, PT y PES, bajo el nombre
“Juntos haremos Historia”; y que tras la firma del convenio designaron a
Andrés Manuel López Obrador como su candidato presidencial. Y tercero: La
coalición “Todos por México” del PRI con PVEM y PANAL, que está encabezada por
José Antonio Meade (“Mid”).
Se oye hablar de
ganar y perder, pero ¿Quién gana y quién pierde, los políticos y aspirantes; los
lambiscones que barbean para las prebendas y canonjías o todo el pueblo? ¿De
qué se habla, de candidatos y más candidatos, de alianzas y descalificaciones,
se habla de dádivas, es decir, de limosnas, pero en ningún momento se escucha
el verdadero interés por alivianar la pobreza y la marginación, ni tampoco se
escucha el interés por sacar del atraso de horror a este pueblo que les hará el
favor de darles el voto y con ello el resultado de nuestro futuro?
A estas alturas nos
queda claro y llegamos a la conclusión, de que sí existían otros partidos
además del PRI, es decir, que México era y es una nación “pluripartidista”,
porque hay diestros, zurdos, ambidiestros y siniestros; y también percibimos
que la razón de ser de las alianzas y mescolanzas (de paso) de los partidos
políticos (aparecidos y desaparecidos), es únicamente la de acceder al poder
con los beneficios, ventajas y provechos que eso amerita, negociando los
intereses que convengan a la política interior del partido “mayor” y aventando
las sobras a las rémoras; pero nunca, ni en sueños, pactando para el bien común
de todo México sin excepción.
¿Pero realmente qué
se puede hacer? Primero y lo más difícil, es que los políticos entiendan que,
pertenecer a esa “cúpula” o partidos, no es un privilegio, sino una
responsabilidad que los obliga a servir al pueblo, siempre encaminados al bien
común. Y segundo, que el pueblo de México ante una visible, manifiesta,
evidente, notoria y tangente realidad que ha puesto y pone en peligro el
progreso del país, reflexionemos, que hemos sido presa fácil del engaño, ya sea
por ambición, necesidad y necedad.
A pesar de la nueva
época y los avances de la ciencia y la tecnología, nos queda muy claro, que nuestro
sistema electoral y político sigue tan deteriorado y corroído como en la “Era
Mesozoica” o “Era Secundaria”, es decir, en la “Era de los Dinosaurios”, en la
cual cualquier remplazo de cualquier jerarquía política, se señalaba con el
dedo y los “demás de los demás” se aguantaban o si no (….), para muestra tres
botones: Madrazo, Colosio y Ruiz Massieu.
Tristemente estamos
en estas lamentables condiciones, no por culpa de los gobiernos que vienen y
van. Estamos así por ser ciudadanos desinteresados y/o por interesados. Hay que
recordar que la democracia no termina con el sufragio, y “un pueblo sin
memoria, es un pueblo sin historia”. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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