EL SUEÑO AMERICANO
Luz María Sánchez Rovirosa
“Las
cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos,
hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas”. Samuel Jonson.
La
migración es un fenómeno demográfico muy complejo que se origina por causas muy
diversas y por lo mismo muy difíciles de determinar. Se dan de manera
mayoritaria en los países subdesarrollados o en proceso de desarrollo.
Las
causas socioeconómicas son un detonante que determina cualquier tipo de proceso
migratorio. Pero definitivamente las causas políticas son la fuerza que hace
estallar este fenómeno. Las crisis políticas recurrentes que crean una
desigualdad de graves dimensiones, así como la injusticia y la corrupción, que dejan
grandes huecos en las oportunidades de la sociedad para vivir dignamente y no
encuentran otra opción que salir de sus lugares de origen, es decir, qué los
gobiernos prácticamente los obliga y los expulsa, sin pensar en las terribles
consecuencias.
Por
ejemplo, en México donde se supone que la democracia existe ¿Qué medidas de
seguridad tiene el sistema gubernamental del todavía presidente Enrique Peña
Nieto para proteger a sus ciudadanos (migrantes) ante un presidente (Trump) visiblemente
desequilibrado, pero “todopoderoso”? ¿Y qué estrategias migratorias tiene
México para controlar la migración entrante “supuestamente de tránsito”
(hondureña), que hoy nos ocupa?
Viene
a colación este importante tema porque (entre otras cosas), México está
viviendo una crisis social que se antoja fuera de toda dimensión. Como en una
película de terror son las indignantes condiciones, en las que la mayoría de
las personas “viajan” en la “caravana hondureña y guatemalteca”, que está
atravesando el país, en busca del “Sueño Americano”.
La
historia nos dice, que la peregrinación masiva de hondureños hacia Estados
Unidos atravesando nuestro país, data de manera ya importante en la década de
los noventas (aproximadamente 100 mil personas por año), aprovechando la
apertura de El Salvador por razones geopolíticas.
La
mayoría de estas personas y familias que se atreven desesperadamente y
peligrosamente a realizar este éxodo, lo hacen sin la documentación
correspondiente que “exige” la autoridad migratoria de México, país clave para
llegar a su destino.
No se
sabe a ciencia cierta la cantidad de migrantes que logran llegar a suelo
estadounidense, tampoco cuantos regresan a sus lugares de origen; pero sí
deberíamos saber y con exactitud, qué porcentaje de ellos deciden echar raíces
en suelo mexicano.
Sin
embargo, tal y como sucede en nuestro país, la migración internacional sobre
todo la que sale, al fin sirve a los gobiernos como una válvula de escape, al
deshacerse prácticamente en un buen porcentaje, de la fuerte presión interna
que les produce las demandas insatisfechas y las apremiantes necesidades, más
los excesivos gastos en programas sociales que nunca son suficientes; y para
rematar, convenientemente por el interés de recibir las remesas, que
constituyen una rica fuente de divisas para la macroeconomía, sobre todo en los
países latinoamericanos.
Desafortunadamente
los mexicanos, sobre todo los que residen en los lugares conflictuados por este
exacerbado fenómeno, sabemos que, hasta el día de hoy, hemos sido representados
por miserables y malévolos gobiernos (PRI y PAN), que durante tantos y tantos
años ha manipulado a la sociedad, hurgando tóxicamente a las mentes huecas y
vacías que han encontrado a su paso.
Perder
lo humano por obligación, por costumbre y lo peor, por odio y venganza, es dejar
salir los instintos básicos, hasta perder el sentido racional y, por lo tanto,
la dimensión de quiénes somos y qué hacemos. ¡Vale la pena reflexionarlo!
P.D. A
unos días del cambio de gobierno, y cuando la hora se acerca, me congratulo aún
más (mi humilde opinión), ante la oportunidad de que, por fin se haga justicia
en México.
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