“Y SI ADELITA SE FUERA CON OTRO”
Luz María Sánchez Rovirosa
“En
toda adversidad los lamentos hacen necios, y las acciones hacen sabios”
Shakespeare.
De todos los acapulqueños es sabido, que
la Presidenta Municipal de Acapulco Adela Román Ocampo bajó del Nirvana de la
coalición “Juntos haremos Historia”; aceptando un reto de gobierno que sabía muy
complicado; por eso llama la atención que hoy se lamente tanto de ello.
Sin caer en criterios equivocados, la
situación que se vive y prevalece en el puerto es terrible ante lo cual y
desafortunadamente, seguimos inmersos en una ingobernabilidad donde la
violencia dispone el “orden del día” y donde la seguridad está en manos de un
grupo de policías, soldados y marinos “fantasmas”, que nunca están cuando se necesita,
pero que siguen gozando de una total impunidad por las autoridades en turno.
Francamente de frente y ya sin las
cortinas de humo que trataron de disimular el caos de Acapulco, Adela se ha enfrentado
a una dimensión desconocida para ella y lo que es peor a una dimensión con todo
tipo de aberraciones, que no ha querido –o no ha podido ver-; a la que se lanzó
sin tener un análisis experto con un plan o estrategia definida, para dar
inicio y seguimiento al recuento de los daños.
A pesar de todo, hoy como
tantas otras veces a través de tantos años, seguimos esperando que suceda el
milagro de la transformación en este devastado puerto de Acapulco: la cuarta,
la quinta, la décima, que tal parece en esta ocasión, tampoco se logrará. Y se
me ocurre que muchas veces la situación se repite, porque muchas personas no
hacen uso correcto de su memoria.
Por eso cuando estamos
pendientes de un (semi) nuevo gobierno que dijo traer expectativas, debemos de
trabajar mucho con nuestra memoria, para que ésta nos saque de dudas y podamos
distinguir cuando nos hablan bonito en el oído, engañando a nuestros demás
sentidos.
Infortunadamente demasiado
pronto, la visión que tenemos hoy en día del gobierno de -izquierda de
nacimiento-, es el de una administración fallida y tenebrosa muy parecida a la
de sus antecesores y si se puede, con una generosa dosis de más de prepotencia
y soberbia; con la que Adela trata de disimular su falta de atributos para
administrar y gobernar bien.
Sin (todavía) demostrar
carisma y sensibilidad relevante para gobernar, podemos llegar a una -prematura
conclusión-, en la cual esta izquierda, esta cuarta transformación (local),
lleva el mismo ADN que el de los siniestros hombres del pasado, que marcaron un
patético esquema de oligarquía dominante y roedora que dramáticamente nos
persigue. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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