PENSAR DIFERENTE
Luz María Sánchez Rovirosa
“Todos
nos hemos considerado mejores que los demás, y lo que es aún peor, hemos
excluido de nuestros grupos a todos aquellos que no pensaban igual”. Anónimo.
En estos momentos cuando se viven diferentes cuarentenas
o aislamientos y diferentes formas de vivirlo; muchas personas se sienten
abrumadas y hastiadas por la cantidad de “información” sobre el Coronavirus, y
tengan razón o no, hoy por hoy es imposible dejar de lado el tema de la
Pandemia que nos azota, ya que está fuertemente encadenado a supervivencia de
la especie humana en el mundo en todos los sentidos, léase: económico,
político, social y ecológico.
El que tiene muy poco o no tiene nada, no encuentra
escapatoria ante la asechanza del virus agravando su situación con lo que “se
supone” que sigue. Así mismo el que tiene mucho o vive en la abundancia,
también es un ser humano que, ante lo inminente, sabe y sabe muy bien, que en
algún momento el dinero no va a servir, para salvar una vida atrapada en esta
condición. Y los de en medio (la mayoría) merecen atención en un artículo
especial.
Voy a referirme brevemente a un desagradable y penoso
episodio que en días pasados sucedió en el Hospital de las Américas, ubicado en
Ecatepec, Estado de México; el cual familiares de los enfermos allanaron por la
fuerza, y entre gritos, llantos y empujones, fueron encontrando en su camino,
una serie de terribles anomalías en el protocolo del Covid-19; principalmente
el trato sin respeto, precaución y cuidado de los cadáveres, que inundaban
apilados (en bolsas negras) pasillos y espacios abiertos del nosocomio.
Menciono este asunto, que me va a llevar al punto de
inflexión de este artículo, y es que después de lo sucedido, y cuando la
situación es aprovechada por los medios de comunicación, incluyendo las redes
sociales, le dan la voz (justamente) a los familiares (casi siempre) que
lideran este tipo de manifestaciones, y es cuando cualquier persona que presuma
de tener sentido común, puede sufrir de un ataque cardiaco al escuchar los
disparates (malintencionados o no), pero al fin disparates, que salen de la
boca de estas personas cautivas de una histeria compulsiva.
La ignorancia básicamente, es la falta de conocimientos
en uno o muchos temas. Es la falta de instrucción o preparación de estudios y
enseñanzas escolares desde lo más elemental. Pero existe la ignorancia
voluntaria, que es la ignorancia del que sabe y que puede ser un vínculo
peligroso de la información veraz y oportuna para las sociedades de todo el
mundo.
Se atiende y se entiende que, en medio de la
desobediencia e insensatez ante las disposiciones generales establecidas por
nuestro bien, existan “leyendas urbanas” tan increíbles como obscenas, que no
pocas personas defienden como una “falsa” verdad.
Pero que la información y las noticias tantas y tantas
veces no tengan medios que las sustenten, no debe ser permitido. Muy lamentable
que, en tan dolorosa situación, la intolerancia al que piensa diferente, haya
prevalecido más que la opinión inteligente, incluyendo a personas importantes y
serias. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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