viernes, 26 de abril de 2013

¿CULTURA INSTITUCIONAL?




 
¿CULTURA INSTITUCIONAL?

Luz María Sánchez Rovirosa

“Nadie tiene derecho a lo superfluo, mientras haya quien carezca de lo indispensable” Salvador Díaz Mirón.

Cultura es el conjunto de rasgos distintivos únicos, costumbres, manifestaciones y comportamientos místicos, religiosos, materiales, intelectuales, políticos entre otros que, familiarizados caracterizan o identifican a una sociedad en un periodo determinado.  

El término ''cultura'' comprende también modos de vida, valores, derechos fundamentales del ser humano, tradiciones y creencias, pero sobre todo su propia historia. A través de la cultura se expresa el hombre, toma conciencia de sí mismo, cuestiona sus realizaciones, busca nuevos significados y por supuesto, crea obras que trascienden.  

Ahora bien, la “cultura Institucional”, es la política de comportamiento y desarrollo laboral que se da en un gobierno, tanto para el aspecto interno, como para el externo, buscando formar un perfil que permita al capital humano desarrollarse de la manera más apropiada y adecuada a los intereses de la sociedad a la que sirven.

La ética en el capital humano de la institución es la clave de un buen gobierno, está íntimamente relacionada con el talento y la capacidad, más la disposición al servicio. Estos factores son evidentemente necesarios para que la institución cumpla con los objetivos, las propuestas y los compromisos con el bien común. Sin embargo, hoy sabemos que estos elementos por sí mismos no son suficientes, pues de nada vale que se cuente con el personal más capacitado, con tecnología de punta, si los integrantes (empezando por las cabezas) de la institución en su accionar, rompen o no cumplen con los principios éticos que norman la vida laboral de un gobierno.

Pero ¿Por qué estamos hablando de cultura institucional y de ética? Diariamente mueren en el mundo más de 30 mil niños por causas ligadas a la pobreza (desnutrición). En México donde casi la mitad de la población es pobre, entre otros aspectos, el tema básico gubernamental, es la alimentación.

Hoy estamos inmersos en el escándalo que ha propiciado La Cruzada contra el Hambre, la cual por medio de unas grabaciones (audio), se percató el Partido Acción Nacional (PAN) que en el estado de Veracruz estaban programando hacer uso de este programa (“prioridad” en el gobierno de Peña Nieto) con fines electorales.

No voy a detallar todo lo que se ha desatado al respecto. Desde el riesgo del Pacto por México, la cancelación presidencial de actos relacionados con el mismo, incluyendo la presentación de la Reforma Financiera; hasta la comparecencia de Rosario Robles, titular de Sedesol, y responsable de la Cruzada contra el Hambre, en el senado, en donde de todos es conocido, hizo manifiesto de su rancia experiencia como política manipuladora y demagoga.

Somos muchos los que estamos conscientes de lo que significa el drama de la pobreza, que agobia a demasiados compatriotas. Las cifras son cada día más espeluznantes, e incontables veces como ciudadanos, nos sentimos impotentes, sin saber que hacer frente a esta calamidad nacional, que parece no tener solución.

Pero lo cierto, es que los pobres en México carecen de voz (y de voto propio), no se les escucha y no hay interés de escucharlos, y su presencia en procesos (como éste) que los afecta mucho, es casi siempre con miras al manipuleo de sus voluntades. La pobreza en México tiene estas múltiples dimensiones, no sólo es una cuestión de carencias económicas y uso electoral, también entraña una violación constante de sus derechos humanos, y eso es muy triste.

Al anhelo de los mexicanos por alcanzar una democracia auténtica, se une el clamor de justicia social, y de respuestas concretas ante el empobrecimiento, la corrupción, el desempleo, el cierre de muchas fuentes de trabajo y el agobio de muchísimas familias para poder pagar incluso los satisfactores primordiales, como son el sustento: casa comida y educación.

Podríamos señalar una cantidad de factores muy importantes que son verdaderos condicionantes de la pobreza, y que estoy segura que la mayoría conocemos, sólo quiero hacer hincapié en la falta de solidaridad entre los mexicanos, en la inercia social que nos lleva a la quietud y el conformismo, aunque nuestras conciencias nos taladren que nuestros fines, son desgraciadamente ajenos a los intereses del bien común.

Al fin los pobres de México, son una perenne acusación a nuestra manera de hacer las cosas. Los ciudadanos de buena memoria que recordamos nuestra historia, hemos visto una y otra vez pasar ante nuestros ojos las promesas, los programas (que se olvidan muy pronto) destinados a los pobres, personas que como nosotros tienen dignidad y que tienen el mismo derecho de ser dueños de su propio destino, y que tantas (quizá demasiadas) veces (como cómplices), no lo permitimos.

Expectantes con el resultado de esta deteriorada Cruzada contra el Hambre, pues la situación de quienes están afectados por la pobreza, no puede esperar. Sin embargo es justo resaltar que lo que estamos viendo aproximarse, es la caída a un asistencialismo con dos vertientes. La primera, el uso electoral. Y la segunda, el elogio mal sano de los que quieren tranquilizar sus conciencias.

Que lejos va quedando la solidaridad de la Cultura Institucional. Así que consciente o inconscientemente, las autoridades creen que ayudar al prójimo desde arriba y desde afuera, no es su obligación; sólo es el ejercicio de una virtud que les ayuda a acumular méritos. ¡Vale la pena reflexionarlo! 

P.D. ¿Y ahora que salieron libres Rey David Cortés e Ismael Matadama, a quién le cargará el egregio gobernador Ángel Aguirre Rivero la responsabilidad de las dos víctimas de los sucesos en la Autopista del Sol con los normalistas de Ayotzinapa?

 
 
 

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