¿REFORMA ENERGÉTICA O VENTA DEL PETRÓLEO?
Luz María Sánchez Rovirosa
“Ningún legado es tan rico, como la honestidad”.
William Shakespeare
Enrique Peña Nieto presidente
de México, presentó este lunes la iniciativa de la reforma energética, que
contempla (entre otras cosas) la modificación de los artículos 27 y 28
constitucionales, mismos que son referentes a la pertenencia de México sobre
los hidrocarburos.
Entre tanta demagogia, argucia,
política, etc., el presidente destacó que con la reforma (sin temor a que sea
rechazada), bajarán el precio de la luz, el gas, se abrirán muchos empleos, más
producción al campo (fertilizantes), además de que las empresas serán más
productivas y por ende más competitivas, es decir, México se convertirá por
arte de magia en Disneylandia.
Dicha iniciativa contempla (a
grandes rasgos), cinco elementos que son: 1) Retomar palabra por palabra, el
texto del artículo 27 constitucional de Lázaro Cárdenas. 2) Un nuevo régimen fiscal
para Pemex, mismo que se presentará en la reforma hacendaria de septiembre. 3)
Reestructuración de Pemex. Se dividirá en transformación industrial y
exploración. 4) Más transparencia y rendición de cuentas. 5) Establecer reglas
de carácter internacional en el sistema de compras del sector energético.
De pilón con la reforma
energética, el Gobierno de la República, espera transformar la industria
eléctrica y la Comisión Federal de Electricidad, junto con la reforma verde
para no afectar la ecología. Al finalizar la presentación de la susodicha, Peña
Nieto enfatizó que “Pemex y CFE, se mantienen como empresas 100 por ciento
propiedad de la nación”. Todo es miel sobre hojuelas.
Respecto al primer punto sobre
retomar el texto de Cárdenas del artículo 27 “palabra por palabra”, la
incógnita es, si habrán checado el artículo 14 constitucional, que exalta
literalmente la “letra de la ley”, que es clara y contundente, en que no se
pretenda cambiar lo que dispone la Constitución para actuar contra su texto, ni
en consecuencia contra los intereses nacionales.
“En el artículo 27 se
establece que en el caso del petróleo y todos los carburos de hidrógeno
sólidos, líquidos o gaseosos (entre otros), el dominio de la nación es inalienable
e imprescriptible y la inalienabilidad quiere decir que los bienes de dominio
público, no están sujetos a una acción de apropiación por parte de los
particulares.
Y la característica de imprescriptible,
se refiere al derecho de propiedad que tiene la nación y que jamás perderá por
el simple transcurso del tiempo. Así se establece la exclusividad para el
Estado en materia de petróleo” (Catarina.udalp.mx).
Recién se cumplieron 75 años
de la expropiación petrolera, y Enrique Peña Nieto al presentar “su” iniciativa
reafirmó –interpretando, más que repitiendo-, las palabras de Lázaro Cárdenas
en los artículos 27 y 28 constitucionales, respecto a vender, ceder, traspasar,
trasferir, compartir o entregar el petróleo.
La energía es la palanca que
mueve el motor del desarrollo económico y de la vida de todos los países del
mundo, modernos o no, su producción y su consumo atañe la salud, la producción
de alimentos, el transporte y el comercio, así como la contaminación o
conservación del medio ambiente. Por lo tanto el desarrollo sostenible de México,
dependerá de asegurar y conservar como propio, el acceso a este recurso no renovable,
que sin duda constituye un tesoro para los países de disponen de él. (Como
México).
Como ya es un hecho lo que nos
imaginábamos y lo que se veía venir, no se hizo esperar el arte de muñeco de
ventrílocuo que posee el presidente Peña Nieto, y nos estampó que “su”
iniciativa, traerá las mil y una noches de beneficios para el pueblo de México.
Pero lo que se ve, es que “su”
iniciativa prácticamente está cediendo a las presiones de empresas nacionales
(Carlos Slim) y extranjeras, que desean invertir en nuestro sector petrolero,
obviamente buscando su propio interés más que un beneficio de desarrollo social
para la población de México en su totalidad.
El mayor problema que tiene
Pemex, es que no está reinvirtiendo una cantidad suficiente de sus ganancias
para su propio desarrollo, porque estas pasan inmediatamente al gobierno
federal, que las necesita para el desarrollo económico del país, además del gran
porcentaje de estas ganancias que se desvían por la corrupción interna y sobre
todo sindical.
La privatización de Pemex no tiene
que ser necesaria como lo argumenta Peña Nieto, pues la productividad y
rentabilidad de cualquier empresa, no debería obedecer a quién es el dueño; porque
esto depende sustancialmente de la forma como se administra y del entorno financiero,
político y social, en el cual se encuentra inmersa.
Al final, lo más importante de
esta iniciativa, no sería quien es el propietario, si la Iniciativa Privada,
los inversionistas extranjeros o México. Lo más importante radica, en quién
sería también el propietario de las millonarias ganancias correspondientes.
Desafortunadamente (por el
momento), no sabemos si se aprobará, ni sabemos (pero lo imaginamos) si será
para bien o para mal, pero lo que se logre o no se logre, dependerá de lo que
los mexicanos exijamos al gobierno como sociedad. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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