FÁBULA
DE LA RANA Y EL ALACRÁN
REFLEXIONES
Luz
María Sánchez Rovirosa
Una
vez en la tierra de Shien-Lon llovió intensamente durante muchos días seguidos.
Las semanas transcurrían bajo el intenso aguacero derramando gota a gota el
paso inexorable de las horas. Llovió tanto que el gran río Yang-Tse llegó a
desbordarse inundando como un mar todas las comarcas vecinas.
Sólo
quedaban sobre el nivel de las aguas algunas colinas bajas y aisladas, que
formaban pequeños remansos entre el turbulento correr de las aguas.
Pronto
también aquellos pequeños promontorios quedarían anegados y todos los seres
vivientes en esos refugios se ahogarían.
En
una de esas pequeñas islas rodeadas por un mar de aguas marrones y lodosas había
quedado atrapado un alacrán. De repente, el arácnido vio a una rana nadando
alegremente en el agua.
Sigilosamente
se le acercó y le dijo -Oye ranita me podrías llevar sobre tu espalda hasta
tierra firme? Por favor si no me salvas moriré ahogado-. La ranita miró al
alacrán y muy seriamente le respondió –No, no puedo llevarte porque si subes
sobre mi lomo me picarás y moriré-.
Ay
ranita cómo crees, sálvame prometo formalmente no picarte con mi aguijón. La
rana asomó su verde cabeza fuera del agua y dijo: -No, no me fío de ti me
picarás eres un alacrán-.
No respondió
el alacrán, no te picaré, lo juro; además si te pico yo también moriré. Anda,
sálvame, y puedes tener mi palabra de honor de que no te picaré.
Al
fin la ranita convencida dijo acepto tu palabra. Y así fue como el alacrán
montó sobre el lomo de la rana y ambos se dirigieron nadando hacia la
salvación.
La
rana vigorosa daba amplias zancadas sobre la superficie turbia del agua. Sus
fuertes patas traseras impulsaban a ambos en dirección de las tierras altas, dejando
una estela de espuma ondulante.
Estuvieron
nadando varias horas, hasta que ya empezaba a distinguirse sobre el brumoso
horizonte la oscura línea que anunciaba las verdes colinas de Lushan, aquellas
donde el agua ya no podía llegar y que serían la salvación del alacrán.
Y
así, iban bogando a través de aquel inmenso piélago interior cuando de repente
la rana sintió un fuerte dolor en la nuca. Era un dolor agudo, lacerante, adormecedor
que enseguida le provocó entumecimiento y comenzó a estremecerse.
El
veneno corría veloz a través de sus venas paralizando sus miembros y
confundiendo sus sentidos. La ranita se dio cuenta de que el aguijón del
alacrán había penetrado en sus carnes inoculando el letal veneno.
Ya
en el último instante de lucidez la ranita alcanzó a musitar -Alacrán ¿por qué
me has picado, la tierra firme aún está muy lejos hora moriremos los dos? Y mientras ambos se hundían irremediablemente
en el agua, el alacrán alcanzó a decir “perdóname ranita no pude evitarlo, soy
un alacrán”.
Moraleja: “Lo único a lo que nadie puede
traicionar es a su propia naturaleza”.
En esta
moraleja se encierra una gran verdad que es aplicable a los seres humanos. Gran
dificultad está viviendo México en estos momentos, y todos los mexicanos con
sentido común, hubiéramos querido escuchar un informe o un mensaje, del que se
pudiera rescatar un “reflejo” de voluntad presidencial, que nos hablara de un
cambio en las formas y prácticas tradicionales del Partido revolucionario
Institucional (PRI).
Ciertamente
que “reflejo” no es sinónimo de certeza, y mucho menos de garantía de voluntad
política, pero definitivamente hubiera sido un dejo de esperanza, como el que finalmente
se había tenido al principio. Así que este escueto mensaje, solo fue un
espectro de “luces” y sombras, con aciertos (algunos importantes), pero con un
gran porcentaje de desaciertos y omisiones.
Palabras más,
palabras menos, y por lo que se logra entender del acartonado discurso
presidencial, hasta el momento se ha elegido para el país el mal menor, pues de
lo contrario, la pobreza, la miseria, la injusticia y la crisis serían más
graves y se habría demandado de todos los mexicanos un sacrificio mayor. La
pregunta en el aire sería ¿sobre qué modelo de desarrollo y en qué concepción
de nación se han implementado dichas iniciativas tan bondadosas?
Cierto es
que las decisiones (aparentemente) no se han hecho a espaldas del pueblo, pero
también es cierto que a la luz de los efectos que han provocado, pareciera que
no se consideró (ni se considerará) a fondo, todo el costo que tiene y tendrá
para millones de personas que sufren las consecuencias de esos acuerdos.
Pero a la
sociedad que hoy, dócilmente unos y a fuerza otros al igual que la ranita, está
aceptando llevar a cuestas a este devastador partido, pensando todavía en la
salvación, a pesar que ya están sintiendo el dolor del aguijón en su espalda (en
su deteriorada economía), entonces, tal vez si no se ahoga, se dará cuenta, que
el PRI (alacrán) llevaba preparada su barca y sus remeros para su seguridad, dejando
de lado a los mexicanos y deslindándose (como vacuna) de todo mal que lo
señale.
No existe un
nuevo PRI, el que hoy gobierna, sigue navegando con sus convicciones deterioradas
y añejas. El PRI no va a cambiar, porque contra su naturaleza, sencillamente no
puede. La rana es México y el PRI es el alacrán. Ya viene la reforma fiscal, -más
temprano que tarde-, nos va a volver a picar. ¡Vale la pena reflexionarlo!
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